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¿Adiós a la copita de vino en la comida?
¿Adiós a la copita de vino en la comida?: beber alcohol de forma moderada no es bueno para la salud
Los que beben bajas cantidades de alcohol no tienen menos riesgo de fallecer por todas las causas, según un estudio del Instituto de Salud Carlos III.
Rocío R. García-Abadillo, publicado en Diario Médico el Dom, 04/08/2024 –
Cuántas veces hemos oído, incluso hemos dicho nosotros mismos, que una copita de vino en la comida es cardiosaludable (o que un chupito de hierbas es digestivo). Nos refugiamos en esa excusa para sentirnos menos culpables o quizá queremos creer de verdad, y más siendo éste un país vitivinicultor, que esos vinos no solo nos dan un momento de placer sino que nos protegen el corazón, al fin y al cabo tienen polifenoles, que son antioxidantes… Por excusas que no quede.
Precisamente por ser una cuestión controvertida, son muchos los estudios que tratan de arrojar luz sobre este tema desde hace ya varios años, bien en el marco de una dieta mediterránea o al margen analizando los efectos sobre distintos sistemas del organismo o en la mortalidad. Un estudio publicado en Lancet en 2013 mostraba que las personas que seguían una dieta mediterránea con un consumo moderado de vino tinto tenían menor riesgo de muerte por enfermedades cardiovasculares, accidente cerebrovascular y alzhéimer. Pero en agosto de 2018 la misma revista publicó un trabajo con estimaciones para 195 países desde 1990 hasta 2016 en el que se afirmaba que no hay un consumo mínimo saludable de alcohol. La OMS en esa misma línea subraya que no existe un umbral de seguridad que garantice la ausencia de riesgo en el consumo de alcohol.
Existe bastante consenso sobre las nefastas consecuencias a nivel cognitivo que provoca el alcohol en los adolescentes, especialmente el fenómeno ‘botellón’ (los atracones de alcohol), pero sigue habiendo discrepancias para las personas mayores de 50 años: ¿se recomienda un patrón mediterráneo de consumo moderado (en el caso concreto del vino tinto) o abstinencia absoluta?
Falta evidencia científica y con ese objetivo específico está en marcha el ensayo UNATI, liderado por Miguel Ángel Martínez-González, catedrático de Medicina Preventiva de la Universidad de Navarra, catedrático adjunto de Nutrición de la Universidad de Harvard y director del grupo CIBEROBN. Es la segunda vez que este investigador consigue una subvención de la convocatoria más competitiva de financiación científica europea: 2,5 millones de euros en este caso que servirán para comparar los efectos de esas dos opciones (consumo moderado frente a abstinencia).
Pero mientras se tienen esos resultados, otra investigación liderada desde el Instituto de Salud Carlos III (ISCIII) aporta ahora nuevas evidencias de que el consumo de alcohol (en general) no es beneficioso para la salud, y de que se acompaña de riesgos crecientes según aumentan las cantidades en el consumo. Es más, el trabajo hace hincapié en que, en comparación con los bebedores ocasionales e infrecuentes (los que consumen alcohol una vez al mes o menos), los que beben bajas cantidades de alcohol no tienen un menor riesgo de fallecer por todas las causas. Así que no, esa copita de vino con la comida no es beneficiosa para la salud.
El trabajo, publicado en la revista Addictive Behaviors, es un estudio longitudinal que incluye a 43.071 participantes mayores de 15 años de la Encuesta Nacional de Salud de 2011 y la Encuesta Europea de Salud en España 2014, datos que se cruzaron con el registro de mortalidad hasta diciembre de 2021. «El objetivo de este estudio es estimar la asociación del consumo de alcohol y la mortalidad por todas las causas en España«, indica Iñaki Galán Labaca, autor principal de este estudio liderado desde el Centro Nacional de Epidemiología del ISCIII. El trabajo también está firmado por las investigadoras del CNE-ISCIII Julia Fontán, Cristina Ortiz, Teresa López-Cuadrado, María Téllez y Esther García-Esquinas.
En la investigación se preguntó por la ingesta de seis tipos de bebidas alcohólicas: vino, cerveza, vermuts y aperitivos, licores, combinados y sidra, registrando la frecuencia y cantidad del consumo, y calculando posteriormente el contenido en etanol según el porcentaje de alcohol que contiene la bebida, según explica Galán. A partir de 20 gramos/día (el equivalente a dos copas de vino o dos cañas de cerveza) el riesgo crece a medida que se incrementa el consumo de alcohol.
Sin embargo, el consumo por debajo de 20 gr./día no parece aumentar el riesgo de mortalidad ni disminuirlo. Estos bebedores de bajas cantidades de alcohol no tienen un menor riesgo de fallecer (por todas las causas) en comparación con los bebedores ocasionales e infrecuentes (las personas que consumen alcohol una vez al mes o menos), lo que aporta nuevas pruebas para refutar el mensaje de que beber alcohol en pequeñas cantidades podría ser beneficioso para la salud, indica Galán. También tienen un mayor riesgo de mortalidad las personas abstemias y las personas exbebedoras.
El investigador apunta: «Estos resultados nos indican que los estudios que enfatizan que beber alcohol en cantidades moderadas puede ser bueno para la salud, están basados en utilizar como referencia a las personas abstemias, categoría que no es una buena referencia ya que por distintas razones tienen un peor estado de salud y un mayor riesgo de mortalidad. Por este motivo, se puede estar difundiendo un mensaje de salud pública muy equivocado«.
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En este sentido, Galán explica que la población abstemia tiene unas características sociodemográficas y de estilos de vida muy diferentes a las de la población general. «Además, de forma consistente con otros estudios, los abstemios tienen un peor estado de salud que podría estar asociado tanto al abandono del consumo de alcohol debido a problemas de salud, como a no iniciar el consumo debido a tener antecedentes de enfermedades. También se señala la existencia de un error de clasificación ya que una mayoría de la población que se define como no bebedora a lo largo de la vida, ha consumido alcohol (en mayor o menor medida) con anterioridad».
«Lógicamente en el grupo de abstemios existe un subgrupo que no toma alcohol porque no le gusta o por otros motivos no relacionados con la existencia de enfermedades, pero de forma global el grupo de abstemios tienen peor estado de salud y mayor riesgo de mortalidad», agrega Galán.
¿Esto es así para todo tipo de alcohol? A pesar de sus polifenoles, el vino no es mejor que otros licores en lo que respecta a la mortalidad. «Otro estudio también de nuestro grupo, que está en fase de publicación, analiza la asociación de los diferentes tipos de bebida con la mortalidad por todas las causas y los resultados anticipados es que no se encontraron diferencias entre diferentes tipos de alcohol«, recalca Galán.
En conclusión, los que nunca han bebido, los que habían bebido antes, los que consumían regularmente más de 20 gr./día y los que consumían alcohol semanalmente experimentaron un mayor riesgo de mortalidad. Mientras tanto, los que beben pequeñas cantidades de alcohol (menos de 20 gr./día) no registran mayor impacto en el riesgo de mortalidad comparados con los consumidores ocasionales e infrecuentes.
En este punto, alguien podría retorcer los resultados y autojustificarse: ‘Si me tomo esa copita de vino y no sobrepaso los 20 gr./día, como no voy a tener ni más ni menos riesgo de mortalidad respecto a no beberla, pues me la tomo’. «Este estudio analiza la asociación con la mortalidad por todas las causas. La asociación nula encontrada en este estudio hasta 20 gramos de alcohol se refiere a la mortalidad general. Sin embargo, el efecto del alcohol es diferente según las enfermedades estudiadas (y esta afirmación no es resultado de nuestro trabajo sino de la evidencia científica): en el caso de la mortalidad por cáncer, se produce un mayor riesgo desde cantidades muy pequeñas, incluso de menos de 5 gramos de alcohol, no existiendo ningún umbral de seguridad de consumo. En el caso de la cardiopatía isquémica, este efecto puede ser diferente y probablemente cantidades pequeñas de alcohol no sean negativas como en el caso del cáncer. Es por ello que el mensaje a recomendar debe ser ‘alcohol, cuanto menos mejor’«, concluye categórico Galán.
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