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La vitamina D
La vitamina que nos regalan los rayos del sol
La vitamina D se puede obtener a través de la alimentación, de suplementos nutricionales o sintetizándola por la piel exponiéndonos al sol.
Más del 90% de los depósitos corporales de la vitamina D dependen de la síntesis cutánea a través de la exposición solar.
Basta con una exposición diaria de entre 10 y 15 minutos en cara y brazos en las primeras horas del día para conseguir los niveles adecuados sin riesgos.
Regula los niveles de calcio y fósforo en sangre, contribuye a la formación y la mineralización ósea, influye en numerosos procesos fisiológicos, especialmente en los relacionados con el sistema inmune, y previene trastornos cognitivos como la enfermedad de Alzheimer. Hablamos de la vitamina D, también conocida como calciferol, la vitamina antiraquitismo o la del sol.
La principal función de este valioso micronutriente es la de promover la absorción intestinal del calcio y el fósforo de los alimentos y la reabsorción del calcio a nivel renal. Así, la vitamina D contribuye a la formación y mineralización ósea, siendo «esencial para el desarrollo del esqueleto», asegura Cristina Villegas, jefa de Dermatología del Hospital Universitario Sanitas La Moraleja (Madrid). De su importante rol en la formación y la salud de nuestros huesos procede uno de sus apodos: «Se la conoce como la vitamina antirraquítica porque su deficiencia provoca la enfermedad del raquitismo en los niños (huesos débiles, delgados y frágiles que pueden curvarse produciendo malformaciones irreversibles) y la osteomalacia en los adultos (reblandecimiento de los huesos)».
SUPLEMENTOS
Existen tres formas de obtenerla: a través de la alimentación, de suplementos nutricionales o sintetizándola a través de la piel exponiéndonos al sol. Según explica Manuel Sosa, catedrático de Medicina de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria (ULPGC) y responsable de la Unidad Metabólica Ósea del Hospital Universitario Insular, prácticamente ningún alimento aporta la cantidad necesaria «a menos que se hayan añadido artificialmente». Los huevos, la leche y los aceites de pescado son algunos de los más ricos pero su aporte es insuficiente pese a que la industria alimentaria enriquece en muchas ocasiones alimentos como la margarina, los cereales y algunas bebidas.
Camilo Silva, especialista en Endocrinología y Nutrición de la Clínica Universidad de Navarra advierte sobre el consumo de suplementos. «Un exceso de vitamina D suele estar asociado a una toma incorrecta de suplementos. Dada su toxicidad, deben estar sometidos a control médico ya que una hipervitaminosis puede producir hipercalcemia (deterioro del estado general, cólicos nefríticos, etc)». Puede dañar «seriamente los riñones, los tejidos blandos y los huesos con el tiempo», apunta la especialista de Sanitas.
Para la mayoría de la población, más del 90% de los depósitos corporales de vitamina D dependen de la síntesis cutánea del calciferol a través de la exposición solar. A priori, esto debería ser una ventaja en un país como España en el que disponemos de entre 2.500 y 3.000 horas de sol al año (una media de 8,2 horas al día de media de luz plena). Sin embargo, a pesar de la síntesis cutánea y la dieta, se estima que más del 50% de la población está en riesgo de padecer deficiencia de vitamina D.
Aunque resulte increíble, los niveles de la vitamina del sol en la población de nuestro soleado país están por debajo de los registrados en los países nórdicos, donde, al pasar largos inviernos sin apenas luz natural, es habitual que sus alimentos se enriquezcan con vitamina D. Es lo que se conoce como la ‘paradoja de la vitamina D’.
El catedrático de la ULPGC pone como un ejemplo un estudio que se realizó en alumnos de Medicina de su universidad. «En teoría, es una población ideal para presentar unos niveles óptimos:sanos, jóvenes, con conocimientos de la fisiología de la vitamina y con muchísimo sol disponible». Sin embargo, la gran mayoría tenía un nivel de vitamina D por debajo de los 30 ng/mL (la cantidad mínima recomendada, aunque lo beneficioso es tener entre 40 y 50ng/mL). «Lo mismo pasó en un estudio con surferos en Hawai. Pasaban muchas horas en el agua y al sol pero con el traje de neopreno hasta el cuello».
Un adulto de raza blanca expuesto a la luz solar o a una lámpara de luz ultravioleta produce 1ng/mL de vitamina D por cada centímetro de piel. «Teniendo en cuenta que la vida media de la vitamina D es de 12 a 22 días, bastaría con una exposición de 10 a 15 minutos al día en cara y brazos durante la primavera, el verano y el otoño. Así mantendremos los depósitos de vitamina en los niveles adecuados», explica la dermatóloga.
EXPOSICIÓN
La doctora recomienda buscar el calor del Astro Rey durante las primeras horas de la mañana -antes de las 11h- ya que, pese a sus múltiples beneficios, no hay que perder de vista los riesgos que una exposición descontrolada a su radiación tiene en nuestra piel. «Las quemaduras, la fotosensibilidad, las fotodermatosis, la inmunodepresión, el fotoenvejecimiento y la fotocarcinogénesis son algunos de los efectos adversos más importantes», asegura la doctora Villegas. Tal y como advierte la Organización Mundial de la Salud (OMS), el cáncer de piel es el más frecuente en el mundo y la incidencia de melanoma está incrementando más rápidamente que cualquier otra neoplasia maligna.
· «Conocemos que la radiación UVB es la fuente fundamental de vitamina D, y sus metabolitos podrían reducir el riesgo de cáncer de colon, mama, próstata y otros 10 tipos de cánceres más según diferentes estudios contrastados, por tanto, se considera importante la exposición solar, pero eso sí, siempre de forma segura y racional». ¿El consejo de la dermatóloga? «Disfrutar del sol con moderación, evitando las quemaduras y la búsqueda exagerada del bronceado, nos permitirá disfrutar de los extraordinarios beneficios que aporta sin exponernos a los importantísimos riesgos que conlleva». ANA R. CARRASCO El Mundo 31 may. 2018
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