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Los españoles consumen más alcohol y las españolas más alimentos azucarados
Según los últimos resultados del estudio Anibes, las mujeres ingieren más con alimentos azucarados y realizan menos ejercicio físico intenso, en cambio, los hombres consumen más precocinados y bebidas alcohólicas. Estas son algunas de las conclusiones del trabajo, que ha contado con la colaboración de la Fundación Española de Nutrición (FEN), donde se han tenido en cuenta una serie de patrones sobre la alimentación y el estilo de vida de los españoles.
La revista científica Nutrients acaba de publicar el estudio Patrones de estilo de vida y estado ponderal en adultos españoles: el estudio Anibes, un nuevo resultado del trabajo científico que tiene por objeto la identificación de patrones alimentarios en la población adulta española y determinar su ingesta de macro y micronutrientes junto al gasto de energía realizado, así como describir las relaciones entre factores sociodemográficos y los diferentes modelos de estilos de vida, y analizar la asociación potencial de estas relaciones con el exceso de peso corporal.
El estudio, coordinado por la Fundación Española de Nutrición (FEN), señala cómo la investigación de los hábitos alimentarios y su potencial combinación con otros aspectos del estilo de vida para contribuir a la identificación de estrategias eficaces para la prevención del sobrepeso y la obesidad en adultos.
Patrones alimentarios
Según los resultados del trabajo, se identificaron cuatro patrones alimentarios principales en la alimentación de los adultos en España: el patrón tradicional, el mediterráneo, el aperitivos y el de lácteos y alimentos azucarados.
«Los patrones mediterráneo y tradicional engloban a un número significativamente mayor de adultos de edad más avanzada (50-64 años), en cambio, el patrón de lácteos y alimentos azucarados incluye una mayor proporción de adultos jóvenes (18-30 años). En lo que se refiere a diferencias por sexo, se encontró un mayor número de hombres en el patrón de aperitivos mientras que los patrones mediterráneo y lácteos y alimentos azucarados tuvieron una presencia mayor de mujeres, ajustando por edad e ingesta de energía», ha apuntado Javier Aranceta Bartrina, presidente del Comité Científico de la Sociedad Española de Nutrición Comunitaria (SENC) y profesor de Nutrición Comunitaria de la Universidad de Navarra. De la misma manera, «los patrones mediterráneo y tradicional fueron los más comunes entre las personas con un mayor nivel educativo».
Patrones de estilo de vida
En base a los cuatro patrones alimentarios identificados, así como al análisis de los minutos por semana dedicados a realizar actividad física vigorosa o moderada, a caminar o montar en bicicleta, al tiempo dedicado a actividades consideradas como sedentarias, la duración del sueño y la existencia o no de hábito tabáquico, el estudio identificó tres patrones de estilo de vida. En concreto se identificaron un primer patrón de personas con una alimentación mixta, con un estilo de vida físicamente activo y poco sedentario; un segundo patrón de gente con una alimentación adecuada, una baja actividad física y un estilo de vida poco sedentario y, por último, un tercer patrón de consumidores de una alimentación no adecuada, que realizan una baja actividad física y que mantienen un estilo de vida sedentario.
Según ha explicado Carmen Pérez Rodrigo, presidenta de la SENC, «en el primer modelo se incluye el 13 por ciento de la muestra, con una mayor proporción de población masculina(71,9 por ciento de hombres frente al 28,1 por ciento de mujeres) y en el que el grupo de edad de 50 a 64 años tiene una representación significativamente baja. En lo que se refiere a la ingesta de alimentos y bebidas, este patrón se caracteriza por un mayor consumo de frutas, pasta, aceite de oliva, agua y bebidas alcohólicas».
Por el contrario, en el segundo patrón, «se incluye al 63,3 por ciento de la muestra de todas las edades (18 a 64 años), con una proporción significativamente mayor de mujeres (58,5 por ciento) y una alta proporción de personas con un nivel educativo bajo», ha añadido Pérez Rodrigo.
Para concluir, el tercer patrón engloba al 23,6 por ciento del total de la muestra con una proporción mayor de adultos jóvenes entre 18 y 30 años. Según Aranceta Bartrina, investigador principal del trabajo, «en lo que se refiere a la ingesta de alimentos, las personas incluidas en este patrón realizaban un mayor consumo de leche, bollería y pastelería, azúcar y dulces. Los hombres consumieron más precocinados y bebidas de alto contenido alcohólico, mientras que las mujeres realizaron un consumo significativamente mayor de bocadillos salados, zumos y néctares y refrescos con azúcar».
Tal y como recoge el trabajo, existen diferentes enfoques metodológicos y procedimientos para identificar patrones tanto de alimentación como de estilos de vida. Para el investigador, «los hallazgos de este estudio subrayan la importancia de diseñar e implantar intervenciones que aborden múltiples hábitos de riesgo para la salud, considerando los patrones de estilo de vida, la agrupación de comportamientos de riesgo y los determinantes asociados. Además, tal y como se ha comentado en el trabajo, cada individuo puede tener varios comportamientos poco saludables dentro de su estilo de vida, cuya combinación podría favorecer el aumento de peso. De la misma forma, hay que tener en cuenta que las personas también puede tener una combinación de prácticas tanto saludables como no saludables». Diario Médico 04-10-2017
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