Noticias. Obesidad y sobrepeso
¿Cuáles son los riesgos de la obesidad y cómo prevenirlos?
¿Cuáles son los riesgos de la obesidad y cómo prevenirlos?
Los expertos alertan que esta condición puede desencadenar enfermedades muy graves
La obesidad representa un problema de salud pública a nivel mundial
Por Nora Rosell, publicado en La Vanguardia el 10/09/2024 06:00
La obesidad es una de las enfermedades más estigmatizadas en la actualidad. La Organización Mundial de la Salud la define como una acumulación anormal o excesiva de grasa que puede ser perjudicial para la salud, y el foco suele ponerse en el aspecto físico. Sin embargo, detrás de esta condición se esconden muchas otras complicaciones, ya que es una enfermedad crónica que afecta aspectos biológicos, psicológicos y sociales de la vida de las personas que la tienen. En 2016, se estimaba que más de 650 millones de adultos vivían con obesidad, lo que representa un 13% de la población mundial.
La doctora Anni de Hollanda, endocrinóloga del Hospital Clínic Barcelona, explica cómo el estigma afecta a las personas con esta enfermedad: “El paciente puede tardar una media de seis años en consultar por la obesidad. Cree que es su responsabilidad y su culpa”. El hecho de que un paciente no acuda al médico puede afectar gravemente a su salud a largo plazo. Esta condición se asocia con un mayor riesgo de desarrollar enfermedades cardiovasculares, un incremento en la mortalidad y una disminución en la calidad de vida.
El paciente puede tardar una media de seis años en consultar por la obesidad. Cree que es su responsabilidad y su culpa (Doctora Anni de HollandaEndocrinóloga del Hospital Clínic Barcelona)
El síntoma principal y más visible de la obesidad es el aumento de peso, lo que a su vez desencadena otros problemas. Entre ellos se encuentran la apnea del sueño, el dolor de espalda y en las articulaciones, la sudoración excesiva, la intolerancia al calor, las infecciones en los pliegues cutáneos, la fatiga y la sensación de falta de aire. También pueden aparecer signos como trastornos cutáneos, estrías, edemas y varices. Sin embargo, las complicaciones crónicas que comporta la obesidad son numerosas y pueden llegar a ser graves.
Algunas de las enfermedades asociadas a la obesidad son la diabetes tipo 2, el síndrome de ovario poliquístico, la infertilidad, la hipertensión arterial, la cardiopatía isquémica, la insuficiencia cardíaca, la demencia, la incontinencia urinaria, la insuficiencia renal crónica, la disfunción eréctil y los varios tipos de cáncer. Por otro lado, a nivel psiquiátrico, la obesidad se asocia con trastornos depresivos, de ansiedad y de conducta alimentaria. Aunque existe la creencia de que la obesidad solo está relacionada con la dieta, la doctora Violeta Moizé, dietista-nutricionista del Hospital Clínic Barcelona, aclara que no es así: “Comer mal lo hacemos muchas personas, y no todas desarrollamos obesidad”.
Existen muchos más factores que explican por qué una persona puede desarrollar obesidad. Si bien la alimentación poco saludable y el sedentarismo son determinantes, también hay aspectos que no se pueden controlar, como los factores socioculturales (menor nivel educacional y menor nivel de ingresos), factores genéticos (puede ser hereditaria), la raza (tiene un alto grado de incidencia en personas afrodescendientes y de origen hispano) o el uso de ciertos medicamentos. Por otro lado, las mujeres son más propensas a desarrollar obesidad debido al embarazo o la menopausia, y con la edad, los cambios hormonales y un estilo de vida menos activo también contribuyen a su aparición.
El tratamiento principal para la obesidad es una alimentación saludable y la práctica regular de ejercicio físico, pero esto no implica pasar hambre. De hecho, las “dietas milagro”, que prometen pérdidas rápidas de peso rápidas sin apenas esfuerzo, conllevan múltiples riesgos para la salud. El principal problema es que aumentan deficiencias nutricionales, lo que puede provocar alteraciones del gusto y del apetito, caída del cabello, uñas débiles, osteoporosis o trastornos en la coagulación sanguínea. Además, estas dietas favorecen el efecto rebote cuando se retoman los hábitos anteriores. “La idea sería elegir cambios que puedan mantenerse toda la vida”, recomienda la doctora Moizé.
Algunos consejos y cambios en la vida cotidiana que pueden marcar una gran diferencia son planificar el menú semanal y cocinar en casa, preferiblemente al vapor, a la plancha o al horno, en lugar de recurrir a alimentos procesados y precocinados. También es útil establecer un horario regular de comidas y evitar distracciones como la televisión o el móvil. Es importante limitar la cantidad de horas que se pasan frente a las pantallas, evitar hábitos tóxicos como el tabaco o el alcohol y limitar el consumo de cafeína. Por último, una buena calidad de sueño es esencial, por lo que se recomienda mantener una rutina horaria para acostarse y despertarse, escoger cenas ligeras y practicar actividad física regular.
El aumento en la prevalencia de obesidad infantil preocupa a los expertos, ya que se ha duplicado en los últimos 30 años. Por esta razón, es urgente desarrollar programas para prevenir la obesidad, especialmente en las escuelas, donde la educación nutricional puede generar cambios de comportamiento a largo plazo. El apoyo familiar también es fundamental para reducir la obesidad en menores y adolescentes. Tal como señala la doctora Alba Andreu, nutricionista del Hospital Clínic Barcelona, “la prevalencia de obesidad en los países desarrollados es un problema de salud pública”. Para enfrentarla, es importante advertir de sus consecuencias sin caer en el estigma hacia las personas afectadas.
Leave a reply