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¿Cómo combatir la obesidad?
Japón combate la obesidad infantil con una asignatura específica de nutrición
La proporción de niños con sobrepeso patológico ha bajado un 20% desde 2005
La lucha contra la obesidad infantil puede y debe empezarse en la escuela, y el programa Shokuiku de Japón lo demuestra. Este proyecto cuyo nombre viene de dieta (shoku) y formación integral (iku) se puso en marcha en 2005, y entre 2006 y 2015 había conseguido una reducción de casi en 20% en la tasa de niños con sobrepeso patológico, desde alrededor de un 5% a un 4%, de acuerdo con datos publicado en la revista Journal of Public Health de Oxford Academic. Por comparar, en España la proporción de niños obesos ronda el 18%, y México, el 30%.
Kayo Kurotani, del Instituto Nacional para la Innovación Biomédica, la Salud y la Nutrición del país asiático se encuentra de visita en Madrid invitada por la iniciativa Eduksano, formada por asociaciones de padres (Concapa) e industriales (pescadores del puerto de Vigo), que tienen el proyecto de copiar la iniciativa en España. Esta se basa en que la nutrición y la alimentación son una asignatura curricular “igual que pueden serlo las matemáticas o las ciencias” en la que además se han formado más de 6.000 profesores nutricionistas, y que trabaja en dos aspectos: en clase, y, también, supervisando la comida que se da en los colegios y el uso que se le da.
Kurotani, por ejemplo, explica que en Japón son los propios alumnos los encargados de repartir las raciones a sus compañeros, lo que les obliga a medir y ser equitativos. También hay un especial hincapié en que se consuman productos locales, algo más ecológico y económico, y en reducir el desperdicio de alimentos.
El plan de comedores infantiles supone, además, una política de igualdad. En Japón, como en Occidente, las familias con menos recursos tienden a comer productos de peor calidad. La iniciativa estatal, que da comida 190 de los 365 días del año a los alumnos, supone que para un chico de clase acomodada, en el colegio ingiere el 18,8% de los vegetales de su dieta. Para uno pobre, el menú escolar le aporta el 22,3%, explica Kurotani.
En el proyecto japonés también intervienen otros factores, como la prohibición de máquinas de dispensación de comida o bebida en los colegios, lo que dificulta el acceso a productos industriales con elevadas cantidades de grasas o azúcares.
Sobre los beneficios del programa, la experta prefiere ser prudente. “No hemos estudiado una relación causa efecto con el control de la obesidad infantil, pero sí hay una relación temporal”, afirma. También expone otros beneficios cualitativos que se han medido. Ya en 2010, a apenas cinco años de iniciarse el plan, el 78,8% de las escuelas lo tenía implantado; el 76,6% había mejorado los datos de las dietas de los alumnos y el 74,5% había aumentado el consumo de productos locales.
En todos los niveles del proyecto se incluyen no solo medidas concretas, sino también aspectos menos tangibles, como el agradecer a los productores sus alimentos. Así, por ejemplo, Kurotani expone cómo, además de consumir repollo local, se invita al agricultor al colegio para que los niños se enteren de cómo los cosecha y le den las gracias por el producto.
Igual que en el resto del mundo, los pequeños suelen preferir la carne y las patatas fritas al pescado y las verduras. Para cambiar la tendencia, Kurotani explica que se enseña a los niños a interaccionar con los alimentos para acostumbrarse a ellos. Por ejemplo, aprenden a preparar sardinas. “Así pueden comer algo absolutamente delicioso elaborado por ellos mismos”.
La experta en nutrición ha visitado varios colegios en Madrid y, de lo que ha visto, le han chocado aspectos como que en algunos centros la comida es un autoservicio con varias opciones. De esta manera, es más difícil que los niños se acostumbren a tomar dietas variadas y más saludables, opina.
El Shokuiku no es solo un programa infantil. La idea es que ese aprendizaje se mantenga durante toda la vida, ayudando a conservar uno de los logros japoneses: no hay duda de que la elevada esperanza de vida (la primera del mundo) está asociada a tener una obesidad en adultos de menos del 4%. EMILIO DE BENITO. El País. 04-10-18. VER MÁS
Fuster y Adrià piden la alimentación como asignatura obligatoria
El cocinero Ferran Adrià y el cardiólogo Valentí Fuster reclamaron ayer en Barcelona, en el curso internacional de cardiología EuroPCR, que la alimentación se convierta en asignatura obligatoria en los colegios. “Les pido que digan a sus gobiernos que introduzcan en las escuelas algo que hacemos tres horas al día: alimentarnos”, animó Adrià a los conferenciantes tras presentar la Fundación Alicia, dedicada a la ciencia y a la alimentación.
Adrià, que trabaja junto con Fuster en la citada fundación, animó a convertir España, un referente mundial en alta cocina, en un ejemplo en educación alimentaria.
Fuster aseguró que la gente necesita mensajes sencillos que promocionen la salud y recordó que hay seis factores de riesgo que pueden dar lugar a un infarto de miocardio o a un accidente cerebral. Dos de ellos son físicos: la hipertensión y la obesidad; dos son químicos: el colesterol y la glucosa, y los dos últimos dependen de si se fuma y si se hace ejercicio. “Si a los 50 años no se reúne ninguno de estos factores, la posibilidad de un infarto en los próximos 10 años es de 1%, si se tienen tres, el riesgo sube al 20%”, afirmó.
Fuster añadió que para adelgazar “uno tiene que comer menos, para bajar el colesterol hay que tomar alimentos bajos en grasas y para tener una buena salud es necesario comer alimentos con color”. ANA PANTALEONI 17 MAY 2008. El País
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