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Enfermedades que creemos erradicadas siguen siendo sospechosas
“Enfermedades que creemos erradicadas siguen siendo sospechosas como potencial causa de bioterrorismo”
El microbiólogo publica cada mes en la Fundación Ciencias de la Salud un boletín sobre patologías infecciosas, que como la energía, “ni se crean ni se destruyen, se transforman”.
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Rocío R. García-Abadillo Publicado en Diario Médico el Sáb, 22/06/2024 – 08:00
La introducción de los antibióticos fue un fenómeno completamente nuevo en la historia de la humanidad que lo cambió todo, de tal manera que en los años 60 la infecciosa era una patología residual en algunos países y que se derivaba aún del subdesarrollo en países como España, donde existía aún brucelosis o fiebre tifoidea. “Un periodista le preguntó al doctor Gregorio Marañón cómo veía el futuro de la patología y don Gregorio dijo ‘va a cambiar tremendamente, va a haber áreas enteras de enfermedades que van a desaparecer’. El periodista, sorprendido, preguntó qué áreas y Marañón dijo ‘por ejemplo, la patología infecciosa'”.
La anécdota la cuenta Emilio Bouza para explicar cómo, a pesar de la introducción de los antibióticos, no se acabó con las infecciones, sino que se dio paso a otra tipología en los 70. Bouza fue el primer jefe del Servicio de Microbiología Clínica y Enfermedades Infecciosas del Hospital Gregorio Marañón (de 1984 hasta 2017, cuando se jubiló), catedrático de la Facultad de Medicina de la Universidad Complutense de Madrid también hasta 2017, actualmente profesor Emérito por el rectorado de la Universidad Complutense y Emérito Asistencial por el Gobierno de la Comunidad de Madrid. Fundador de la Sociedad Española de Enfermedades Infecciosas y Microbiología Clínica (SEIMC), está considerado el introductor de la moderna Infectología en España, esa que explica cuando habla de los antibióticos.
“En los 70 en EEUU se empiezan a ver infecciones completamente diferentes a la infectología global de un país de medio desarrollo, como era el nuestro entonces -del huésped normal, controlable con higiene y con antibióticos-. Esa infectología nueva era la del inmunodeprimido, como aquellos primeros trasplantados de médula, para la que a veces no había antibiótico. O las infecciones por dispositivos como válvulas cardiacas, marcapasos, etc., cirugías invasoras que empezaron a expandirse enormemente en el mundo. Cuando volví a España tras la beca Fulbright iniciamos mi grupo en Madrid en el Ramón y Cajal y se inició también en Barcelona, en el Bellvitge, con esa nueva infectología, si bien aquí todavía había mucha patología de la antigua. En el Ramón y Cajal teníamos una consulta semanal para pacientes de brucelosis y ahora con suerte vemos uno al año y normalmente no lo ha adquirido en España”, señala Bouza.
El 24 de septiembre de 2020 fue nombrado portavoz del Grupo Covid-19 de la Comunidad de Madrid para ser un técnico entre dos administraciones -Ministerio de Sanidad y Comunidad de Madrid- que se habían dado la espalda pero querían colaborar entre sí. En menos de 48 horas presentó su dimisión. Aunque en algunas entrevistas ya en ese momento señaló que la colaboración entre administraciones que le prometieron no era cierto y que renunció por lo que presenció en esos dos días, no le gusta hablar de ese tema. “No sé por qué haber dicho ‘no’ se ha convertido en algo importante en mi currículum. Creía que tenía otros méritos”, expresa entre sorprendido e incómodo, y sigue hablando de patógenos, a los que considera menos dañinos que al ser humano.
Pregunta.
¿En qué consiste exactamente este boletín mensual? ¿De quién fue la idea, de usted o de la FCS?
Respuesta.
Cuando las facilidades no eran las de ahora y no había internet, muchos médicos españoles no tenían acceso directo a la literatura científica y con GSK [el laboratorio creó la Fundación de Ciencias de la Salud en 1991] yo hacía cada mes estas revisiones en patología infecciosa y hacíamos unos libritos mensuales que se llamaban ‘Revisión de la literatura en enfermedades infecciosas’, hay volúmenes de varios años. No solo relatábamos el artículo, sino que hacíamos un comentario, lo que facilitaba la puesta al día con la información más reciente.
Eso se fue llevando a lo digital y estuvo parado algunos años, pero con la covid se reactivó. La pandemia de repente produce un río de literatura científica, miles de artículos que son imposibles de seguir para el médico que está viendo pacientes y entonces comenzamos a hacer un boletín de covid para intentar seleccionar lo mejor que salía en esa literatura inmanejable. Nos parecía un servicio útil dentro de la web de la Fundación y, cuando pasó la pandemia de covid puro hicimos un tránsito, igual que nos ocurrió en el Colegio de Médicos donde continuamos con patógenos emergentes. Pues en el boletín hacemos una selección de trabajos sobre las novedades en enfermedades infecciosas que creemos tienen interés para los microbiólogos e infectólogos y que cumplan con el criterio de ser estudios prospectivos, comparativos y randomizados, que nos permite una selección sobre miles de artículos mensuales que ya es manejable.
La Fundación consideró que este boletín tenía bastante valor y quiso darle más visibilidad en su página web hace seis meses.
P.
¿Y su utilidad viene precisamente de los comentarios que usted aporta?
R.
Lo cuenta muy bien una de mis jóvenes colegas adjuntas, que es una mujer de 38 años, con tres hijos, sin ayuda familiar y que hace guardias. Ella me dice ‘mira, yo realmente lo que me puedo leer mes a mes es tu boletín cuando llega’. Además hemos ido haciendo el boletín en varios estratos: se puede leer el artículo completo, está la referencia y se puede bajar; se puede leer solo el abstract y el comentario, pero en la cabecera hemos puesto una especie de encabezamiento a modo de resumen, con lo cual en una frase está la esencia. Por ejemplo, ‘Tratamiento más corto de la neumonía del ventilado mecánico’. Pues alguien ya sabe de qué va ese paper. Mucha gente tiene una vida más complicada de lo que parece, sin tiempo, y algunos me dicen que mientras preparan las cenas o ponen lavadoras se leen el Boletín y con eso tienen los 10 artículos clave del mes comentados.
P.
De la covid ampliaron a enfermedades infecciosas en general porque ¿qué importancia tienen hoy en día las infecciosas? Los profesionales sin duda lo saben, no sé si la población es consciente…
R.
Pues vamos a ver algunas cifras que la gente no se entera muy bien y que, a pesar de todos los esfuerzos que hemos hecho, no han cambiado en los últimos 10 años: 45 de cada 100 pacientes que están ingresados en un hospital están recibiendo uno o más antibióticos cualquier día que uno lo mire, es decir, prácticamente uno de cada dos; y 25 de cada 100 pacientes, 1 de cada cuatro, están ahí por una infección que traen de la calle o la han adquirido dentro, es decir, una comunitaria o una nosocomial, respectivamente. Comunitarias serían aproximadamente 20 de esas 100 y un 5-7% serían adquiridas en el hospital. Hay muchos pacientes que tienen la mala suerte de tener las dos, vienen con una de la calle y les causamos otra en el hospital.
Hoy la infección se ha demostrado que sigue siendo el grupo de enfermedades capaz de matar mucho en poco tiempo a muchas personas. Más que las enfermedades crónicas, más que el cáncer, es decir, lo que hizo la covid. Mucha gente ha redescubierto en el año 2020 que hay epidemias que pueden seguir matando, que son importantes, que no siempre estamos protegidos ni tenemos vacunas ni tenemos medicamentos y que matan a mucha gente, incluso previamente sana. La patología infecciosa es multisistémica, es decir, implica al neurólogo, al gastroenterólogo y al cirujano de digestivo y al que hace injertos en la piel, o sea, es una complicación muy transversal.
Otro criterio de importancia es que estamos hablando de un grupo de enfermedades que a menudo tiene tratamiento y que, cuando no se trata adecuadamente, tiene un pronóstico horroroso: la sepsis es todavía hoy una causa de mortalidad en más de un 20% de los que la tienen pero, más importante que todo eso, y tiene que ver con las misiones de nuestra fundación, se puede prevenir. Gracias a la prevención, la infección ya no es la primera causa de muerte en enfermedades oncohematológicas y que inmunodeprimen.
Al final, todo el mundo tiene la experiencia de pasar una gripe y estar cuatro días hecho polvo en casa o que por ese motivo el abuelito de la casa tenga que ingresar en la UCI y se muera, aunque le quedara a lo mejor un tiempo de vida. De manera que la infección es una causa muy común de patología, afortunadamente hoy, en buena medida, tratable. Hemos prevenido algunas, pero cuando miramos los miles de enfermedades infecciosas que hay, solo hemos erradicado la viruela. Y ojo porque enfermedades que creemos erradicadas siguen siendo sospechosas como potencial causa de bioterrorismo: una enfermedad que se difunde con mucha rapidez, estamos hablando de lo que sería el armamento masivo más barato y más fácil de preparar por cualquier desaprensivo. Por lo tanto, el componente de la patología infecciosa en la prevención del bioterrorismo es muy importante también.
P.
Ha mencionado que entre un 5% y un 7% de las infecciones son nosocomiales. ¿Son buenas o malas cifras? ¿Cómo estamos en nosocomiales respecto a otros países?
R.
En incidencia está en unas cifras muy buenas, pero que no se han modificado en los últimos 10 años. Estamos alrededor de cifras del 7% que han repuntado un poquito durante la covid. En torno a un 25% de total de infecciones, un 20% aproximadamente de comunitarias, y estamos en casi una mitad del uso de antibióticos, y no ha variado. Esto nos puede llevar a pensar que lo que estamos haciendo es suficiente para contener un aumento de infección en una población con mayores factores de riesgo, que ha envejecido y tiene más cánceres y más patologías porque vive más. Pero creo que deberíamos de tener una reflexión para ver qué hay que hacer distinto dado que lo que venimos haciendo no baja las cifras. Yo no he asistido ni he visto por parte ni de las sociedades científicas ni de las autoridades sanitarias un mecanismo de tal reflexión. Es decir, ¿por qué no logramos bajar esas cifras? ¿Es que estamos satisfechos con el 7%? ¿Creemos que eso no se puede disminuir? ¿Hemos tocado fondo? ¿O queremos intentar, como han hecho los intensivistas, ir al concepto de la tolerancia cero? Toda infección adquirida en el hospital debe ser intolerable, debe ser considerada un accidente y como tal accidente debe ser evitable y hay que trabajar sobre eso: tolerancia cero a la patología infecciosa adquirida en el hospital.
P.
La pandemia nos ha recordado que las infecciones están aquí. Usted mencionaba antes que Gregorio Marañón pensaba que desaparecería la patología infecciosa. ¿Cree que es posible eliminarla a día de hoy o por ahora tenemos patología infecciosa para rato?
R.
La patología infecciosa la comparo con la energía, que ni se crea ni se destruye, se transforma. Es decir, realmente la patología infecciosa lo que ha hecho es cambiar de cara. Hoy la gente no muere de tuberculosis, que era una de las causas más importantes de muerte a principios del siglo pasado; hoy la sífilis está controlada terapéuticamente, pero hay un aumento de casos espectacular. De sífilis y de tuberculosis se sigue muriendo gente, aunque son enfermedades curables. Actualmente nos preocupan las complicaciones infecciosas del trasplantado cardíaco o cómo curarle sin cirugía la prótesis infectada a un señor que tiene dos válvulas cardíacas y que ya no soporta una nueva intervención. O sea, que hemos cambiado el área de interés, hemos cambiado los antibióticos, hemos cambiado la aproximación quirúrgica, pero la infección sigue ahí.
P.
Ha mencionado los antibióticos. En los últimos años se han creado nuevos después de unos años en los que no se crearon, pero ¿son suficientes?
R.
Se transmitió la idea de que no había más posibilidades de nuevos antibióticos, pero llevamos 15 años creando nuevos. ¿Son suficientes? Hay que seguir produciendo antibióticos, lo cual tropieza con un problema muy importante: ha habido varias empresas que han quebrado al producirlos, sobre todo las más pequeñas, porque los científicos decimos que necesitamos muchos nuevos antibióticos y cuando las empresas los ponen en el mercado se usan poco. Hay que hacer planes un poco más ajustados a las realidades, ir consiguiendo también que los nuevos fármacos se abaraten, y también hay que decir que una mayoría de la patología que se ve hoy por hoy en los hospitales de los primeros países del mundo es tratada con antibióticos conocidos y clásicos.
P.
Sí, pero hay personas a las que no les sirven…
R.
Sí, hay algunos casos, pero la idea apocalíptica que yo creo se volcó hace unos años de que la infección volvía a escalar cotas impensables previamente, que era una infección producida por microorganismos absolutamente intratables y que asistíamos al fin de la era antibiótica, sencillamente no es verdad.
P.
Decíamos que la covid ya no centra los boletines, tampoco abre ya los telediarios, pero estamos viendo como en las últimas semanas están aumentando los casos de covid en nuestro país. Viendo la evolución que ha seguido, ¿tenemos que preocuparnos de estos aumentos o de que pueda mutar peligrosamente en algún momento? ¿Qué podemos esperar de la covid en adelante?
R.
Niels Bohr, que era un gran científico danés y Premio Nobel de Física, decía ‘las predicciones son muy peligrosas, especialmente sobre el futuro’. Todo eso son peligros potenciales. Lo más razonable esperar es que de un patógeno que se ha difundido tanto, que la gente ha sido repetidamente vacunada y que, por tanto, existe una memoria inmunitaria porque además mucha gente se ha infectado, que conservemos un cierto recuerdo de la parentela y estemos preparados frente a un ‘pariente’. De hecho, parece comportarse así en las nuevas cepas que está habiendo, aunque hay algún dato de que son más virulentas para animales de experimentación.
P.
¿Qué les ha enseñado la covid y qué les sigue enseñando a los especialistas?
R.
Como todas las desgracias, enseñan mucha humildad, mucha reflexión. Hemos estado presumiendo de que teníamos los sistemas de medicina más preparados, salíamos vencedores de la gran epidemia del siglo reciente que ha sido el sida, podíamos fabricar vacunas con muchísima facilidad… Sin embargo, la covid se ha llevado a millones de personas por delante. Yo creo que a los especialistas y a la sociedad nos ha demostrado que no existen buenos planes de grandes catástrofes y ahora me da la impresión de que seguimos cometiendo el mismo error. Que va a haber grandes catástrofes es seguro; que vayan a ser de naturaleza infecciosa o vírica o por coronavirus, a mí me parece en orden decreciente menos probable y nos hacen falta planes más genéricos de contingencia, que la población sepa lo que tiene que hacer ante una gran catástrofe.
El único plan de catástrofes al que yo asistí durante mi vida laboral en el hospital era salir por la escalera de incendios correspondiente. No tenemos un procedimiento para llamar inmediatamente al trabajo a los profesionales sanitarios de todo el país con un sistema que no dependa de la telefonía o la telemática. No hay un plan de contingencia, que yo conozca, de grandes superficies; es decir, cuando se reforma un gran estadio deportivo o se construye un nuevo edificio de grandes dimensiones, ¿se prevé que pueda haber necesidad de albergar ahí a gente en algún momento? ¿Cuesta mucho trabajo dejar instaladas unas conducciones que puedan llevar agua, oxígeno, etc.? No hay un plan que exija a nuevas edificaciones ni un plan que diga cómo podría usarse cada edificio en caso de una gran contingencia, dónde hay reservas de alimentos o si la red de transportes no funciona.
Si ahora hubiera un gran bombardeo en Madrid no sabríamos dónde tenemos que ir, cuál es la cadena de mando de la que recibir órdenes, nadie me ha dicho si tengo que tener una zona más protegida con hormigón en el sótano o qué medicamentos debo guardar en casa, si tengo que tener en casa 50 litros de agua reservados que se cambien cada cierto tiempo o un receptor de radio por si no funcionan las redes telemáticas…
A veces me han dicho que esos planes de catástrofes existen, pero yo no los conozco y creo que nadie. No se trata de que algunos superexpertos los hayan trazado y estén en algún cajón, esa filosofía y ese mensaje no llega a la población y echo de menos no tanto el gran plan de protección frente a patología infecciosa, que es un corolario de eso, sino el gran plan de protección, es decir, qué tiene que saber la sociedad de cómo defenderse de catástrofes de todo tipo.
P.
Lo de la electricidad y la red es importante porque dependemos mucho de ello, para empezar cada vez más en los hospitales.
R.
El día que se cae la luz es una catástrofe y sin ir más lejos mira lo que pasó en el Clínic con el ciberataque. ¿Qué plan de contingencia no está establecido en los hospitales? Que se caiga la red, y ya no sabemos funcionar en los laboratorios con volantes, nadie sabe pedir una prueba escribiendo en un papel y mandando la petición a rayos o a micro. Eso hemos dejado de hacerlo, no sabemos, y nos crea un bloqueo. Los profesionales tienen que saber cómo podrían trabajar en ciertas circunstancias.
P.
No parece que estemos preparados en general para grandes contingencias, pero ¿y para otras pandemias infecciosas? ¿Cómo ve la microbiología en España?
R.
La microbiología y la patología infecciosa en España han progresado mucho, como han progresado casi todas las ciencias y fundamentalmente en el mundo sanitario. Sin embargo, no somos capaces de establecer un ranking, pero en los congresos internacionales de Microbiología y Enfermedades Infecciosas España raramente ocupa un lugar más lejano al quinto en sus contribuciones a esos congresos.
En cuanto a reputación creo que es igual para otras actividades, pero en el mundo de la patología infecciosa es muy alta. La infectomicrobiología española es respetada internacionalmente por sus contribuciones, por su agilidad, a veces también por la capacidad de hacer cosas que los sistemas sanitarios de otros no permiten y pongo un ejemplo: en el servicio de Microbiología de un hospital español si se cree que una causa de diarrea es bastante frecuentemente ignorada por los médicos o por los pacientes, yo como microbiólogo puedo introducir ese test y hacerlo. Esto en otros países es impensable porque ese test lo paga alguien. Si el médico no lo ha pedido no se puede hacer.
P.
Sanidad quiere saldar “una deuda pendiente con la salud pública con la creación de la Agencia Estatal de Salud Pública”. ¿Es suficiente para darle entidad a la salud pública y concienciar de su importancia a los que toman las decisiones y a la población? ¿Qué más habría que hacer para eso?
R.
Yo creo que hay que crear la institución física y luego hay que crear el resto, y hay que mejorar la vinculación con la red. No podemos olvidar que en los primeros momentos de la pandemia se pensó que probablemente no hacía falta que todos los hospitales estuvieran preparados para tratar casos de covid, que con que hubiera algunos específicos y de referencia bastaba. Pues ese error no lo vamos a volver a cometer, es decir, cualquier enfermedad puede llegar a muchos en poco tiempo, por tanto, hay que tener toda la red engrasada.
Y no solo eso, yo creo que veníamos un poco de la conciencia de que las grandes amenazas eran las enfermedades hemorrágicas virales y que eso era tan escandaloso que cuando venía un señor a Barajas se le llevaba a un determinado centro, allí se manejaba en una burbuja y con eso se acababan los brotes. Pero no siempre se comportan así, a veces no vienen del Sur sino que vienen del Este, y no vienen de uno en uno sino de millones en millones. La Comunidad de Madrid, por ejemplo, 15 días antes de que hubiera el primer caso de covid organizó un entrenamiento en los laboratorios de Microbiología para que los test de detección de covid pudieran hacerse por procedimientos caseros en todos los hospitales de la Comunidad. Y eso facilitó el diagnóstico en los primeros días, pero no era una filosofía general que existiese.
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