.Enfermedades relacionadas con la Obesidad
Lo que comemos nos aleja de riesgos cardiovasculares y mantiene en orden la salud general.
La dieta, ‘peso pesado’ frente a prevención y riesgo cardiovascular
Patrones dietéticos, más que alimentos aislados, mejoran la patología cardiovascular. Su unión con un estilo de vida saludable reduce las muertes asociadas a eventos cardíacos.
Lo que comemos nos aleja de riesgos cardiovasculares y mantiene en orden la salud general.
Raquel Serrano Diario Médico 01/04/2025 – 08:00
La enfermedad cardiovascular (ECV) es la principal causa de muerte en España y en el mundo. Miles de estudios científicos han dedicado páginas enteras a analizar factores de riesgo para estas patologías, pero también potenciales vías de prevención entre las que la adopción de hábitos saludables -hacer ejercicio, evitar el tabaco, seguir una alimentación equilibrada y disminuir el estrés-, junto con las medidas farmacológicas cuando la ECV ya está presente, pueden salvar millones de vidas. Uno de los ejemplos más recientes se refleja en los datos de un estudio español publicado en American Journal of Preventive Cardiology, en el que se concluye que un estilo de vida saludable reduce un 35% el riesgo de eventos isquémicos o muerte y un 59% la mortalidad total tras un proceso coronario agudo.
Cada vez es más evidente la importancia de adoptar estilos de vida saludables en los que la dieta ya se considera un auténtico ‘peso pesado’ frente al riesgo cardiovascular. En esta línea, el último trabajo en Nature Medicine asocia el patrón dietético AHEI (iniciales en inglés de Índice Alternativo de Alimentación Saludable) con mejoras en la salud general y especialmente en el funcionamiento cerebral.
Otra publicación en The Lancet, y en la que se analizaron los efectos de la dieta en 195 países, entre los años 1990 y 2017, alertaba de la existencia de factores dietéticos responsables de mortalidad por cualquier causa en el mundo.
El consumo excesivo de sal, la baja ingesta de cereales integrales y de fruta, una dieta pobre en frutos secos y semillas, así como en verdura y escaso consumo de pescado, aparecían como principales responsables de mortalidad asociada a la dieta. «El papel, en el ámbito personal y comunitario, de un estilo de vida saludable es cada vez más evidente», considera Carlos Guijarro, presidente de la Sociedad Española de Arteriosclerosis (SEA), para quien la «modificación del estilo de vida, particularmente de la dieta, es la ‘piedra angular’ de las estrategias poblacionales para la prevención cardiovascular e individual».
La dieta mediterránea tradicional se reafirma como prototipo saludable de base vegetal con alimentos integrados en un patrón alimentario
La dieta mediterránea tradicional se reafirma como prototipo sostenible de base vegetal con alimentos integrados en un patrón alimentario que podría ser la solución para «el reto del siglo XXI: alimentar a 9.000 millones de personas dentro de 50 años», expone Emilio Ros, primer autor del nuevo Documento de Actualización sobre Recomendaciones sobre estilo de vida y prevención cardiovascular, de la SEA.
El informe actualiza las nuevas evidencias científicas producidas en los últimos seis años -el primer documento es de 2018-, en cuanto a alimentación y patrones dietéticos. Durante este tiempo se han publicado más de 8.200 trabajos que han renovado el conocimiento de los alimentos, de los patrones dietéticos y de su impacto en la salud general y cardiovascular. Una de las conclusiones: «el patrón nutricional es más importante que el alimento individual», señala el presidente de la SEA.
Ros, compilador de las actualizaciones, investigador emérito del Institut de Investigacions Biomèdiques August Pi Sunyer (IDIBAPS) y miembro de CiberOBN, subraya que los estudios españoles PREDIMED, ensayo clínico pionero de prevención primaria cardiovascular, y más recientemente CORDIOPREV, de prevención secundaria, ambos con proyección internacional, confirmaron que el patrón mediterráneo -con inclusión de aceite de oliva virgen extra (AOVE), frutos secos y dieta baja en grasas-, reducía la patología cardiovascular: en un 37%, según los datos de PREDIMED y en un 27% en los de CORDIOPREV.
El documento de la SEA analiza ahora aspectos novedosos o controvertidos de la compleja relación entre la dieta y la ECV, algunos de los cuales modifican las recomendaciones tradicionales para prevención cardiovascular. Por ejemplo, «tenemos muy claro que podemos comer huevos. No es tan nocivo como se pensaba», señala Ros.
Evidencias renovadas
En la mayoría de los estudios de cohortes no se observa, según recoge el informe, una relación significativa entre el colesterol de la dieta y el riesgo cardiovascular, por lo que «se aconseja, más que poner el foco en el aporte de colesterol a un determinado nivel, integrar alimentos ricos en colesterol, pero también de otros nutrientes, como son los huevos, en un patrón de dieta saludable». Es más, Vicente Pascual, médico de Atención Primaria en Castellón, miembro de la SEA y del grupo de Nutrición y Lípidos de Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria (SEMERGEN), subraya que «el consumo de huevos representa proteínas de primera calidad para los ancianos».
Otra de las controversias clarificadas se centra en los cereales integrales frente a los refinados, entre los que se encuadraría el arroz blanco. Los resultados de diversos metaanálisis, publicados en 2019 en The Lancet, confirmaban que consumir cereales integrales se asociaba a menor riesgo de de diabetes, mortalidad por patología cardíaca coronaria, accidente cerebrovascular y por todas las causas. Sin embargo, el consumo de los refinados parece que ha dejado de demonizarse, con matices. «El problema del cereal refinado es que aumenta el índice glucémico», explica Ros.
El arroz blanco, un cereal refinado, no se desaconseja cuando se consume dentro de un patrón alimentario variado y saludable, como la paella
El resultado novedoso de esta última actualización es que cuando se comparan dietas de alto y bajo índice glucémico, no se aprecian cambios de la potencia de los factores de riesgo cardiometabólico ni de eventos cardiovasculares clínicos. «Si cereales refinados como el arroz blanco se consumen junto a otros alimentos, como es el caso de la paella, por ejemplo, no hay motivos para desaconsejar su consumo o el de otros alimentos básicos como el pan con harina refinada o la patata, «alimento que se puede comerse hasta tres veces por semana en platos mixtos con verduras, carnes o pescados», indica el investigador. La clave estaría, por tanto, en su consumo dentro de un patrón variado y saludable como es el mediterráneo.
Datos muy llamativos giran en torno a los ultraprocesados. Aunque su mayor consumo global se asocia con el riesgo de mortalidad total y cardiovascular, las nuevas evidencias relevan que no todos estos alimentos son perjudiciales.
Existen subgrupos específicos, como los cereales integrales de desayuno, yogures de frutas y otros postres lácteos, que pueden ser beneficiosos. Su ingesta se ha asociado a una reducción del riesgo de diabetes, por lo que reducirlos podría ser contraproducente, señalan los investigadores.
No todos los ultraprocesados son perjudiciales. Yogures de frutas, postres lácteos o cereales integrales de desayuno se han asociado menor riesgo de diabetes
En el documento también se analiza la ingesta de zumos de frutas, considerados nocivos y no recomendados en guías anteriores, pero que si se consumen sin azúcar añadido no son perjudiciales. «Los realizados en licuadora, por ejemplo, pueden contribuir a completar las cinco raciones de frutas y verduras diarias aconsejadas», explica Ros.
Lácteos enteros, otro nuevo paradigma, señala Pascual. «No incrementan el riesgo cardiovascular. Así, personas con colesterol elevado o patologías cardiovasculares «pueden consumir leche o yogur enteros y quesos grasos. Sí elevan las calorías, lo que debe tenerse en cuenta en dietas hipocalóricas».
Cacao y café -filtrado, instantáneo, con o sin cafeína-, también reportan beneficios, indica este profesional. «Hay que estar atentos al contenido de azúcar y grasas, pero se admite el chocolate negro, con más del 70% de cacao«. En el caso del café, el consumo habitual de hasta cinco tazas al día, beneficia a la salud cardiovascular, «limitándose al máximo el azúcar añadido».
En la guía, según Pascual, se insiste en «quitar el salero de la mesa» y tomar menos de 5 gramos de sodio al día. Como principal fuente de grasa rica en antioxidantes se consolida el aceite virgen extra de oliva, para cocinar y aliñar, por sus más que probados beneficios para mejorar la salud global y cardiovascular en particular.
El estilo de vida reduce casi un 60% la mortalidad tras síndrome coronario agudo
«Un estilo de vida saludable reduce en un 35% el riesgo de eventos isquémicos o muerte y en un 59% la mortalidad total tras un síndrome coronario agudo», explican José Tuñón, jefe del Servicio de Cardiología y catedrático de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM), y Luis Blanco-Colio, jefe del Grupo de Patología Vascular del Instituto de Investigación Sanitaria (ISS-FJD), ambos de la Fundación Jiménez Díaz, de Madrid.
Los datos son del último ensayO que han coordinado, publicado en American Journal of Preventive Cardiology, en el que se demuestra que mantener una dieta equilibrada, hacer ejercicio, evitar el tabaco y reducir el estrés mejoran el pronóstico y son factores independientes de protección, más allá del tratamiento farmacológico. Además, el estilo de vida saludable se configura como una herramienta, tanto para la prevención primaria como secundaria de la enfermedad cardiovascular (ECV).
El análisis se ha realizado sobre 685 pacientes, con una edad media de 60 años procedentes de cinco hospitales de Madrid (Fuenlabrada, Móstoles, Puerta de Hierro-Majadahonda y Hospital Fundación Alcorcón), que habían tenido un síndrome coronario agudo: angina inestable o infarto de miocardio (IAM).
Después de que los pacientes fueran dados de alta, eran revisados seis meses después y se les preguntaba por su estilo de vida durante este tiempo con un ‘score’ que recogía siete hábitos saludables: consumir frutas y verduras tres o más veces al día, ingesta regular de pescado (dos veces o más a la semana), limitar a menos de siete el consumo de bebidas alcohólicas a la semana, control del estrés, practicar actividad física moderada o intensa en tiempo de ocio y abandonar el tabaco. La mayor acumulación de puntos se relacionaba con un mejor estilo de vida, hecho que se siguió analizando durante cinco años.
Según Tuñón, director de este trabajo multicéntrico junto con Blanco-Colio, «a lo largo de los cinco años de seguimiento se ha comprobado que los pacientes con un cumplimiento de cuatro o más puntos consiguieron las mejores reducciones de riesgo. «Se evidenciaron también mejorías en sus perfiles lipídicos y una reducción de la inflamación«, subraya Blanco-Colio, cuyo equipo también ha observado las modificaciones celulares beneficiosas que induce un estilo de vida saludable.
Modificaciones celulares beneficiosas
«Cuando se reducen los niveles de lípidos en sangre, también lo hacen los presentes en la lesión vascular; en la placa de ateroma. Ello provoca que la respuesta inflamatoria en ese tejido dañado sea menor, con un más bajo reclutamiento de células inflamatorias, con placas más estables y con menos tendencia a romperse y, por tanto, a desarrollar un evento cardiovascular». Tuñón incide además en que las personas con una buena puntuación presentaban una menor producción de proteína C reactiva en sangre a los seis meses de seguimiento».
Según los profesionales, aunque todos estos factores que se consideran saludables ejercen un importante papel de forma independiente, parece que algunos son más potentes. Así, por ejemplo, «dejar de fumar reducía estadísticamente el riesgo de muerte, así como la actividad física regular«.
En el análisis también se ha analizado el influjo de estas medidas saludables sobre la medicación que siguen los pacientes con eventos cardíacos. El cardiólogo señala que, además de los parámetros de estilo de vida, la terapia con estatinas también rebajaba el riesgo, hecho de sobra conocido y que se ha tenido en cuenta en este trabajo. «La conclusión es que el estilo de vida ofrece un beneficio adicional al tratamiento médico«, expresa Tuñón, por lo que es recomendable hacer más hincapié en su mantenimiento, incluso con terapia médica óptima.
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