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Decálogo para unas Navidades (más) seguras
Decálogo para unas Navidades (más) seguras
No hemos vencido al virus. La probabilidad de una tercera ola es muy alta. No se trata solo de tener camas disponibles en las unidades de cuidados intensivos (UCI). Alrededor de una cama de UCI hay más de una decena de profesionales y, a veces, las guerras se pierden por agotamiento. El sistema sanitario está agotado.
En los próximos meses puede coincidir el SARS-CoV-2 con otros virus respiratorios como la gripe y otros patógenos que causan neumonías. Todos los años las enfermedades infecciosas respiratorias causan millones de muertos. De hecho, la tasa de muerte es estacional: muere más gente en invierno que en verano.
Figura 1. Tasa bruta de defunción semanal en España durante el siglo XXI. Obsérvese la estacionalidad de la mortalidad y el impacto severo de la enfermedad COVID-19 en el año 2020. Elaboración del profesor de la Universidad de Sevilla José María Martín-Olalla a partir de datos del INE: estadística experimental COVID-19 y población residente, Author provided
Hasta que la mayoría de la población esté inmunizada o vacunada, tenemos que seguir teniendo mucho cuidado con este virus. De lo contrario, las próximas semanas pueden ser catastróficas y haber una auténtica carnicería. Quizá lo más recomendable sería un cerrojazo total. En Italia las medidas son mucho más restrictivas.
En Estados Unidos están teniendo un aumento de defunciones después de las celebraciones de Thanksgiving (Día de Acción de Gracias), el equivalente a nuestras Navidades en cuanto a reuniones familiares. Pero hemos decidido convivir con el virus hasta que lleguen las vacunas.
Imagine que el humo del cigarro es el coronavirus
Este virus es silencioso y puñetero. Se transmite por vía aérea, por aerosoles. La transmisión por aerosoles se la tiene que imaginar como el humo del tabaco. Cuando alguien fuma a su lado, imagínese que el humo es el coronavirus. Lo respira como respira el humo del fumador. Después de estar un rato a su lado, toda su ropa huele a tabaco. Pues lo mismo es el coronavirus. Además, antes de que las personas manifiesten algún síntoma de la enfermedad (presintomáticos), pueden ser contagiosas. Y para complicarlo aún más, la mayoría de las personas infectadas nunca presentarán síntomas (asintomáticos), no sabrán que están infectados pero puede transmitir el virus.
La dosis infectiva, la cantidad de partículas virales que se necesitan para iniciar una infección, parece además que es muy baja. Todo esto explica el tremendo éxito que ha tenido este virus para transmitirse con tantísima velocidad por todo el planeta y que sea tan difícil de controlar.
Sabemos qué tenemos que hacer para minimizar el contagio (digo minimizar porque evitarlo completamente es casi imposible): evitar que el virus entre en nuestros pulmones (mascarilla), evitar la entrada por tocar objetos contaminados (higiene de manos), evitar respirar cerca de otras personas (distancia). Sabemos que lugares cerrados, con mucha gente, muy junta, con mala ventilación suponen un riesgo de contagio mucho mayor. Y sabemos que cuanto más levantemos la voz más partículas infecciosas podemos exhalar, por eso hay que evitar gritar o cantar. El factor tiempo también es muy importante: cuanto más tiempo estemos expuestos mayor es el riesgo de contagio. Autor: Ignacio López-Goñi. Catedrático de Microbiología, Universidad de Navarra. Publicado en The Conversation. 6 diciembre 2020
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