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Evitar la reganancia de peso tras el tratamiento es hoy el reto en obesidad
Evitar la reganancia de peso tras el tratamiento es hoy el reto en obesidad
La investigación en la lucha contra este problema de salud pública profundiza en la masa muscular, los biomarcadores, el tejido adiposo y la microbiota.
La pérdida de peso debe ser mantenida una vez acaba el tratamiento.
María R. Lagoa , publicado en Diario Médico el Mié, 27/11/2024 – 12:10
El congreso nacional que la Sociedad Española de Obesidad (Seedo) celebra esta semana en Santiago de Compostela aborda desde los últimos avances en investigación experimental hasta los nuevos recursos farmacológicos y patrones de alimentación disponibles en la prevención y tratamiento de la obesidad.
Después de mucho tiempo, los esfuerzos realizados en investigación básica y traslacional dieron lugar a tratamientos farmacológicos eficaces. Son fármacos que actúan sobre el eje conformado por el sistema nervioso central y el intestino, que regula el apetito y la saciedad. Particularmente importantes en este nuevo escenario son los agonistas del péptido similar al glucagón tipo 1 (GLP-1) y las combinaciones con otros agentes como los agonistas del péptido inhibidor gástrico (GPI).
“Ahora vivimos una era ilusionante con nuevos fármacos. Tenemos grandes esperanzas porque son eficaces para la pérdida de peso corporal”, ha significado Ana Belén Crujeiras, directora del Grupo de Epigenómica en Endocrinología y Nutrición del Instituto de Investigación Sanitaria de Santiago (IDIS) y presidenta del Comité Organizador Local del congreso.
La investigación tiene ahora nuevos frentes abiertos. Y un desafío que no es baladí: “El gran reto hoy es la reganancia de peso, porque hay pacientes que después del tratamiento, si bien mantienen hábitos saludables, ganan kilos”.
¿Predispone la pérdida de masa muscular?
Según Crujeiras, la pérdida de masa muscular se relaciona con una mayor predisposición a ganar peso una vez terminado el tratamiento. También se asocia con otras patologías debido a que tiene implicaciones en el sistema que regula el funcionamiento de la insulina y los procesos asociados a enfermedades cardiovasculares. Por ello, parte de la investigación se enfoca en combatir la obesidad intentando preservar la masa y la función muscular.
“Siempre fue una preocupación, pero ahora se está poniendo más de manifiesto”, ha reconocido esta investigadora. Por el momento, existe mucho trabajo realizado sobre lo que ocurre cuando se pierde masa muscular. La tendencia es prescribir, junto al tratamiento farmacológico, una dieta que ayude a preservar la masa muscular y ejercicio físico, sobre todo de fuerza.
Conseguir biomarcadores para predecir la respuesta al tratamiento es otro de los objetivos de la investigación actual porque no todos los pacientes responden igual. El grupo del IDIS de Ana Belén Crujeiras trabaja con marcas epigenéticas, unas marcas químicas que se añaden a la secuencia del ADN sin modificarla, que actúan como una especie de interruptores de los genes y que están relacionadas con el ambiente en el que vivimos y nuestros hábitos.
Recientemente, un artículo publicado en Nature concluyó que en la obesidad existe una memoria epigenética asociada a la reganancia de peso. En el IDIS tienen ya varios biomarcadores epigenéticos identificados: “Estamos viendo que, en función de estas marcas, hay personas más predispuestas que otras a ganar el peso que han perdido con el tratamiento”.
Una tercera línea de investigación tiene que ver con la función del tejido adiposo. Los investigadores estudian el mecanismo por el cual el tejido adiposo llega a ser disfuncional secretando demasiadas adipoquinas y creando un estado de inflamación de bajo grado, característico de la obesidad. La meta que se persigue es identificar dianas terapéuticas en el proceso y revertir esa función.
Por otro lado, se han descubierto algunas dianas para aumentar la capacidad de termogénesis, convirtiendo el tejido blanco en pardo por la capacidad que tiene para quemar calorías. De hecho, ya hay evidencias de que determinados alimentos favorecen esta termogénesis, como la cúrcuma, aquellos que contienen resveratrol o los Omega 3.
La importancia de la microbiota
Otras investigaciones se están fijando en la microbiota. “Se está viendo que un determinado perfil de microbiota se puede vincular a una respuesta al tratamiento y a la predisposición a la obesidad”, ha confirmado Ana Belén Crujeiras.
Concretamente, ha sido Fermín Ignacio Milagro Yoldi, director de la línea de Nutrición de Precisión en el Centro de Investigación en Nutrición de la Universidad de Navarra y miembro del CiberOBN, quien ha dado en el congreso una charla sobre la relación que existe entre la dieta, la microbiota y el riesgo de sufrir obesidad y otras enfermedades.
Fermín Milagro ha destacado que la pérdida de la diversidad microbiana, que se une a una composición más proinflamatoria de la microbiota, está detrás de diversos problemas de salud propios de la sociedad occidental, entre los que se encuentran la obesidad, la diabetes, el hígado graso, diversas patologías digestivas e incluso las enfermedades neurodegenerativas.
“Es cierto que la microbiota solo es uno de los factores que influyen en el riesgo a desarrollar obesidad. Una estrategia adecuada para combatirla debe incluir siempre un cuidado de esta microbiota, reduciendo la abundancia de aquellas especies menos beneficiosas, incrementando su diversidad y proporcionándole suficientes fibras y polifenoles procedentes de vegetales variados”. Este ha sido uno de los mensajes de su ponencia.
Una microbiota saludable, que recibe suficientes fibras dietéticas, es capaz de fermentarlas y producir butirato y otros ácidos grasos de cadena corta. Estas moléculas son una fuente de energía indispensable para nuestras células intestinales, pero además, si llegan al cerebro, son capaces de regular el apetito e inducir saciedad.
Estado proinflamatorio
En cambio, una microbiota poco saludable envía señales proinflamatorias hacia otros tejidos, como el adiposo y el hígado, aumentando la inflamación en ellos. Si esta condición inflamatoria se cronifica, a la larga aparecen problemas de resistencia a la insulina, que es la puerta de otros trastornos asociados a la obesidad, como la diabetes y el hígado graso.
Una microbiota poco diversa y rica en microorganismos deriva en un estado inflamatorio que afecta a todos los órganos del cuerpo: “Un ejemplo son las bacterias que pertenecen al filo Proteobacteria (que incluye a Salmonella, Escherichia coli o Helicobacter pilori). Una mayor abundancia de Proteobacteria está asociada con obesidad y con enfermedades inflamatorias intestinales”.
Por otra parte, algunas especies bacterianas, que son muy eficientes a la hora de digerir las fibras vegetales, podrían incrementar la cantidad de energía que se obtiene a partir del alimento: “Esto por ejemplo ocurre con el género Prevotella. Se ha observado que aquellas personas que tienen mayor abundancia de este tipo de bacterias suelen tener mayor índice de masa corporal”.
Una alimentación omnívora y ‘cocinada’
Milagro subraya que la ingesta de gran variedad de alimentos vegetales incrementa la diversidad de la microbiota intestinal. Por tanto, la alimentación ha de ser variada, rica en alimentos vegetales de todos los grupos (frutas, verduras, hortalizas, legumbres, cereales integrales) y alimentos fermentados, incluyendo bebidas ricas en polifenoles, como café, té o cacao puro.
Una microbiota saludable también exige reducir el estrés, realizar ejercicio físico con asiduidad, mejor en exteriores, y no abusar de medicamentos (psicótropos, omeprazol, antibióticos) y, si se consumen, tomar probióticos para restablecer el equilibrio.
Fermín Milagro ha hecho una mención aparte a las dietas con un patrón restrictivo, que no suelen ayudar a mejorar esta diversidad de la microbiota: “Los estudios realizados en veganos no muestran que su microbiota sea mejor que la de los omnívoros”. Otro mito es el de las ventajas de consumir los alimentos sin cocinar: “Se ha comprobado que en muchos casos es beneficioso cocinar los alimentos, o acompañarlos de salsas y grasas saludables, para lograr un mejor aprovechamiento por parte de la bacterias beneficiosas”.
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