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Dieta citogénica hipocalórica
La dieta cetogénica hipocalórica suma a la pérdida de peso una mejora inmunológica
Esta pauta logra una pérdida de peso y puede potenciar el sistema inmune, lo que permite combatir las comorbilidades de la obesidad.
La dieta cetogénica se define por una reducción de los hidratos de carbono y una adecuada ingesta de proteínas y grasas.
María R. Lagoa. Publicado en Diario Médico el Mié, 05/10/2022 – 16:38
La dieta cetogénica muy baja en calorías es una intervención nutricional que resulta útil en clínica para personas con un índice de masa corporal (IMC) que identifica cualquier rango de sobrepeso u obesidad. Sus beneficios sobre la pérdida de peso corporal son claros y rápidos, mayores que los que se consiguen con una dieta hipocalórica convencional. Pero los últimos hallazgos muestran otras consecuencias que no son baladíes y pueden favorecer el estado general de los pacientes. Es un abordaje que logra mejorar los efectos sobre los biomarcadores de estrés oxidativo e inflamatorio, no sólo más que la dieta hipocalórica estándar, sino también que la cirugía bariátrica.
Hay que recordar que la obesidad se caracteriza por una inflamación crónica de bajo grado y que el exceso de grasa visceral es una fuente de citoquinas, por lo que las personas con obesidad están sometidas a mayor estrés oxidativo. La producción de cuerpos cetónicos que se produce con este tratamiento rebaja la inflamación y mejora la respuesta inmune, lo que significa una posible solución para combatir las comorbilidades asociadas a la obesidad.
El grupo que lidera Felipe Casanueva y Ana Belén Crujeiras lleva años trabajando con esta estrategia en el Hospital Clínico Universitario de Santiago, consiguiendo pérdidas de peso en torno a los 20 kilos. Es un descenso que se produce a expensas de la grasa corporal pero manteniendo la masa muscular. Ahora, un estudio coordinado por el CiberOBN y publicado en la revista Clinical Nutrition demuestra que la cetosis nutricional, junto con la pérdida de peso inducida por la dieta, mejora más la respuesta inmune en estos pacientes en comparación con la cirugía bariátrica y la dieta baja en calorías estándar.
“Los resultados ponen de manifiesto su posible utilidad para combatir la obesidad y sus enfermedades asociadas, como el cáncer y las infecciones virales, por ejemplo la covid-19, así como para promover un envejecimiento saludable”, resalta Ana Belén Crujeiras, investigadora principal.
Esta intervención nutricional disminuye los hidratos de carbono, por lo que el organismo se adapta para utilizar como fuente de energía la grasa y sintetizar cuerpos cetónicos, que tienen propiedades antiinflamatorias y antioxidantes. Asimismo, se reduce el consumo de grasas y se controlan las proteínas. Durante los primeros 60-90 días se utilizan preparados de proteínas de alta calidad para soportar las funciones del organismo y suplementos de vitaminas y minerales. El tratamiento tiene una duración de seis meses.
Primero en estudiar su efecto sobre los biomarcadores
El estudio publicado en Clinical Nutrition es el primero en analizar exhaustivamente el efecto de este tipo de tratamiento en un extenso panel de biomarcadores inflamatorios y de estrés oxidativo, casi 30. Para ello, se incluyeron voluntarios con normopeso y se reclutaron 79 pacientes con sobrepeso y obesidad, que fueron asignados al azar a tres grupos de intervención: dieta cetogénica muy baja en calorías, dieta hipocalórica y cirugía bariátrica.
La investigación confirma que los pacientes sometidos a distintas intervenciones de pérdida de peso experimentan cambios diferenciales en los niveles de citocinas circulantes y biomarcadores de estrés oxidativo. Este efecto siempre es superior y más notorio en aquellos pacientes que realizan la dieta cetogénica muy baja en calorías que en los que siguen una dieta hipocalórica convencional o se someten a cirugía bariátrica.
Estas consecuencias se observan principalmente durante la fase donde se produce una cetosis nutricional. Los cambios producidos tras la dieta principalmente ocurren en citocinas como IL-11, IL-12, IL-2, INF y INF-β, Pentraxin-3 o MMP1, las cuales, tras la pérdida de peso con esta intervención, alcanzan niveles similares a los observados en personas con normopeso. “Con respecto a la cirugía bariátrica, la diferencia más importante es la producción de cuerpos cetónicos”, aclara Crujeiras.
El impacto sobre los marcadores de estrés oxidativo es más notable en la fase aguda de la intervención, ya que se correlaciona positivamente con la mayor concentración de cuerpos cetónicos circulantes. Según la investigadora del CiberOBN, “esta intervención podría aumentar la mitohormesis, es decir, la respuesta adaptativa que se produce tras un aumento de la actividad mitocondrial junto con el incremento de la producción de especies reactivas de oxígeno, elevando la capacidad antioxidante, la salud metabólica y la esperanza de vida”.
Estrategia fácil de seguir, bajo supervisión médica
Ana Belén Crujeiras asegura que se trata de una estrategia fácil de seguir en la práctica clínica porque los beneficios en el peso corporal son mayores que con la dieta hipocalórica estándar, los pacientes refieren que su calidad de vida mejora y se puede utilizar con personas que tienen sobrepeso. La cirugía bariátrica no es accesible para todos, el IMC ha de ser superior a 35-40 y es una intervención invasiva.
De todas maneras, la investigadora enfatiza una aclaración: “No se puede confundir esta estrategia con las dietas cetogénicas que circulan por las redes, que carecen de control sobre el consumo de grasas y proteínas. Esto es un procedimiento médico que ha de ser indicado y guiado por un especialista”. También aprovecha para insistir en una reivindicación ya antigua: la financiación pública de los tratamientos de obesidad.
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