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La obesidad reducirá la esperanza de vida en 3 años para el 2050
La prevalencia de la obesidad en muchos países europeos se ha triplicado desde 1980
La obesidad es una enfermedad crónica con dimensión pandémica en el mundo occidental, tanto en países desarrollados como en vías de desarrollo, y es actualmente uno de los retos más difíciles de afrontar en salud pública.
Publicado en Gaceta Médica el 3 de marzo de 2021
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la prevalencia de obesidad en muchos países europeos se ha triplicado desde 1980, 30–70% de los adultos en la Unión Europea tienen sobrepeso y un 10–30% obesidad.
Globalmente, al menos 2,8 millones de personas mueren cada año como resultado del exceso de peso. En España la prevalencia de sobrepeso estimada en la población adulta es del 39,3% y la de obesidad (IMC >30kg/m2) del 21,6% (el 22,8% en varones y el 20,5% en mujeres), y aumenta con la edad.
De seguir con el ritmo de crecimiento actual, en 2030 en España habrá 27,2 millones de adultos con exceso de peso, que conllevará un aumento del gasto sanitario actual en más de 3.081 millones de euros. Y según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), en las próximas tres décadas el exceso de peso será responsable de 92 millones de muertes, reduciéndose la esperanza de vida en 3 años para el 2050. Si los gobiernos europeos invirtieran los costes directos e indirectos de la obesidad en estrategias coste-efectivas se podría conseguir un ahorro del 60% en muchos países europeos.
4 de marzo. World Obesity Day. Objetivo: visibilizar esta enfermedad
Con el objetivo de dar a conocer que la obesidad es una enfermedad crónica con una gran repercusión en salud y que requiere de un manejo activo tanto en prevención como en tratamiento, se celebra cada 4 de marzo el Día Mundial de la Obesidad. Esta enfermedad tiene poco reconocimiento, tanto por la sociedad como por el sistema sanitario. Datos de España del estudio ACTION-IO (Concienciación, Cuidado y Tratamiento en el Manejo de la Obesidad, una Observación Internacional) muestran que sólo el 59% de las personas con obesidad consideran que la obesidad es una enfermedad crónica, y un 80% de los encuestados consideran que la responsabilidad del tratamiento es únicamente suya. Todo esto repercute en una demora importante en la consulta con el profesional sanitario hasta de 6 años, contribuyendo a una peor evolución de la enfermedad.
A nivel sanitario, solo un 44% de los pacientes con obesidad reciben el diagnóstico de obesidad por su médico y apenas un 24% son citados a visita de seguimiento, a diferencia de otras enfermedades crónicas, lo que dificulta su tratamiento. Esta menor atención se relaciona principalmente con la estigmatización de esta enfermedad, que culpabiliza al paciente por tener malos hábitos alimentarios y ser responsable de su enfermedad. Sin embargo, los conocimientos actuales indican que la obesidad tiene un origen complejo y multifactorial donde interaccionan muchos factores que están fuera del control del individuo. Causas de la obesidad son condiciones genéticas y endocrinas; factores ambientales, como estrés; dieta y patrones de trabajo cada vez más sedentarios.
Actualmente existen guías del abordaje y tratamiento de la obesidad realizadas por diferentes sociedades científicas que permiten a los profesionales afrontar esta patología de manera más eficaz. Sin embargo, existen múltiples limitaciones en el acceso de la persona con obesidad a recibir un abordaje multidisciplinar que ha demostrado ser efectivo y que incluye cambios en los hábitos alimentarios, actividad física y aspectos conductuales. Esto se debe a las escasas Unidades de Obesidad multidisciplinares existentes que disponen del personal adecuado para tratar esta patología.
A su vez, los fármacos actualmente comercializados para el tratamiento de la obesidad no están financiados por el Sistema Nacional de Salud, de manera que su uso se encuentra limitado por las condiciones económicas del paciente. Este aspecto ejerce un gran impacto discriminativo frente a otras enfermedades crónicas.
En la misma línea, aquellos pacientes con obesidad grave que podrían beneficiarse de una cirugía de la obesidad están sometidos a largas listas de espera. Esta situación contribuye al deterioro en la calidad y expectativa de vida de las personas con obesidad.
En el momento actual, la pandemia por coronavirus ha afectado de manera especial a los pacientes con obesidad, cuyo riesgo de infección, complicación y mortalidad en caso de COVID-19 es superior a pacientes normopeso. Por otro lado, la cancelación de cirugías por la pandemia ha comportado un retraso muy acusado de las cirugías bariátricas.
Desde la SEEN sus profesionales reivindican que no se deben cancelar las cirugías de la obesidad, puesto que estos pacientes son de alto riesgo y, por tanto, prioritarios tanto para el tratamiento quirúrgico como para la vacunación. Además, defienden que solo a través de la educación se podrá acabar con los estigmas de esta enfermedad y contribuir a impulsar nuevas estrategias para frenar su crecimiento.
Nuevas razones, incluida la Covid, para adelgazar sí o sí
La estrecha relación entre el sobrepeso y la Covid-19 aporta nuevas razones al propósito de perder peso.
Por Carla Nieto Publicado en Cuidate Plus el Martes, 23 de Febrero de 2021 –
Los especialistas en endocrinología y nutrición repiten hasta la saciedad que combatir el sobrepeso es una cuestión que repercute directamente en la salud, por encima del beneficio estético (la principal motivación que suele estar detrás de la decisión de adelgazar). Pero además, la irrupción del coronavirus en nuestras vidas ha dado un nuevo enfoque al “plan de puesta a punto” que buena parte de la población emprende en esta época del año. Y es que tanto los efectos de los confinamientos y las restricciones de movilidad como las evidencias de la estrecha relación entre el sobrepeso y la Covid-19, aportan nuevas razones para, esta vez sí -y más allá del contexto “operación biquini”- tomarse en serio el propósito de desprenderse del exceso de peso.
Lecciones aprendidas… a medias
Según una investigación realizada por la Sociedad Española para el Estudio de la Obesidad (Seedo) durante la primera fase del confinamiento, un 49,8% de la población ganó peso y de este porcentaje, la mayoría (un 86,6%) engordó entre 1 y 3 kg. “La percepción que estamos teniendo los profesionales durante toda la pandemia es de una mayor frecuencia de la ganancia de peso (de hecho, todo apunta a que este porcentaje ha aumentado en los meses posteriores al estudio) y también que esta se asocia a trastornos del comportamiento alimentario que propician un incremento de la ingesta calórica y, sobre todo, a una disminución de la actividad física”, comenta a CuídatePlus Diego Bellido, jefe del Servicio de Endocrinología y Nutrición del Complejo Hospitalario Universitario de Ferrol (A Coruña).
Además, esa tendencia generalizada a ganar peso parece haberse mantenido en el tiempo, tal y como se desprende de los resultados de un estudio de Ipsos sobre el impacto de la pandemia en la alimentación y la salud realizado entre el 23 de octubre y el 6 de noviembre de 2020 en 30 países y que reflejan no solo que en ese momento (a las puertas de la tercera oleada) la media de aumento ponderal desde el inicio de la crisis sanitaria era de 5,7 kilos sino también que España es el país europeo en el que un mayor número de ciudadanos (el 38% de los encuestados) había engordado en el contexto de la pandemia.
Coronavirus: los kilos de más como factor de riesgo
En los últimos meses, y a medida que se iba desarrollando la pandemia, cada vez quedó más claro que el sobrepeso y la obesidad suponen un factor de riesgo para desarrollar la Covid-19, influyendo también en el pronóstico y la evolución de los pacientes, una evidencia avalada por varios estudios. Gema Frühbeck, responsable del Área de Obesidad de la Clínica Universitaria de Navarra y miembro de Centro de Investigación Biomédica en Red Fisiopatología de la Obesidad y Nutrición (Ciberobn), resume para CuídatePlus las razones que explican este nexo:
- Un riesgo mayor de contagiarse.Según datos de la Seedo, las personas con exceso de peso tienen un riesgo un 46% mayor de padecer la infección por coronavirus que el resto de la población. “Esta mayor susceptibilidad se debe a que los pacientes con obesidad tienen la inmunidad alterada”, dice Frühbeck, quien destaca también que en el rango de edad más joven de los afectados por la enfermedad, la mayor parte son pacientes con exceso de peso “debido precisamente a que su capacidad de respuesta inmune se encuentra afectada o disminuida por la obesidad”.
- Y también de contagiar.“La diseminación viral en pacientes con obesidad es mayor y se produce durante más tiempo, dado que el tejido adiposo tiene los receptores para el virus SARS-CoV-2 y permanece ahí más tiempo que en el pulmón”, afirma Frühbeck. En relación con esto, una reciente investigación llevada a cabo por expertos de la Universidad de Tulane, la Universidad de Harvard, el MIT y el Hospital General de Massachusetts (Estados Unidos) sugiere que las personas de edad avanzada y con obesidad y/o sobrepeso (concretamente, las que tienen un índice de masa corporal o IMC elevado) pueden actuar como “supercontagiadores” ya que exhalan una cantidad de partículas de aerosol hasta tres veces mayor que los contagiados no obesos.
- Más complicaciones.“Una vez que se contrae la infección, las personas con obesidad también tienen más riesgo de desarrollar complicaciones, ya que la elevada adiposidad, característica de estos pacientes se acompaña de una inflamación crónica de bajo grado, que se traduce en concentraciones circulantes elevadas de citocinas pro-inflamatorias, como la interleuquina-6, TNF-alfa y otras muchas, de forma que pueden desembocar más fácilmente en la llamada tormenta de citocinas”, afirma la experta.
- Posibilidad de desarrollar trombos.Frühbeck comenta que en los pacientes obesos se ha observado un estado pro-trombótico de base, caracterizado por un aumento de la disfunción endotelial y una serie de factores que favorecen la aparición de eventos tromboembólicos, “los cuales suelen ser otra de las manifestaciones de la infección por SARS-CoV-2”.
- Candidatos a la hospitalización. El exceso de peso aumenta las probabilidades de ser hospitalizado “debido tanto a todas las peculiaridades de la obesidad como a la afectación multiorgánica que la acompaña y que se traduce en múltiples comorbilidades (alteraciones del sistema respiratorio, pancreáticas, cardiacas, renales y hepáticas, entre otras). Todo esto desemboca a su vez en un mayor riesgo de acabar en la UCI”, señala la especialista. Además, una vez en la UCI, los pacientes con obesidad tienen más posibilidades de necesitar ventilación mecánica invasiva. Los datos de la Seedo al respecto apuntan a que las personas con exceso de peso presentan un riesgo mayor tanto de hospitalización (un 113% más que el resto de la población) como de ingreso en UCI (un 78% más).
Hipertensión, diabetes y otros ‘efectos colaterales’
Otra razón para plantar cara a los kilos de más: el exceso de peso favorece a su vez la aparición de otras enfermedades, de las que se considera un factor de riesgo importante. De estas comorbilidades, sus riesgos y la forma de abordar la obesidad se habló en una de las sesiones del último congreso de la Sociedad Española de Médicos Internistas (SEMI). “La obesidad y el sobrepeso no solo son objeto de atención debido a su alta prevalencia sino porque se asocian a una disminución de la esperanza y calidad de vida debido a enfermedades cardiovasculares, entre las que se incluyen la diabetes tipo 2, la hipertensión arterial y la hipercolesterolemia, y otras como la apnea del sueño, problemas en la vesícula biliar y determinados tipos de cáncer”, afirmó durante su participación en este foro Isabel Pérez Soto, del Servicio de Medicina Interna del Hospital Vinalopó, de Elche.
La buena noticia es que, según se comentó en esta reunión científica, los beneficios de bajar de peso respecto a estas comorbilidades son evidentes y, además, se producen en un periodo más o menos corto de tiempo. Así, por ejemplo, en el caso de la diabetes tipo 2, existen estudios que demuestran que con la introducción de cambios en el estilo de vida basados en dieta y ejercicio, con el objetivo de adelgazar a lo largo de 12 meses, se logra una remisión de la enfermedad del 60%. Y, de la misma manera, hay evidencias de que una pérdida del 10% del peso se traduce en una mejora significativa de la apnea del sueño.
No solo dieta: es imprescindible hacer también ejercicio
Tanto las investigaciones realizadas en el marco de la Covid como los últimos hallazgos respecto a los factores implicados en la obesidad coinciden en poner en primera línea la práctica de ejercicio físico como estrategia determinante -e insustituible- para conseguir una pérdida de peso efectiva y duradera. Pérez Soto resumió muy bien durante su intervención en el congreso de la SEMI cuál es la “fórmula ganadora” para adelgazar: “La obesidad se produce cuando la ingesta calórica supera el gasto de energía de forma sostenida, algo tan sencillo como complicado al mismo tiempo. Aunque cada vez hay más estudios que demuestran un origen genético de esta enfermedad, en este caso su mecanismo no es igual al que se produce cuando se hereda el color de los ojos, por ejemplo. Se trata de una patología directamente relacionada con factores del estilo de vida, lo que explica que en el 90% de los casos, aun con los cambios genéticos que se hayan heredado, si la ingesta no supera el gasto energético, la obesidad no se desarrolle”.
Asimismo, los especialistas participantes en este foro destacaron la importancia de abordar el sobrepeso y la obesidad de forma individualizada, adaptada a las características de cada persona (lo que descarta cualquier dieta “estándar”), enfocada a la pérdida de peso a expensas de la grasa y no de la masa muscular, y logrando que el paciente no solo aprenda a comer sino también a hacer ejercicio físico, aeróbico y anaeróbico, para mantener el peso conseguido. “Solo haciendo dieta, y sin incluir el ejercicio físico, el plan de adelgazamiento está abocado al fracaso”, afirmaron.
En la misma línea, los expertos de la Seedo recuerdan que la actividad física no solamente contribuye a la reducción del peso sino que además, en combinación con un patrón de alimentación saludable, ha demostrado ser la intervención más eficaz para mejorar la salud de la población, reduciendo de forma drástica las complicaciones derivadas del coronavirus y también la incidencia de determinados tipos de cáncer, de las enfermedades metabólicas y muchas otras patologías.
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