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¿Qué hacer cuando “la fruta no me sienta bien”
«La fruta no me sienta bien». La primera pista de una posible intolerancia a la fructosa
Por Eva Carnero e Ismael San Mauro. 7 de octubre de 2022
Como cualquier otro trastorno digestivo, diagnosticar correctamente la intolerancia a la fructosa es fundamental para su abordaje. Esto hará que sigamos el tratamiento adecuado y, en última instancia, nos permitirá recuperar la salud digestiva.
En el caso de los niños, el diagnóstico suele estar relacionado con un “no querer”. Cuando son muy pequeños, tienden a rechazar lo que no les sienta bien. Para los mayores, la primera pista es igual de evidente. Hay pruebas determinantes para firmar el veredicto.
Pero antes de profundizar en ellas, nos detendremos un instante a conocer un poco más esta sustancia y el tipo de intolerancias que provoca.
Qué es la fructosa: un azúcar que se puede eliminar de la dieta sin demasiadas consecuencias
Tal y como explica el doctor Ismael San Mauro Martín, miembro de la Academia Española de Nutrición y Dietética y Director de Grupo CINUSA, «es un monosacárido [un hidrato de carbono de una sola molécula] de absorción rápida que más allá del dulzor y la energía que aporta, no le podemos atribuir ninguna función de relevancia desde el punto de vista fisiológico».
Este dato es crucial, ya que de él se deduce que al eliminarla no renunciamos a un nutriente esencial. De hecho, se puede obtener la misma energía, por ejemplo, de la glucosa, que también es un monosacárido», argumenta el dietista-nutricionista.
Tipos de intolerancia a la fructosa
El doctor San Mauro distingue tres tipos: la hereditaria,que es la más infrecuente; y luego la intolerancia primaria y la secundaria. Esta última es la más habitual y normalmente aparece ya en la edad adulta, especialmente a partir de los 30 años.
Intolerancia a la fructosa genética o hereditaria
En cuanto a la primera, la de origen genético, «se trata de una deficiencia en la actividad de una enzima fructosa-1-fosfato aldolasa B [las enzimas se encargan de metabolizarla]. Es un trastorno genético de herencia autosómica recesiva y no tiene cura. Puede producir hipoglucemia grave con temblores, retraso en el crecimiento, vómitos, desorientación, convulsiones e incluso coma», afirma San Mauro.
Estos síntomas aparecen con la introducción de los primeros alimentos sólidos. De modo, que el único tratamiento en estos casos es retirar los alimentos con fructosa de la dieta del bebé.
Intolerancia a la fructosa primaria
Se refiere a aquella en la que falla el transportador Glut-5, una sustancia presente en las células de la pared intestinal imprescindible para absorber la fructosa. La falta de este trasportador hace que la fructosa pase al colon sin poder absorberse, donde es fermentada por la flora intestinal generando gases que ocasionan malestar digestivo, distensión, meteorismos y ruido intestinal.
No es la más habitual.
Intolerancia a la fructosa secundaria
Es más común y supone una malabsorción de fructosa en el intestino delgado. Los motivos que la provocan son muy variados. Por ejemplo, que «las células encargadas de su absorción estén inflamadas o irritadas, o que la mucosa o la microbiota presenten un desequilibrio debido a una infección o una celiaquía no tratada dejando que la fructosa llegue al colón donde fermenta y produce sintomatología», apunta el experto.
¿Cómo se diagnostica la intolerancia a la fructosa?
Los síntomas principales son dispepsia (molestias en la parte alta del abdomen), meteorismo (gases y aumento de sensibilidad), diarrea, distensión o hinchazón abdominal, periodos de diarrea con estreñimiento, náuseas, vómitos, mareo, cefaleas, depresión, llagas y úlceras en la lengua, disminución de la capacidad de concentración y atención, alteraciones dermatológicas, alteraciones menstruales, caída de pelo, debilidad de uñas y dolores musculares.
Si constatamos uno o varios de estos síntomas de forma continua en el tiempo, lo recomendable es acudir a la consulta de un profesional que nos someterá a una prueba para determinar si realmente padecemos intolerancia a la fructosa.
Los tests habituales en la práctica clínica son las pruebas de hidrógeno espirado en los que el paciente debe tomar una cantidad controlada de fructosa y después soplar cada 20 o 25 minutos durante unas tres horas.
Básicamente, la prueba consiste en la comparación de mediciones de los gases metano e hidrógeno. Una efectuada antes de tomar la fructosa, y las demás después.
Transcurridas dos horas, la fructosa debería estar ya en el intestino grueso, donde hay una abundante microbiota. Si se da el caso de que la fructosa no haya sido absorbida correctamente, llegará al colón donde será fermentada y se convertirá en los gases metano y/o hidrógeno.
El paciente, en ese caso, los exhalará y su nivel será registrado. Si el resultado está por encima de 20 ppm (partes por millón) en el caso del hidrógeno, y de 12 ppm, en el caso del metano, se considerará que se es intolerante a la fructosa.
¿Cómo prepararse para el test de intolerancia a la fructosa?
Un resultado fiable y exitoso de esta prueba dependerá, entre otras cosas, de la preparación del paciente. Por su parte, lo más importante es que «haga un ayuno previo de 8 o 12 horas y que el día anterior lleve una dieta que no contenga fibras fermentables, es decir, prácticamente deber ser rica en alimentos proteicos de origen animal (partes limpias de carne y pescado, sin espinas, cartílagos, pieles, etc). Podría comer pollo, pescado, ternera o huevos, por ejemplo. En el caso de los veganos resulta un poco complicado, ya que no comen alimentos proteicos de origen animal», explica, así que lo mejor será por ejemplo toma un poco de seitán cuya cantidad de fibra es muy baja.
Tratamiento para la intolerancia a la fructosa
En primer lugar, el doctor recuerda que la intolerancia hereditaria no es curable, de modo que, en ese caso, solo nos queda la opción de eliminar la fructosa de nuestra dieta.
En el caso de la intolerancia por malabsorción (la más habitual), lo más conveniente es comenzar por una retirada inicial total de los alimentos que la contengan. «De esta manera bajará la inflamación de la mucosa. Pasadas unas semanas, se comenzará a introducir cantidades controladas de alimentos bajos en fructosa repartidos a lo largo de las diferentes ingestas del día», apunta el doctor.
No debemos hacer este plan de reintroducción por nosotros mismos, debemos acudir a un dietista-nutricionista especializado en intolerancias alimentarias.
El quid de la cuestión para atajar el problema es ir al origen. Según el experto, la solución de la intolerancia a la fructosa pasa por mejorar la mucosa y el borde en cepillo del intestino, inflamación, microbiota, endotoxemia y permeabilidad intestinal, así como el estrés…
Y por supuesto, reducir los alimentos que contienen fructosa, como son la fruta, verdura, azúcar de mesa, miel, procesados y ultraprocesados que la incluyen azúcares añadidos entre sus ingredientes.
El experto también recomienda, por los efectos positivos que ha podido comprobar, la ingesta de productos con xilosa isomerasa, una enzima que transforma la fructosa en glucosa y ayuda así a absorberla mejor .
“En consulta, llevamos tiempo comprobando excelentes resultados en algunos pacientes que llevan a cabo dietas en las que combinamos el aporte de glucosa y de fructosa, por el efecto que tiene en otro de los transportadores de monosacáridos del intestino, el GLUT-2″, añade.
Evitar la fructosa no es un drama ni para los veganos (aunque complica mucho la cesta de la compra)
De su nombre se puede deducir que se encuentra en las frutas. Pero no es el único grupo de alimentos que la contiene: también está en ciertas hortalizas –por ejemplo el brócoli, la alcachofa o la cebolla–, legumbres y hasta condimentos.
Podemos encontrar fructosa también en numerosos procesados que no esperamos en absoluto como, por ejemplo, los preparados de carne, lácteos, refrescos, bollería, snacks, las salsas de tomate o mayonesas y la comida rápida.
Hay que señalar que el azúcar de mesa es una combinación de glucosa y fructosa, por lo que todos los alimentos con azúcar añadido son fuente potencial de fructosa.
¿En qué alimentos hay mayor cantidad?
Es complicado especificar qué alimentos tienen más o menos cantidad de fructosa, ya que las tablas publicadas y de referencia son muy variopintas, así como la diferencia entre las variedades de un mismo alimento que se consumen en diferentes partes del mundo, el grado de maduración, etc.
“Nuestro grupo acaba de publicar una comparación de todas las tablas de los FODMAPs (del inglés Fermentable Oligo-Di-Monosaccharides and Polyols), en la Revista Española de enfermedades Digestivas, demostrando la amplia discrepancia entre las once tablas o listas científicas publicadas».
El experto destaca la utilidad de la app de Monash de FODMAP, para saber si puedes comer lo que tienes delante. Es una aplicación interactiva donde se especifica qué tipo de azúcares tiene cada alimento y ayuda a elaborar recetas y a seguir un diario para identificar el tipo de azúcar que podría estar provocando el malestar.
De manera general, “Cualquier fruta, cuanto más dulce y más madura, más fructosa tiene «, indica. Así, en la parte baja de la lista estarán los cítricos como el limón, el pomelo o lima, y el melón, los plátanos, los arándanos…
Y, cuidado con los zumos: «no solo renunciamos a la fibra que sí tomaríamos si comiéramos la pieza entera, sino que seguramente en lugar de tomar una naranja tomaremos dos o tres piezas, con lo que estaremos sumando más cantidad de fructosa a nuestra ingesta».
¿Y qué hago con la recomendación de cinco raciones de fruta y verdura al día…?
La recomendación de tomar cinco raciones de fruta y verdura al día no es baladí. La ciencia dice que comer hasta 800 gramos reduce el riesgo de muerte prematura y de padecer enfermedades cardiovasculares. Y que el riesgo de fallecer por cáncer, se reduce ingiriendo hasta 600 gramos.
También sabemos que el reparto entre frutas y verdura en España debe ser de tres raciones de las primeras y dos de las segundas. ¿Qué deben hacer las personas con intolerancia o mala absorción de fructosa? ¿Ya no pueden comer sano nunca más…?
San Mauro rebate la exageración: “Que, puntualmente, en un periodo corto y controlado con un experto en nutrición y dietética, la persona no tome fruta, no es un problema. No pasa nada. De todas maneras, ni siquiera en los casos más extremos nos hemos visto en la obligación de retirar de la dieta absolutamente toda la fructosa… Y empezamos por tratar la causa para poder reincorporarlas a la dieta habitual”.
Y recuerda que los expertos en nutrición y dietética con experiencia en intolerancia a la fructosa saben introducir las vitaminas, minerales y fibra que aportan las frutas a través de otros alimentos, que existe un complemento alimenticio que ayuda a su tolerancia, que hay frutas con más y menos fructosa por lo que siempre se pueden elegir estas últimas y que se debe separar su ingesta de las comidas principales (en desayuno, media mañana y merienda) para que no sume fructosa, ya que algunos vegetales también contienen.
Experto del post: Ismael San Mauro. Académico Numerario de la Academia Española de Nutrición y Dietética. Dietista-nutricioniesta. Doctor en Biomedicina. Master en Nutrigenómica. Profesor en el Grado de Nutrición Humana y Dietética en la Universidad Complutense de Madrid, profesor de master en la Universidad Alfonso X el Sabio, Universidad de Valencia y Universidad Europea de Madrid. Director de los Centros de Investigación en Nutrición y Salud (Grupo Cinusa) y la Clínica CINUSA. www.grupocinusa.es Instagram: @grupocinusa
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