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Dieta mediterránea y covid-19
La dieta mediterránea reduce el riesgo de contagio de covid-19 hasta en un 64%
Cuanto mayor es la adaptación al patrón alimenticio más saludable, mayor es la protección frente a la infección o su gravedad.
Una dieta saludable refuerza el sistema inmune y evita o alivia las infecciones.
Publicado en Diario Médico el 05/05/2021
Por ahora, salvo la discutida utilidad de algunas vitaminas, no hay pruebas de que haya alimentos concretos que curen o alivien la covid-19. Lo que sí se ha observado es que una situación nutricional equilibrada, que contribuye a una mejor salud, ayuda a sobrellevar la infección y en cierto modo a que no cause graves problemas.
Como ya adelantó Diario Médico a comienzos de marzo, el análisis de los 9.677 participantes del Proyecto SUN (Seguimiento Universidad de Navarra) que ahora se publica en la revista Clinical Nutrition concluye que una mayor adherencia a la dieta mediterránea estaría asociada a un menor riesgo de covid-19, que se ve reducido hasta en un 64% en las personas que mejor la siguen.
Los beneficios de una nutrición adecuada para el sistema inmunitario hacían esperar que la dieta mediterránea protegiera de la infección por el SARS-CoV-2; sin embargo, es la primera vez que una investigación epidemiológica lo describe. Rafael Pérez Araluce, graduado en Farmacia y Nutrición por la Universidad de Navarra, y Silvia Carlos, vicedecana de alumnos de la misma Facultad, también profesora en el Departamento de Medicina Preventiva y Salud Pública de la Facultad de Medicina, han sido los principales autores del trabajo, junto a investigadores del CiberOBN como el catedrático Miguel Ángel Martínez-González.
Silvia Carlos explica que, para realizar el estudio, se identificaron los participantes que tuviesen un diagnóstico médico de infección junto a resultados positivos en pruebas diagnósticas de covid-19, desde febrero hasta diciembre de 2020. “Se excluyó a los profesionales de la salud -añade-, dada la alta exposición a la infección que, por desgracia, habían tenido. Si los hubiéramos incluido, los resultados se habrían distorsionado y no se podrían obtener recomendaciones de salud pública para el total de la población”. De los 5.194 participantes no sanitarios, 122 informaron de diagnóstico positivo de covid-19.
Índice de Trichopoulou
Los hábitos alimentarios de los participantes se evaluaron mediante una puntuación de 0 a 9 de adherencia a la dieta mediterránea, según el score de Trichopoulou, “un índice de nueve ítems establecido por la profesora de la Universidad de Atenas Antonia Trichopoulou, conocida como la madre de la dieta mediterránea”, explica Carlos.
“El seguimiento de diez años a estos participantes del Proyecto SUN nos permitió hace unos meses analizar la hipótesis de si la adherencia a la dieta mediterránea podría proteger de la infección por SARS-CoV-2. Pudimos observar que los participantes con una adherencia intermedia (≥4 y <7) tenían una probabilidad significativamente menor de desarrollar covid-19 que aquellos con baja adherencia. Por otra parte, quienes poseían una mayor adherencia (≥ 7) presentaban el menor riesgo, en comparación con aquellos participantes con 3 o menos puntos”, afirma.
La adherencia a este patrón en el sistema desarrollado por Trichopoulou se mide según exista una mayor proporción de grasas monoinsaturadas (provenientes principalmente del aceite de oliva), frutas y frutos secos, verduras, legumbres, cereales y pescado; y una menor ingesta de carne y lácteos, así como un consumo moderado de alcohol.
Más que las propiedades beneficiosas de algún nutriente, como las vitaminas C y D, el zinc o los ácidos grasos omega-3 del pescado y las nueces, la protección se derivaría de la acción conjunta de todo el patrón dietético y su efecto sobre el sistema inmune, al evitar la inflamación y fortalecer las defensas inmunitarias. “Se favorecería así el curso asintomático, evitando complicaciones o disminuyendo la carga viral”, escriben los autores. No hay que olvidar que las personas que se adhieren a este patrón mediterráneo suelen llevar también hábitos de vida más saludables -ejercicio, descanso, poco alcohol y tabaco- que contribuyen a una mejor inmunidad.
Carlos atestigua que se trata de unos resultados importantes, “por cuestión de salud pública”, ya que es la primera vez que se ve en un estudio prospectivo de esta envergadura que un patrón de alimentación saludable puede prevenir la covid-19. Por ello, recuerda la importancia de que “estas evidencias científicas lleguen al mayor número de personas. Estos resultados nos muestran que a nivel personal tenemos un gran margen de mejora por delante, también en la pandemia. Se suele pensar que vivir en una zona mediterránea implica, casi por defecto, el seguimiento del patrón de alimentación que lleva su nombre, pero no siempre es así”.
Protección contra el lupus
Otro aval a la dieta mediterránea procede de un estudio que publican científicos de la Universidad de Granada (UGR) en la revista Rheumatology en el que muestran los múltiples beneficios que aporta a los pacientes con lupus eritematoso sistémico (LES): menores cifras de sobrepeso/obesidad, un menor riesgo cardiovascular y mejoras en el curso clínico de la enfermedad.
Tomar alimentos antiinflamatorios característicos de la dieta mediterránea (como aceite de oliva, frutas, verduras, pescados y sofritos caseros) y evitar otros como productos cárnicos procesados, alimentos azucarados y bollería industrial se asocia significativamente con menor actividad y daño orgánico en pacientes con lupus.
Como explica Gabriela Pocovi Gerardino, dietista nutricionista, doctora por la Universidad de Granada y primera autora de este trabajo, “la causa exacta del lupus aún se desconoce, pero se sabe que resulta de la interacción entre diversos factores como una predisposición genética; ciertos factores ambientales (exposición a rayos UV, tóxicos, estilo de vida) o cambios hormonales entre otros”. Esta compleja interacción da lugar a una repuesta autoinmune que produce inflamación y daño en diversos órganos y tejidos. Además, hay que destacar que los pacientes con lupus tienen un mayor riesgo de sufrir problemas cardiovasculares.
Desde el año 2017, este grupo de investigación de la UGR y el Instituto de Investigación Biosanitaria de Granada, liderado por Norberto Ortego Centeno, viene analizando el impacto de la dieta en las enfermedades autoinmunes y particularmente en el lupus a partir del proyecto LyDIMED (Lupus y Dieta Mediterránea).
Su estudio, descriptivo transversal, ha valorado el estilo de vida en general (ingesta dietética, composición corporal, nivel de actividad física, hábitos tóxicos) y la adherencia a la dieta mediterránea en 300 pacientes con lupus de varios hospitales de Andalucía (San Cecilio de Granada, Complejo Hospitalario de Jaén y Hospital de Poniente-El Ejido).
Teniendo en cuenta que la mayor parte de las enfermedades autoinmunes sistémicas incluyendo el lupus son patologías crónicas y degenerativas para las cuales no existe un tratamiento curativo, sino el control de la sintomatología existente, “estos resultados son de gran relevancia e impacto y nos llevan a aconsejar que, junto con el tratamiento médico, el asesoramiento nutricional podría ser de gran utilidad para mejorar el curso del lupus y sus comorbilidades”, concluye la investigadora de la UGR.
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