.Hábitos de vida, .Obesidad y sobrepeso
La pobreza promueve la obesidad y el sobrepeso
Sobrepeso y obesidad infantil duplican sus cifras a menor poder adquisitivo familiar
Los problemas económicos son la base del concepto de ‘inseguridad alimentaria’, entendida como la incapacidad de poder acceder a alimentos de calidad de forma suficiente o variada.
Por Enrique Mezquita Publicado en Diario Médico el 23/06/2024 –
El conocimiento de los determinantes que causan los problemas de sobrepeso y obesidad en la edad infantil es fundamental, sobre todo teniendo en cuenta que en el 70% de los casos se perpetúan en la edad adulta. El poder adquisitivo y, por extensión, las dificultades económicas en el acceso a alimentos de calidad, es el determinante que más afecta sobre este fenómeno, según se desprende de los resultados finales del estudio ENPIV (Evaluación Nutricional de la Población Infantil de Valencia), elaborado por el Colegio Oficial de Dietistas-Nutricionistas de la Comunidad Valenciana (CODiNuCoVa).
Tal y como refleja el estudio, que ha contado con la colaboración de Las Naves del Ayuntamiento de Valencia -un centro de innovación social- y de la Oficina de Estadística municipal, en aquellas familias con rentas superiores a 36.000 euros anuales, el sobrepeso y obesidad afectan a un 23,6% de los menores (15,3 y 8,3%, respectivamente), mientras que en familias cuyas rentas son inferiores a los 12.000 euros anuales ascienden hasta casi el 51% (21,5 y 29,2%, respectivamente).
Para Luis Cabañas, presidente de CODiNuCoVa e investigador principal, «los datos del estudio, similares a los de otros estudios en cuanto a la prevalencia de obesidad o sobrepeso, no son buenos», pero este trabajo ha dado una «una vuelta más cuando nos preguntamos, ¿pero por qué? La respuesta parece clara: la alimentación no es ni saludable, ni suficiente». En resumen, es una realidad y «un gran problema de Salud Pública», señalando que, como tal, «debe abordarse y atajarse con voluntad desde las administraciones».
ACCESO MUY DESIGUAL
En el estudio, realizado durante los dos últimos años sobre casi 700 escolares de entre 5 y 14 años de diferentes estratos sociales y económicos, se han cruzado datos de peso, talla y mediciones antropométricas con aspectos socioeconómicos de estos menores y sus familias, como nivel de renta, actividad física, tiempo frente a las pantallas o acceso a alimentos de calidad en función de su capacidad económica.
Los datos reflejan que las dificultades económicas en el acceso a alimentos de calidad aumentan la obesidad. De hecho, su impacto en los hábitos de compra junto a la facilidad de acceso, en términos económicos, a los productos ultraprocesados, es una de las causas de la mala alimentación infantil.
Según el estudio, y en base a la escala FIES de Seguridad Alimentaria (una herramienta de medición del acceso a alimentos en términos de cantidad y calidad), dos de cada cinco menores participantes presentaban inseguridad alimentaria leve y un 6%, moderada y severa. Es decir, «riesgo en el acceso o acceso deficiente a alimentos en calidad o cantidad suficiente», explica Cabañas.
¿Y sus consecuencias para el estado nutricional? «El 28% de los menores con inseguridad alimentaria moderada o severa presentan obesidad, diez puntos porcentuales por encima de la media. El peso general y las mediciones de cintura y pliegue tricipital, dos pruebas básicas en un estudio de composición corporal que realizamos los profesionales de la Nutrición, también son superiores, lo que indican un mayor volumen y exceso de masa grasa», señala Cabañas.
Por ejemplo, en la primera, los menores de familias con ingresos menores a 12.000 euros presentan una media de 67,8 centímetros, frente a los 61,6 centímetros de los de las familias con ingresos superiores a 36.000 euros. Además, en dos de cada cinco hogares encuestados existe preocupación por no poder comprar comida, y los problemas económicos han provocado comprar o comer menos alimentos en uno de cada cuatro hogares.
El estudio ha detectado también problemas ‘globales’ en el conjunto de los menores analizados. Por ejemplo, se observa que el 86% de los menores no siguen el patrón de dieta mediterránea, lo que, según los nutricionistas valencianos, indica que necesitan mejorar su alimentación. Además, un 65% no llega a las recomendaciones mínimas en consumo de fruta o verdura y uno de cada tres excede la cantidad máxima de azúcar que es deseable consumir.
En lo que se refiere a la actividad física, el Estudio ENPIV concluye que el 30% de los menores no realiza ningún tipo de ejercicio (fuera del entorno escolar), mientras que el tiempo de exposición a las pantallas (televisión, tabletas, videoconsolas y móviles) es de entre 2 y 3 horas diarias.
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