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Cambios en el etiquetado NutriScore
Etiquetado frontal: Nutri-Score se actualiza y endurece sus criterios
La nueva adaptación, realizada por un comité científico, evita buenas valoraciones a productos de inadecuado perfil nutricional y castiga los edulcorantes
Por Natalia L. Pevida, publicado en Consumer el 9 de enero de 2024
El algoritmo de Nutri-Score tiene un doble objetivo: por un lado, ayudar a los consumidores a comparar entre alimentos similares y discriminar los de peor perfil nutricional y, por otro, impulsar a la industria alimentaria a fabricar productos más saludables. Desde su implantación, ha recibido una serie de críticas, como la poca adaptación a la dieta mediterránea, el perjuicio a productos de un solo ingrediente como el aceite de oliva o la ineficacia para ponderar el grado de procesamiento. A partir de este año, sus criterios se endurecen. Te explicamos qué cambia y por qué.
Desde hace algunos años, franceses, españoles, luxemburgueses, suizos, belgas, neerlandeses y alemanes contamos con un etiquetado frontal de cinco colores y letras, conocido como Nutri-Score, cuyo fin es orientar nuestras decisiones de compra. La letra A, en color verde, es para señalar la mejor opción, y la letra E, en naranja oscuro, para advertir de que un producto tiene un mal perfil nutricional.
En 2017 los franceses estrenaron este sistema que se apoya en numerosos trabajos científicos de validación, en particular estudios de cohorte sobre centenares de miles de personas y trabajos realizados en supermercado en condiciones reales.
En estos años, Bélgica, Luxemburgo, Alemania, Países Bajos, Suiza y España han empezado a utilizarlo de manera voluntaria con el respaldo de la Comisión Europea (CE), que prevé incorporar un sistema de etiquetado nutricional armonizado en todos los países miembros. Sin embargo, esta propuesta cuenta con las reticencias de países como Italia, que tiene un etiquetado frontal propio, NutrInform Battery.
Una herramienta viva
La doctora Pilar Galán, científica nutricionista y epidemióloga de la Universidad Sorbonne Paris-Nord e impulsora del sistema Nutri-Score, remarca que “desde su creación, el funcionamiento de este semáforo nutricional siempre se planteó como una herramienta susceptible de ir modificándose conforme a las actualizaciones marcadas por los hallazgos en materia de nutrición, para aumentar su efectividad”. Un compromiso que cristalizó en 2021 con la creación de un comité científico exclusivo para someter a revisión la herramienta.
Desde su puesta en funcionamiento, organismos como el Instituto de Salud Carlos III han animado a la aplicación de ajustes que permitan al consumidor decantarse por las opciones más adecuadas. Esto ya venía fraguándose desde 2020, cuando se empezó a trabajar en el cambio de la puntuación del aceite de oliva, calificado entonces con una C debido a la penalización de las grasas, sin distinguir el tipo.
Así las cosas, la modificación actual endurece las penalizaciones de alimentos que cuentan con ingredientes como la sal, las grasas saturadas, el azúcar o los edulcorantes de las bebidas.
¿Qué cambia ahora en Nutri-Score?
La estructura de Nutri-Score se mantiene: unos componentes suman puntos y otros penalizan. Pero cambian la cantidad de puntos que se asignan, los grupos de alimentos y los umbrales para otorgar esa puntuación.
🔹 Sal
¿Por qué?
Según estimaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS), los adultos toman una media de 10 gramos de sal al día, el doble de lo que se recomienda. Un consumo excesivo de sal aumenta el riesgo de hipertensión, problemas cardiovasculares, patologías renales, circulatorias o algunos tipos de cáncer.
- Antes. Para las puntuaciones, Nutri-Score valoraba la cantidad de sodio, no de sal (que se calcula multiplicando el sodio por 2,5). Sin embargo, la Comisión Europea instaba a los fabricantes a utilizar el término “sal”, que incluye todas las formas de cloruro sódico.
- Ahora. Aumenta la penalización por este ingrediente. Si en la versión anterior a un alimento con 2 gramos de sal por 100 g se le restaban 10 puntos, en la versión actual la misma cantidad de sal supone 20 puntos menos.
🔹 Azúcar
¿Por qué?
La Organización Mundial de la Salud aconseja reducir el consumo de azúcar al 5 % de la ingesta calórica diaria, lo que equivale a unos 25 gramos al día.
- Antes. Las penalizaciones con 1 punto empezaban en 4,5 g/100 g de azúcar, restando como máximo 10 puntos a aquellos productos que superaban esa cantidad.
- Ahora. Resta más. En el caso de los alimentos sólidos, se establece una escala de penalizaciones que van desde 1 punto para productos con más de 3,4 g/100 g de azúcar, y hasta 15 puntos para aquellos a partir de 51 g/100 g.
🔹 Bebidas
¿Por qué?
El algoritmo se actualiza según la literatura científica más reciente con un doble objetivo: por un lado, distinguir las bebidas a base de leche y yogur con alto contenido en azúcar; y, por otro, advertir sobre la presencia de edulcorantes, dadas las últimas evidencias sobre los edulcorantes no nutritivos (NNS) y su impacto sobre la microbiota, la enfermedad cardiovascular y la mortalidad prematura.
- Antes. La leche, las bebidas lácteas, las fermentadas a base de leche y las bebidas vegetales se incluían en la categoría alimentos generales. En cuanto a la clasificación en Nutri-Score, las leches desnatadas y semidesnatadas aparecían en la categoría A; mientras que la entera aparecía en la categoría B. Las bebidas vegetales también aparecían en la categoría A. Los refrescos “zero” obtenían una B y los zumos de fruta 100 %, una C.
- Ahora. La leche, las bebidas a base de leche y las de origen vegetal salen de la categoría de los alimentos sólidos. Se penaliza más el azúcar. El agua será la única bebida con una A. Las leches desnatadas y semidesnatadas obtienen una B y la entera, una C. Respecto a los zumos y néctares de frutas continúan en la C, pero las bebidas azucaradas con menos de 2 g/100 g de azúcar mejorarán a una B. Los edulcorantes acalóricos utilizados para endulzar, como la sucralosa, la sacarina o la estevia, reciben una penalización de 4 puntos. Esto hace que las bebidas que tenían una B, como los refrescos “zero”, se puntúan con una C. Los refrescos que añaden edulcorantes y azúcar pasarán de D a E.
🔹 Fibra
¿Por qué?
El cambio en la forma de contabilizar la fibra es calificado por la científica Pilar Galán como una de las actualizaciones más importantes. El objetivo es ayudar a los consumidores a distinguir los productos ricos en fibra, dadas las evidencias acumuladas sobre los beneficios para la salud respecto a sus equivalentes refinados.
- Antes. El algoritmo no distinguía entre cereales integrales y harinas refinadas, de modo que los fabricantes podían alterar la puntuación añadiendo pequeñas cantidades de fibra a productos con un perfil nutricional alto en azúcar o grasas.
- Ahora. Para que la fibra puntúe más, el producto que la lleva tiene que cumplir unos requisitos: bajo o nulo valor energético y bajo contenido en grasas que, además, no deben ser saturadas; bajo contenido en azúcares, en sal y en sodio (también en su versión añadida), y con un contenido en fibra de 3 g/100 g. Esto supone que los panes de grano entero lleven una A, mientras que los refinados estarán entre la B y C, según su nivel de sal.
🔹 Proteínas
¿Por qué?
El contenido en proteína de un producto nos ayuda a discriminar mejor los alimentos ricos en hierro y calcio. A su vez, el algoritmo atiende a las recomendaciones de la OMS en lo referente a las limitaciones del consumo de carne roja, ya que su exceso está relacionado con mortalidad prematura, hipertensión y algunos tipos de cáncer.
- Antes. El algoritmo puntuaba solo con 5 puntos las proteínas, lo que se traducía en una baja nota para los pescados y mariscos.
- Ahora. Todas las proteínas suman 7 puntos, salvo las procedentes de las carnes rojas, que no podrán obtener más de 2 puntos. Así, los pescados y mariscos se clasifican en las categorías A y B, cuando no llevan ni sal ni aceite.
🔹 Grasas
¿Por qué?
Los beneficios del aceite de oliva, los frutos secos y algunos aceites vegetales para la salud cardiovascular están demostrados por la evidencia científica. Por este motivo, se cambia la fórmula matemática para favorecer el consumo de estos productos.
- Antes. Las grasas y los aceites se incluían en la categoría de “frutas, hortalizas, legumbres y frutos secos”, lo que implicaba una mala calificación para los aceites de oliva y otras categorías de aceites vegetales. Así, en la versión anterior, el aceite de oliva y de colza recibían una C, mientras que el de girasol, maíz, cacahuete y soja, una D debido a su contenido en grasas saturadas.
- Ahora. Estos productos adquieren mayor entidad y pertenecen a una categoría propia en la que se incluyen las grasas, los aceites, los frutos secos y las semillas. El aceite de oliva y los aceites con bajo contenido en ácidos grasos saturados (colza, nuez y girasol oleico) pasan a la B. El aceite de girasol se mantiene en la C, mientras que el aceite de coco y la mantequilla continúan en E. En los empaquetados de frutos secos y semillas oleaginosas, sin sal ni azúcares añadidos, la mayoría están calificados con A y B, mientras que las versiones saladas o azucaradas pasan a las letras C y D.
Cambios para avanzar
Todos estos cambios suponen un paso más para mejorar la información que le llega a los consumidores y para que esta se adapte a la nueva evidencia científica. Los cambios en los hábitos alimentarios han de hacerse de manera progresiva y constante, poco a poco.
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