.Enfermedades relacionadas con la Obesidad
La promoción de la salud debe reemplazar a la prevención de la enfermedad
La promoción de la salud debe reemplazar a la prevención de la enfermedad
Este nuevo paradigma es un desafío que implica a la sociedad en su conjunto y no solo al sistema sanitario, según los participantes clínicos en la iniciativa ‘Pilares de la Salud’.
En el debate clínico sobre los desafíos terapéuticos de las enfermedades no transmisibles más comunes, han participado, Laura de Anta, Clotilde Vázquez, Leticia Fernández Friera y Augusto García Navarro, junto a Pilar Pérez, jefa sección Salud de El Mundo.Serrano Diario Médico. Jue, 07/11/2024 –
La promoción de la salud debe ir de la mano de la sociedad; de todos y cada uno de nosotros. Este ha sido uno de los mensajes de los profesionales que han participado en la segunda mesa, de debate clínico, de ‘Pilares de la Salud’, la primera edición de un encuentro organizado por el área de Salud de Unidad Editorial, en colaboración con HM Hospitales, Lilly, MSD y la consejería de Salud de la Región de Murcia. Se trata de un evento respaldado por El Mundo, Expansión y Marca que abordará durante los próximos meses los grandes temas de salud pública que afectan a la sociedad: sobrepeso y obesidad, bienestar emocional y salud mental, y envejecimiento saludable.
En la sesión dedicada al debate clínico, centrado en los desafíos terapéuticos de las enfermedades no transmisibles, Laura de Anta, jefa de Sección de la Unidad de Psiquiatría del Hospital de Día de Niños y Adolescentes del Hospital Infanta Leonor; Clotilde Vázquez, jefe de Endocrinología de la Fundación Jimenéz Díaz; Leticia Fernández Friera, directora del Centro de Enfermedades Cardiovasculares HM CIEC, todos de Madrid, y José Augusto García Navarro, presidente de la Sociedad Española de Geriatría, han analizado los retos, actuales y futuros, relacionados con la salud mental, las enfermedades cardiovasculares, la obesidad o el envejecimiento.
Vázquez ha arrancado el debate afirmando que la promoción y la prevención de la salud es un concepto «enormemente transversal. Aunque tenemos un pequeño papel, no es totalmente sanitario. Es un fenómeno social, político, económico, de la industria alimentaria, de las influencias complejas que recibe la sociedad actual y que hace que, muchas veces, nos lleven a adoptar más hábitos negativos que positivos”.
Considera así que todos los actores sociales deben interactuar para conseguir el objetivo: que sea factible tener hábitos de vida saludable, «que no estemos ‘bombardeados’ por lo contrario. Desde la sanidad hacemos lo que podemos, pero no es suficiente. Es un problema de todos».
El concepto de transversalidad ha sido compartido por Fernández Friera, quien ha subrayado que en Cardiología concretamente, «siempre llegamos especialmente tarde». Así, considera que es crucial que se deje de hablar de prevención de la enfermedad para empezar a hablar de promoción de salud. Y siempre en positivo porque en cardiología, por ejemplo, «hasta el 80% de los eventos cardiovasculares se podrían evitar si se hace una buena promoción de la salud». Por tanto, es necesario cambiar el paradigma hacia «promocionar la salud, no prevenir la enfermedad porque podemos cambiar y tener un impacto muy beneficioso sobre la enfermedad en la que llegamos tarde».
Análisis político
La información sobre salud se asienta sobre la veracidad, y la salud pública se asienta sobre la prevención y la promoción. Esa es la base de ‘Pilares de la Salud‘, una «hoja de ruta que nos permita limpiar la conversación sobre prevención y promoción de la salud», según definía Daniel Aparicio, director editorial del Área de Salud de Unidad Editorial, en la presentación de ‘Pilares de la Salud’, una iniciativa que acaba de dar su pistoletazo de salida en una primera jornada inaugurada Carlos Enrique Rodríguez Jiménez, especialista en Endocrinología, Metabolismo y Nutrición, con una reflexión sobre los tres grandes pilares de la salud: sobrepeso y obesidad, bienestar emocional y salud mental, y envejecimiento saludable.
La inauguración que dio paso a la mesa institucional de esta iniciativa centrada en el análisis de los retos en salud pública de las enfermedades no transmisibles y en la que «primeros espadas» del tema, Elena Andradas, directora general de Salud Pública de la consejería de Sanidad de la Comunidad de Madrid; José Jesús Guillén, director general de Salud Pública y Adicciones de la consejería de Salud de la Región de Murcia, y Jorge del Diego, director general de Salud Pública y Ordenación Farmacéutica de la consejería de Salud y Consumo de la Junta de Andalucía, debatieron sobre «el rigor que necesitan los temas de salud pública«.
Esta mesa dio paso a la conversación protagonizada por Arantxa Sáez, presidenta de la Asociación Española de Cáncer de Tiroides (AECAT) y Cristóbal Morales, vocal de la Sociedad Española para el Estudio de la Obesidad (SEEDO), quienes expusieron los principales problemas que aquejan a los pacientes obesos y las mejoras que pueden llevarse a cabo desde los sistemas sanitario y social.
La cardióloga ha destacado otro segundo aspecto: buscar al médico, como asesor, «aunque nos encontremos bien de salud, como una forma de garantizar la continuidad de vida con mucha calidad».
Para García Navarro, es necesario concretar más medidas de prevención porque, cuando «la prevención es todo, acaba por no ser nada». «El problema es cómo abordamos la prevención primaria. Y aquí hay una serie de incentivos que van en contra de estimularla». Primer incentivo; el político. «El problema es que se quieren objetivos a corto plazo y, lógicamente, la inversión en prevención primaria no es cortoplacista sino que sus resultados se observan después de muchos años».
Otro aspecto de especial relevancia, según el geriatra, es que para hacer prevención primaria no son necesarios, básicamente, los servicios sanitarios. Lo son los educativos, los que proceden de los ayuntamientos, de asociaciones vecinales, familias. «Y aquí, la Administración local no tiene ningún incentivo; en ciertos casos ni financiación para realizar esa prevención de forma adecuada».
Además considera, por último, que hay que introducir la variante social. «Una parte importante de la prevención se basa en pobreza -las personas pobres tienen peor salud-, en la soledad no deseada -las personas solas tienen problemas muy importantes de salud-, así como afectaciones por desigualdad de género. Todo esto no se puede abordar desde el sistema sanitario».
Sin embargo, ha esbozado algunas soluciones. A su juicio, se pueden aprovechar las oportunidades de prevención secundaria que están empezando a funcionar bien: la deprescripción, en personas polimedicadas, por ejemplo. También incluir la participación del paciente en la toma de decisiones. Y, desde luego, «sería conveniente que la Administración empiece a marcar, al menos en políticas preventivas, presupuestos plurianuales con objetivos y que abandone la idea del sistema sanitario como un productor de actividad -consultas, listas de espera médicas y quirúrgicas- y empiece a hablar en resultados en salud; es decir, cómo es la calidad de vida de las personas. Estos son variables en salud».
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De Anta se ha preguntado en qué aspectos de la prevención se falla, sobre todo, en los relacionados con la salud mental de niños y adolescentes. «Tradicionalmente hemos pensado que la medicina preventiva y de la promoción se realizaba en lugares sanitarios, pero desde luego, la prevención y la promoción de la salud mental también deben realizarse desde la educación y la crianza. Desde el colegio, desde las familias, desde el poder atender al niño sano, impacta en la salud emocional».
Ahondando en las aportaciones de García Navarro y De Anta, Vázquez se ratifica en que, efectivamente, la promoción de la salud tiene que venir de medidas que no son sanitarias. Comer sano, por ejemplo, debería estar apoyado por medidas políticas y sociales. Y en este sentido, ha subrayado que la dieta mediterránea se asocia con la mayor longevidad posible, «pero en España no se sigue; tomamos aceite de oliva, y el que puede».
Estos aspectos deben promoverse desde la consulta, desde luego, pero también desde todos los ámbitos de la sociedad y desde la esfera política de todos los ámbitos». Sabe que los sanitarios han aportado mucho en prevención secundaria, pero «la promoción de la salud, que es el pilar de la misma, es un deber de todos».
Adaptar los mensajes
Además, un punto importante es el relacionado con el que los profesionales médicos han salvado muchas vidas con la prescripción de fármacos porque algunos de ellos «son capaces de variar el curso natural de la enfermedad. Pero, desde luego, funcionan mucho peor si no existe una base sólida de hábitos de vida saludables».
Fernández Friera insiste en que sería necesario buscar estrategias para actuar antes de que una persona llegue al sistema sanitario, introduciendo medidas que normalicen el cuidado de la salud. En este punto, también considera de suma importancia adaptar los mensajes en función de cada grupo de edad. «No es lo mismo educar o concienciar a un niño que a un adolescente; a un adulto que a un anciano. Debemos modernizar las estrategias en función de los grupos poblaciones».
De Anta señala que, a veces, los profesionales sanitarios sienten que no llegan a todo, así como que en muchas ocasiones la población no conoce a fondo ciertas informaciones relacionadas con la salud, como sería el caso de la dieta mediterránea, ni su impacto real en ella. «Hace falta que esta información esté más globalizada y que la promoción de la salud empiece desde el colegio, de las familias. En la población infantil debe ir por este camino”.
De hecho, en esta misma línea, García Navarro recalca que la salud no depende ecxclusivamente del sistema sanitario y que todas las políticas que impactan negativamente en el envejecimiento comienzan en la infancia. «¿Cuándo empezamos a generar estructuras mentales en contra del envejecimiento? ¿Cuándo empezamos a comer mal? ¿Cuándo empezamos a generar una actividad física que no hace que lleguemos a una capacidad funcional alta? Cuando somos pequeños».
Ha destacado que el Libro Verde del Envejecimiento de Europa introduce dentro de las políticas de antienvejecimiento, la de educación para población de 0 a 3 años. «La equidad en la salud tiene precio político y/o económico. En este sentido, estamos fallando estrepitosamente, como sociedad, en ciertos aspectos que atañen a niños y adolescentes, como es el tema de la salud mental, por ejemplo», aunque De Anta, también ha señalado que, afortunadamente, «en los últimos años, la salud mental empieza a ser más visible en ciertas edades».
Cambiar las métricas
García Navarro ha indicado además que sería necesario cambiar las métricas que se utilizan para variar el sistema sanitario, así como los estímulos que los clínicos tienen para variarlo. Para ello, ha puesto un ejemplo de la práctica geriátrica: el de una persona mayor con una fractura de cadera. Lo que se mide es la intervención quirúrgica, la consulta y la sesión de rehabilitación. «Es necesario cambiar el objetivo. La métrica tiene que ser volver a caminar. Si hacemos ese cambio de métrica, seremos capaces de introducir prevención, introducir atención precoz frente a la enfermedad y hacer seguimiento de la enfermedad».
En este punto, y aludiendo al reciente premio Nobel, García Navarro, ha puesto de manifiesto la necesidad de introducir la tecnología de Inteligencia Artificial (IA) porque «los datos nos permitirán, finalmente, establecer estrategias y seguimientos individualizados en todas las especialidades».
De hecho, y como según señala Fernández Friera, «las palabras se las lleva el viento», disponer de unos datos en basal y luego en seguimiento permite conseguir una mejor adherencia a las recomendaciones médicas. ¿Cómo recogemos toda esa información?, se pregunta. En estos momentos, su equipo trabaja en lo que se conoce como flujos de trabajo de los pacientes y que consiste en recoger cómo son los flujos dinámicos de cambio en el estilo de vida de un paciente -que podrían exportarse a la sociedad-, desde que entra en el sistema sanitario hasta que sale, introduciendo modelos de IA. Se basaría en humanizar la tecnología y no solo para implementarlo en medicina sino también en estilo de vida.
Para De Anta, estos sistemas de IA o de otro tipo de tecnología podrían aprovecharse para mejorar la atención a los adolescentes, por ejemplo, y «permitirnos acercarnos más a ellos y acompañarlos más en ciertas indicaciones de salud, ya que se trata de una herramienta muy presente en sus vidas».
Dejar de convertir todo en consulta
Por último, los profesionales la salud, los profesionales que participaron en este debate quisieron recalcar que es hora de ‘desanitarizar’ la salud, «de dejar de convertir todo en consulta», según García Navarro y ser «originales y motivadores en en nuestros mensajes sobre cómo transmitimos la información y a quién», indica De Anta. Porque como subraya Vázquez, y «para ser justos, las administraciones centrales, autónomas y locales han hecho muchos esfuerzos en la promoción de la salud, con iniciativas tan importantes como la estrategia NAOS (Nutrición, Actividad Física y Prevención de la Obesidad), por ejemplo, pero la política tiene un ciclo y debe ser la sociedad la que se mueva y de ejemplo. La sociedad es la garante de las medidas de salud».
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