Noticias-portada
Los menores no deberían tomar bebidas energéticas ni para estudiar.
Mª Luisa Ferrerós, psicóloga infantil: “Los menores no deberían tomar bebidas energéticas ni para estudiar. Van hiperacelerados”
Esta experta ofrece claves para regular el comportamiento de los más pequeños y su rendimiento escolar en el libro ‘Dime qué come y te diré cómo se porta’. En él, entre otras cuestiones, aborda la influencia de la alimentación en las rabietas y en trastornos como el déficit de atención.
- MAR MUÑIZ, Publicado en El Mundo Actualizado Martes, 3 septiembre 2024 – 02:27
Un niño con hambre no es una bomba de relojería, pero casi. Un niño con sueño, tres cuartas de lo mismo. Cualquiera que haya tenido hijos sabe que la falta de descanso y un estómago vacío son palancas que pueden activar una ‘DANA’ tan poderosa que dé al traste con una tarde plácida. La psicóloga infantil Mª Luisa Ferrerós, en colaboración con la doctora en Biología Victoria Revilla, ha puesto negro sobre blanco la relación entre alimentación y comportamiento en el recién publicado ‘Dime qué come y te diré cómo se porta’ (Planeta).
Ferrerós sostiene que la mitad de lo que entra por la boca aterriza en el cerebro, así que conviene darle una vuelta a lo que comen los niños para evitar problemas de salud, claro, pero también desajustes en el estado de ánimo y alteraciones en sus capacidades cognitivas. Explica el vínculo entre una merienda a tope de bollería industrial y una pataleta posterior, provocada por lo que llama “la montaña rusa del azúcar”, es decir, la ansiedad e irritabilidad que causan los picos de insulina tras la ingesta de zumos y dulces pero también, ojo, de ultraprocesados.
También pone de relieve el efecto de la carencia de ácidos grasos omega 3 (pescado azul, nueces…) con un déficit de atención en los pequeños y que existe relación entre dietas ricas en procesados y grasas ‘malas’, y depresión y ansiedad.
Pero además, la autora ofrece ideas concretas para practicar la alimentación saludable e implicar a los pequeños en la preparación de su propio desayuno y almuerzos para el cole, por ejemplo. Aporta trucos divertidos, como seducir a los niños con ‘nocilla’ casera y comida de colores. ¿Conseguiremos que coman pan de brócoli y hasta de lentejas? Veremos.
Usted propone alternativas ricas y saludables para no dar bollería industrial a los niños, pero ¿cómo le podemos hacer la competencia a un dónut de chocolate?
Lo primero, explicando a los chicos por qué deben alimentarse bien e implicándoles en la preparación de las comidas. El objetivo es que tengan ganas de probar lo que han preparado. Yo propongo en este caso hacer un dónut casero con harina de almendras, huevo, leche, poner plátano o dátil y cacao (con una pureza mínima del 80%), que es buenísimo. Lo pones en unos moldes con forma y te salen unos dónuts maravillosos. Si los han hecho ellos, ¿cómo no los van a probar?
Vayamos también a lo sencillo. ¿Bocadillo de chorizo para merendar sí o no?
Si es un chorizo natural, bueno, que no lleva mil colorantes y conservantes, perfecto. En contra de lo que muchos creen, los niños tienen que tomar grasa, puesto que hay vitaminas y minerales que la necesitan para asimilarse. No hay que abusar, pero uno de vez en cuando no supone problema.
Dice que no debemos vincular la comida a premios ni castigos, pero que levante la mano quien no ha prometido una piruleta si el niño recoge sus juguetes…
Si lo hacemos, aprenden que la comida tiene un valor emocional y que se puede usar para chantajear, por ejemplo. Si un niño no se ha portado bien, no hay que castigarlo sin postre, sino a recoger la cocina. Hace poco, un abuelo me llevó a su nieto a consulta asegurando que era superdotado. Lo que hacía es pedirle que dijera los números prometiéndole chocolate si lo hacía bien. Debemos enseñar a que se come por hambre.
Otro mito que derriba en el libro es que los fritos no son el demonio.
La clave es cómo son esos fritos. Si hablamos de un rebozado con huevo, harina de garbanzo, aceite de oliva… Esto es sano. Los fritos ultraprocesados ya sabemos que llevan emulgentes, conservantes y tanta química que no son alimentos. Llevan sustancias que intoxican el intestino e impiden la segregación de hormonas involucradas en nuestro estado de ánimo. Desde los griegos y los romanos sabemos de este vínculo, con el famoso mens sana in corpore sano.
Siempre hemos escuchado que en la mesa, grandes y pequeños tenemos que comer lo mismo, pero usted dice que tampoco…
En la mesa hay que poner comida para todos, aunque somos nosotros quienes debemos servirles. Es cierto que no todos tenemos las mismas necesidades nutricionales. Es más normal que un adulto cene ligero: verdura, ensalada, tortilla francesa… Pero los niños están creciendo y tienen que hacer sus cinco comidas al día. Vienen de un día largo, con extraescolares y con una verdurita no concilian el sueño porque están faltos de nutrientes. Pueden cenar espaguetis o arroz a la cubana perfectamente porque lo gastan todo. Igual sucede con el descanso: necesitan dormir 3 o 4 horas más.
Se nos llena la boca con la dieta mediterránea, pero no sé yo…
Si la hiciéramos de verdad sería fantástico, pero hay muchas cosas que los niños no toman o toman muy poco. Deben tomar aceite de oliva, pescado azul y frutas de proximidad… Aceitunas, por ejemplo, comen muy pocas y tienen la misma calidad que el aguacate. Tampoco comen suficientes frutos secos y es fácil incorporarlos en un bizcocho si los trituramos y los sustituimos por la harina. Y la horchata, que es maravillosa. Es un híbrido entre tubérculo y fruto seco cuyas virtudes apreció la propia Cleopatra. En EEUU han analizado las leches vegetales y han visto que la chufa es superior. Por eso se ha puesto muy de moda. Eso sí, debe ser 100% chufa y sin azúcares añadidos.
Otro demonio: el desayuno de leche con galletas.
El problema es que a ese desayuno le faltan muchas cosas, como grasas saludables y proteína. Es mejor un yogur griego con cereales integrales sin azúcar, fruta y trocitos de chocolate negro. O tomar magdalenas caseras de avena con nueces, leche y fruta. O pan con aceite de oliva, queso fresco con nueces y miel. Si se quieren galletas, mejor caseras y un par de ellas, además de otras cosas para completar.
Hay niños inapetentes que no quieren tomar nada antes de ir al cole. ¿Qué hacemos?
Probaría a adelantar la cena a las 19h o 19.30 y que tomen al menos un poco de leche, medio plátano, frutos secos… Luego de almuerzo para el colegio, mejor que no se lleven siempre lo mismo. Pan con tomate y aceite con jamón; o queso con anchoas o caballa…
Una lata de bebida energética equivale a tres cafés y 10 azucarillos, dice en su libro. La cantidad recomendada por la OMS es de seis terrones al día, o sea, que blanco y en botella.
Los chavales no las deben consumir, ni para estudiar ni para nada. Ni ellos ni nosotros somos conscientes de lo que suponen: riesgo de adicción, de obesidad, insomnio, etc. Llevan muchos estimulantes y luego van hiperacelerados. Creo que deberían regularse para los menores no lo puedan tomar, igual que el alcohol. Hay que educar a los niños desde pequeños para que cuiden su cuerpo, porque es su templo.
Refiere que hay algún estudio de niños vegetarianos que sostienen que tienen mejor salud cardiovascular, pero que tienen menos densidad ósea y son más bajitos. Hay niños con 9 o 10 años que eligen ser veganos o vegetarianos. Eso también es un melón…
Creo que un niño tan pequeño no tiene capacidad para elegir esto. No hay ningún estudio a largo plazo que explique los efectos de tener tanta restricción de proteínas animales. Deben decidir, pero cuando sean mayores, igual que tampoco le dejas ir en moto con 10 años, ¿no? Es un riesgo elevado y sus consecuencias son desconocidas, por eso, me costaría mucho recomendarlo. Y no se arregla con tomar suplementación. No se absorben tan fácilmente como muchos creen.
Pero quizá con supervisión médica…
Es que no debe hacerse sin control médico. Tuve un caso de una niña con 10 años cuyos padres eran veganos. Le hice análisis de sangre. Tenía anemia, falta de hierro, zinc y también era deficitaria en hidratos de carbono. Se descompensó tanto que estaba mal y vinieron porque llevaba dos meses sin parar de llorar. Resultó que en el colegio no estaban preparados para darle una alimentación equilibrada y solo comía ensaladas. Volvió a una alimentación normal y se recuperó. Pero igual que destacamos esto, hay que señalar que una alimentación con ultraprocesados y azúcares, sin vegetales ni frutas, es igual de perjudicial. Son niños irritables, hiperactivos, se bloquean, tienen pataletas… Y la razón es la alimentación deficitaria.
Todavía es tiempo de helados y las criaturas no quieren uno diario, si no dos. ¿Qué hacemos? ¿Son mejores los polos de hielo?
Mejor un helado mantecado, que tiene su leche y su huevo y es nutritivo, pero no cada día. Uno o dos a la semana. Lo que sí se puede hacer es tomar a diario helados caseros hechos con frutas. Los industriales son todo colorantes. No podemos prohibirles ningún alimento, porque si lo hacemos, se obsesionan y se convierten en un deseo incontrolable.
Leave a reply