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¿Adiós a las fechas de caducidad de alimentos?
¿Adiós a las fechas de caducidad de alimentos en Reino Unido?
Supermercados británicos quitan las indicaciones temporales sobre el buen estado de los productos perecederos, como medida para reducir el desperdicio alimentario, y animan a fiarse del olfato para determinar su validez
Por Mario Sánchez Rosagro publico en Consumer Eroski el 22 de septiembre de 2022
El yogur dejó de tener fecha de caducidad en España, un asunto que fue polémico durante varios años en nuestro país. Hace unas semanas saltaba una noticia que también ha generado controversia en torno a las fechas de los productos: “Reino Unido eliminará las fechas de caducidad de los alimentos en el supermercado”. Una novedad que, lejos de ser inofensiva, plantea muchas incógnitas en lo que a seguridad alimentaria se refiere. Eliminar las indicaciones temporales sobre el buen estado de los alimentos no es asunto baladí, aunque existen ciertos matices que debemos tener en cuenta dentro de esta información.
Por qué se ha tomado esta medida
La motivación tras este anuncio parece residir en la inflación desmesurada que está sufriendo el sector agroalimentario en general. Mucho más en una región como Reino Unido, que se ve obligada a importar un gran número de alimentos, al contrario de lo que sucede en zonas como España donde tenemos un acceso más sencillo a alimentos frescos como frutas, verduras y hortalizas.
Si a todo ello le sumamos la situación política del Brexit, lo cierto es que se ha formado un cocktail preocupante que ha motivado a algunos fabricantes de Reino Unido a retirar, supuestamente, la fecha de caducidad de sus alimentos. Aun así, las empresas han atribuido estas medidas a la lucha contra el cambio climático y el desperdicio de alimentos. En cualquier caso, las noticias que han llegado a nuestros oídos distan ligeramente de las medidas que en realidad han tenido lugar.
¿Fecha de caducidad o de consumo preferente?
Muchos medios españoles se han referido en su conjunto a la retirada de las fechas de caducidad, pero realmente la mayor parte de los cambios afectan a las fechas de consumo preferente. Así lo han anunciado supermercados como Asda para sus más de 250 referencias de frutas y verduras frescas, que hasta ahora contaban con fecha de consumo preferente. Lo mismo sucede con casi 500 productos de Waitrose y 300 referencias para Marks and Spencer —cadenas de distribución de Reino Unido— todas ellas referidas a frutas y verduras.
Seguramente te choque esta información, ya que en España la mayor parte de las frutas y verduras frescas se venden a granel y no incluyen etiquetado. Sin embargo, en Reino Unido el escenario es bien distinto por la situación que comentábamos antes referida a la enorme importación de vegetales frescos.
Es probable que un error de traducción de este término haya sido el artífice de la confusión. Sobre todo si tenemos en cuenta que a día de hoy siguen existiendo muchas dudas sobre qué es fecha de caducidad y qué es fecha de consumo preferente.
📅 Fecha de caducidad
En inglés, se utiliza el término “use by” para referirse a la fecha de caducidad: fecha que no debemos sobrepasar bajo ningún concepto, ya que una ingesta posterior puede traducirse en intoxicaciones alimentarias. Se usa en alimentos perecederos como carne, pescado, leche fresca, vegetales envasados listos para el consumo —o cuarta gama— y otros alimentos que duran poco tiempo en el frigorífico.
📅 Fecha de consumo preferente
Por otro lado, también encontramos la fecha de duración mínima o “minimum durability date”. No te preocupes si no te suena, pues es un término cuyo uso suele estar relegado al ámbito legal y profesional de la industria alimentaria. Traducido al argot popular, es la famosa fecha de consumo preferente.
En inglés se etiqueta como “best before”, nomenclatura equivalente al sonado “consumir preferentemente antes de…”. Esta mención se emplea en productos más estables que duran meses, como frutos secos, pastas, harinas y algunos alimentos procesados que han sido sometidos a tratamientos de conservación, como el caso de la leche en tetrabrik UHT. En estos casos podemos consumir los alimentos si han sobrepasado dicha fecha sin temor a intoxicaciones alimentarias. Sin embargo, el fabricante no puede garantizar el adecuado estado de las propiedades organolépticas del alimento: sabor, aroma y color.
El problema de la leche fresca
Si Reino Unido decidiera retirar las fechas de caducidad de alimentos microbiológicamente activos, como el pescado o el pollo, estaríamos ante una grave brecha de seguridad alimentaria a gran escala. Las intoxicaciones alimentarias podrían dispararse sobremanera en regiones anglosajonas, provocando serios trastornos sanitarios. Con las fechas de consumo preferente no hay tantos problemas, ya que en teoría no hay riesgo de intoxicarnos tras su vencimiento. ¿Por qué? Los tratamientos térmicos y de conservación en la industria alimentaria garantizan la inocuidad de productos como las conservas, que pueden llegar a durar años en perfectas condiciones.
El problema es que sí existe un distribuidor de Reino Unido que ha anunciado, supuestamente, la retirada de la fecha de caducidad o “use by” en algunos productos sensibles. Así lo ha comunicado la cadena Morrison para sus leches de marca propia.
Esto plantea muchas dudas, ya que la leche fresca es un producto perecedero que ha sido pasteurizado a una temperatura cercana a 75 ºC durante unos 15 segundos para eliminar los microorganismos alterantes, pero no garantiza la ausencia de patógenos. Por eso debe almacenarse en todo momento a temperaturas de refrigeración. No se le puede retirar la fecha de caducidad así como así.
Por otro lado, la leche esterilizada o UHT (Ultra High Temperature) sí que cuenta con fecha de consumo preferente. Su tratamiento térmico es más intenso —unos 135 ºC en pocos segundos—, y por eso podemos almacenarla fuera del frigorífico antes de abrirla sin problemas. Eso sí, una vez abierta debe ir a la nevera a menos de 4 ºC para garantizar su inocuidad y no podemos dejarla a temperatura ambiente.
El caso del distribuidor Morrison plantea muchas dudas, ya que no aclaran si los cambios de fecha afectarán a un tipo de leche u otro. En cualquier caso, anuncian la sustitución de la fecha de caducidad “use by” por consumo preferente o “best before” para luchar contra el desperdicio alimentario. En su comunicado dejan la puerta abierta a la duda y la inseguridad alimentaria, ya que animan a los consumidores a olfatear por ellos mismos sus leches para saber si se encuentran en buen estado o no. Esta práctica es sumamente arriesgada, ya que la presencia de microorganismos patógenos no suele mostrar síntomas organolépticos.
Información confusa y peligrosa para los consumidores
El peligro de este asunto reside en la falta de información que se está transmitiendo a la población, ya que su difusión incorrecta podría dar lugar a grandes malentendidos en materia de inocuidad alimentaria. De hecho, estamos ante un caso muy ilustrativo de ello. Animar a los consumidores a olfatear alimentos para garantizar su buen estado puede ser peligroso, sobre todo si estas recomendaciones no van acompañadas de unas buenas prácticas en casa. Hacerlo en alimentos perecederos y que ya están abiertos es todo un riesgo.
Los alimentos caducados o que presentan desarrollo de microorganismos patógenos pueden no presentar síntomas palpables de deterioro a nivel olfativo. Lo mismo sucede con ciertos productos procesados que pierden totalmente su condición de seguros una vez abierto el envase. Cuando esto sucede, el alimento comienza a deteriorarse y no es válido aplicar criterios de control propios del usuario para conocer si el alimento se encuentra en condiciones aptas para el consumo.
En definitiva, esta medida propulsada por algunas compañías en Reino Unido plantea demasiadas incógnitas. Desde luego, a nivel sanitario pueden aparecer riesgos si no se comunica de modo correcto la distinción entre fechas de caducidad y consumo preferente. Por otro lado, en caso de aplicarse correctamente, podría resultar una interesante alternativa para combatir el desperdicio alimentario en los hogares y dentro de las cadenas de distribución. Eso sí, haciéndolo bien y sin jugar con la salud de los consumidores. Cierto es que, a diario, se desperdician grandes cantidades de alimentos que podrían todavía consumirse: productos fechados con consumo preferente. Pero hay que marcar muy bien los límites y no bromear con los alimentos perecederos. Con la seguridad alimentaria no se juega.
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