Noticias. Alimentación
El almuerzo de los niños
¿Los niños de hoy almuerzan mejor que los de antes?
El interés creciente por la alimentación saludable de los menores no se refleja en las actuales tasas de sobrepeso y obesidad infantil
Desayunar, vestirse, preparar la mochila e introducir en ella un snack para consumir en el recreo. La escena se viene repitiendo desde siempre, aunque con ingredientes distintos: como reflejo de un interés cada vez mayor de la sociedad por la alimentación saludable, el picoteo de media mañana ha cambiado en los últimos años. Sin embargo, los niños de hoy no están tan sanos como esa concienciación por el bienestar podría sugerir. Según el Estudio Nutricional y de Hábitos Alimentarios de la Población Española (ENPE), impulsado en 2015 por la Fundación EROSKI, la tasa de obesidad de los menores de 6 a 9 años se incrementó en un 22,8 % desde 2000. El dato nos pone a la cabeza de Europa, solo por detrás de Chipre. ¿Qué hacer? A continuación veremos qué tomaban en el recreo los niños antes y qué comen ahora. Además, daremos algunos consejos de almuerzos de la mano de expertos.
Aperitivos y almuerzos de ayer y hoy
Los aperitivos de antes eran, en general, menos procesados. Andrea Marqués, nutricionista y experta en Dietética y Gastronomía, lo explica así: «Algunos productos no tenían tantos aditivos ni conservantes. Esto se puede ver en los panes congelados que se comercializan en la actualidad. Por otra parte, los bocadillos podían incluir rellenos menos saludables, como embutidos, aunque unos eran más sanos que otros, como el jamón».
En la actualidad, hay padres muy comprometidos con garantizar una adecuada alimentación para sus hijos, pero otros no lo están tanto o no disponen de suficiente información. Hoy en día existen muchas opciones, y progenitores preocupados que le dan a su hijo una pieza de fruta, frutos secos en un táper pequeño o medio sándwich integral con un poco de jamón. Pero luego está el polo opuesto: quienes recurren a los ultraprocesados. «Esta es la lucha que tenemos los nutricionistas. Padres que les dan a los niños paquetitos de galletas con mucho azúcar, bollería industrial con grasas saturadas y zumos con azúcar añadido», describe la experta.
En décadas pasadas se daba prioridad a la comida casera. «Hoy, aunque los productos ultraprocesados están sometidos al marco de la seguridad alimentaria, incorporan una serie de compuestos químicos que, a veces, si se consumen en exceso, pueden actuar como inductores endocrinos o alterar el metabolismo; si se acumulan, pueden ser perjudiciales para el organismo. Deberíamos evitar los ultraprocesados siempre que podamos», aconseja Marqués.
La importancia de picar algo (sano)
La comida del recreo supone, como mínimo, el 10 % del aporte calórico diario. Por más que en los últimos años se esté cuestionando la ideoneidad de hacer cinco comidas al día, que los menores piquen algo a media mañana es mejor que si no lo hacen. «En jornadas que pueden empezar a las ocho o nueve de la mañana y se prolongan hasta la hora de comer, sí es necesario, sobre todo en niños que desayunan mal en casa», advierte Andrea Marqués. Ahora bien, también es preciso que esa opción matinal sea lo más saludable posible.
Algunas alternativas respaldadas por los nutricionistas son las siguientes. Si el menor no ha desayunado bien, sería conveniente darle una pieza de fruta para que tenga el aporte necesario de vitaminas; mejor fresca que en zumo, para no añadir más azúcar. Otra opción es meterle en la mochila un puñado de frutos secos, que contienen grasas saludables y omega 3, y vienen muy bien para la actividad cerebral. Incluso se puede incluir un pequeño lácteo o, si sabemos que el niño tiene apetito, medio sándwich de pan integral relleno de un poquito de jamón serrano o jamón cocido, o de media lata de atún que le aporte proteínas de calidad. En cambio, convendría evitar el chorizo, el salchichón y otros embutidos con exceso de grasa.
Puestos a planificar un picoteo saludable, sería buena idea intentar conjugarlo con los menús diarios del comedor escolar. Se elaboren en cocinas propias o en empresas externas, están sujetos a unos férreos estándares de calidad que fomentan la inclusión de frutas y verduras y limitan la presencia de fritos, precocinados o derivados cárnicos, como salchichas o hamburguesas. La nutricionista cita algunos ejemplos de cómo combinar los platos de la comida con el snack del recreo: «Si el niño va a comer un arroz con pescado y no va a ingerir verdura, deberíamos incidir más en que ese día se llevara fruta. La jornada en la que no vaya a consumir proteína animal porque tiene legumbres de plato único, debería llevarse algo más de proteína a media mañana. También podemos fijarnos en el postre del menú: cuando sea fruta, llevarles yogur, y viceversa».
- ¿De qué le hago el bocata?
Es razonable albergar la sospecha de que alejar a los niños de un almuerzo poco saludable hará que se atiborren de zumos y chucherías fuera del centro escolar. Pero se ha demostrado que no es así. En 2009, investigadores estadounidenses convencieron a los alumnos de tres colegios para que dejaran de consumir bocadillos y refrescos, mientras que no dieron directriz alguna a los estudiantes de otros tres centros. Como revelan los resultados publicados en Health Education & Behaiour, al término del experimento, los alumnos a quienes se les habían retirado los aperitivos menos recomendables admitieron que no habían tenido un consumo compensatorio de estos en el hogar.
Un piscolabis sano educa al menor en los hábitos saludables y acostumbra su sentido del gusto a comidas que ayudan a cuidar su organismo. «Sabemos que a los niños les cuesta comer ciertos alimentos y aceptan mejor otros. Eso hay que tenerlo en cuenta», dice Juana María González Prada, dietista-nutricionista. «El apetito está relacionado con saber identificar el alimento, que te guste verlo, la textura… La comida tiene que estar rica. Con el sentido del gusto se nace, pero también se educa», concluye.
Estos hábitos influyen directamente en la tasa de sobrepeso y obesidad infantil. Es responsabilidad de los padres que los niños lleven una alimentación saludable, pero en casas donde se come mal, los menores comen mal. «En general, los niños que proceden de hogares donde se consumen muchos alimentos ultraprocesados, van a llevar al colegio bollería industrial o galletas, y van a tener tasas de obesidad más altas», explica Andrea Marqués. Es de esperar que la tendencia contraria, la de unos padres cada vez más informados y preocupados por la vida sana, termine imponiéndose. Más aún en España, donde el apego a la dieta mediterránea debería garantizar una alimentación sana y equilibrada. Por MIGUEL ÁNGEL BARGUEÑO. Eroski Consumer. 1 de abril de 2019
Así puedes mejorar los tentempiés que llevan tus hijos al colegio
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Según una investigación de la Universidad Politécnica de Madrid (UPM), publicada en 2015, el 15 % de los niños consume bollería en el almuerzo o la merienda, el 21 % come bolsas de snacks y solo un 7 % toma fruta. El mismo estudio señala que, con un 34 %, el rey de los alimentos es el bocadillo o el sándwich. Pero ¿bocadillo de qué? Así como el relleno determinará que sea una opción más o menos saludable, hay otros tentempiés habituales que se pueden mejorar desde el punto de vista nutricional. A continuación ofrecemos cinco ejemplos de cómo darle una vuelta a las opciones más socorridas en los almuerzos y meriendas actuales de los niños.
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1. Bocadillo de mortadela: medio sándwich vegetal con pan integral
El bocadillo de mortadela tiene un alto contenido en grasas saturadas (precursoras de colesterol) y en calorías (266 Kcal/100 g de mortadela). Puedes cambiarlo por medio sándwich vegetal con pan integral. Con esta variedad aportamos micronutrientes (vitaminas y minerales) y fibra, que perderíamos con el pan blanco.
2. Bollería industrial: galletas o bollería caseras
Cruasanes y galletas contienen gran cantidad de grasas saturadas y azúcares. La mayoría de estos productos posee una media de 450 calorías por 100 g, y pueden llegar a las 600. Sustitúyelos por unas galletas o bollería caseras. Elaborar estos productos en el hogar te asegura emplear grasas saludables, como aceite de oliva. Además, puedes añadirle fruta y frutos secos.
3. Zumo envasado: pieza de fruta
Aunque hay productos más saludables que otros (como los 100 % exprimidos), la mayoría de los zumos envasados y néctares llevan gran cantidad de azúcares. Si quieres que tus hijos disfruten de todos los beneficios de la fruta, la mejor opción es la fresca. Baja en calorías y rica en fibra, vitaminas y minerales.
4. Bollería con chocolate: bocadillo de pan integral con chocolate negro
Posee un elevado contenido en grasa saturada, calorías y azúcares añadidos. Un dónut, por ejemplo, contiene 200 Kcal, 21 g de azúcar y 12 g de grasa. Puedes sustituir estos productos por un bocadillo de pan integral con chocolate negro. Si se quiere disfrutar del cacao, la mejor opción pasa por unir pan integral con unas onzas de chocolate negro: cuanto más puro, mejor.
5. Lácteo bebible: trozo de queso
Presenta un alto contenido de azúcar e hidratos de carbono de absorción rápida. Además, su efecto saciante es inferior a otros productos, por lo que el niño seguirá teniendo apetito. ¿Alternativas? Si eliges un lácteo, apuesta por un trozo de queso. Para acompañar, unos colines integrales. Otra opción es queso fresco con un puñado de frutos secos. MIGUEL ÁNGEL BARGUEÑO. Eroski Consumer 10 de abril de 2019
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