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Los virus respiratorios
Ecología viral, un nuevo concepto para entender mejor los virus
2021 ha presenciado cómo algunos virus, como el respiratorio sincitial, han hecho su aparición en primavera y verano cuando suelen hacerlo en otoño. Los expertos hablan de interferencias virales.
Las infecciones por virus respiratorios de vías altas son muy frecuentes en la infancia, tanto que durante los primeros cinco años de vida se calcula que los niños tienen un episodio cada 7 o 15 días.
Covadonga Díaz González, publicado en Diario Médico el Vie, 24/12/2021 –
En la actualidad, las infecciones más frecuentes en la infancia son las provocadas por virus respiratorios, habitualmente con un patrón de aparición estacional que se repite a lo largo de los años, pero que ha cambiado en este 2021.
Durante la pandemia muchos virus han desaparecido y algunos, como el virus respiratorio sincitial (VRS), habitual de los meses de invierno, ha emergido, curiosamente, en verano, sin que las medidas de restricción puedan únicamente por sí mismas explicar este fenómeno.
Así lo señala María Garcés-Sánchez, pediatra en el centro de salud de Nazaret, en Valencia, vocal del Comité Asesor de Vacunas de la Asociación Española de Pediatría (AEP) e investigadora adscrita al Área de Investigación en Vacunas de la Fundación Fisabio, quien explica que, junto a las medidas de restricción, debe estar actuando una suerte de interferencia viral.
Esta experta destaca el carácter estacional de los virus respiratorios de las vías altas, que son lo más frecuentes en la infancia, entre los que se incluyen los rinovirus, los parainfluenza y los metapneumovirus, junto al virus respiratorio sincitial (VRS) que, después de prácticamente desaparecer en 2020, este año ha emergido entre el final de la primavera y el principio del verano, cuando lo habitual es que empiece a actuar al comienzo del otoño.
Las medidas de restricción e higiene implementadas para el abordaje de la pandemia por covid-19 explican solo en parte este comportamiento, “dado que, además, los niños menores de 6 años no han utilizado la mascarilla en entornos como la guardería o escuela y aun así no han padecido casi enfermedades víricas o bacterianas”, lo que lleva a los expertos a plantear la existencia de otros factores que afecten a la circulación de los virus: el concepto de ecología viral, que es un área sobre la que aún sabemos poco”, explica María Garcés-Sánchez.
Lo que se cree es que los virus compiten entre sí para infectar a la población y el sistema inmunitario humano en contacto con un virus parece que evita la acción de otros, “es lo que se conoce como interferencia viral. Si no hay pandemia, los virus circulan en la comunidad con un patrón determinado que conocemos; en septiembre suelen aparecer los rinovirus y los metapneumovirus, después los parainfluenza, y finalmente llega el virus respiratorio sincitial y el de la gripe teniendo en cuenta que los niños son los primeros que se infectan y actúan como vectores y contagian al resto de la población. Este año no ha sido así”, señala esta experta.
Las infecciones por virus respiratorios de vías altas son muy frecuentes en la infancia, tanto que durante los primeros cinco años de vida se calcula que los niños tienen un episodio cada 7 o 15 días, “que, en la mayor parte de los casos, no generan complicaciones y de lo que se trata es solo de controlar los síntomas para que el niño esté lo mejor posible hasta que su sistema inmunitario sea capaz de responder y generar una respuesta inmunológica frente estos virus”, dice la pediatra.
Infecciones pulmonares graves
El rinovirus es uno de los más frecuentes y suele circular durante casi todo el invierno, mientras que el virus respiratorio sincitial es uno de los más peligrosos porque genera una “neumonía vírica” sobre todo en los lactantes más pequeños. Se trata de una enfermedad que puede cursar con síntomas moderados, pero que puede provocar infecciones pulmonares graves especialmente en bebés y niños pequeños; de hecho, es causante de entre el 70 y el 80% de las bronquiolitis en la infancia y es la segunda causa de muerte en lactantes menores de 12 meses. “Si los niños menores de tres meses contraen un virus respiratorio sincitial tienen más riesgo de desarrollar una neumonía importante que les va a condicionar su calidad de vida y la de su familia en los años siguientes, porque pueden generar un cuadro de hiperactividad bronquial similar al asma”, precisa Garcés-Sánchez.
Esta especialista considera que sería interesante disponer de un registro nacional de virus respiratorio sincitial similar al que ya funciona frente a la gripe, con el fin de contar con una red de vigilancia “que nos permita adoptar las estrategias oportunas de la forma más efectiva posible”.
Precisamente, desde hace años se está investigando el desarrollo de una vacuna frente al virus respiratorio sincitial, con distintas estrategias. “Se está viendo si interesa más vacunar a los niños o las madres para proteger a los más pequeños, en los que estos virus pueden ser causa de ingreso hospitalario en UCI. “Este virus es la covid de los lactantes menores de 3 meses”, explica la vocal del Comité Asesor de Vacunas de la Asociación Española de Pediatría.
Nuevos anticuerpos monoclonales
Una de las innovaciones en el abordaje del virus respiratorio sincitial ha venido de la mano de los anticuerpos monoclonales “específicos para bloquear estos virus, con estrategias de inmunidad pasiva y con el objetivo primordial de que los lactantes de mayor riesgo no se enfermen”.
La estrategia que se está siguiendo es la administración de los anticuerpos una vez al mes durante la temporada invernal, en donde habitualmente circula el virus respiratorio sincitial. “La cuestión es que es un tratamiento caro y que requiere repetir la administración todos los meses de circulación del virus; no obstante, se están ya desarrollando nuevos anticuerpos que se administrarán una sola pauta y que son más baratos. Tenemos importantes expectativas depositadas tanto en las vacunas como en estos nuevos anticuerpos”, explica Garcés-Sánchez.
Otras infecciones también frecuentes en la infancia son las causadas por enterovirus que se trasmiten tanto por vía aérea como a través de fómites y que cursan, inicialmente, con sintomatología aérea, pero en los que la manifestación más evidente es la diarrea por gastroenteritis. Así, se trata de virus que, a diferencia de los respiratorios, circulan todo el año.
Rotavirus, causante de las diarreas
De la familia de los enterovirus, el más importante es el rotavirus, que es el que con más frecuencia genera un cuadro clínico de diarrea que puede llevar a una deshidratación grave.
Desde hace años se dispone de una vacuna frente a este virus incluida desde hace algo más de un año en el calendario, pero solo para niños prematuros, en los que este agente patógeno puede con más frecuencia ser causa de ingreso hospitalario.
La vacuna ha demostrado una eficacia directa muy elevada, pero también ha conseguido “esa inmunidad de rebaño que buscamos en el coronavirus. El Área de Investigación en Vacunas de la Comunidad Valenciana ha realizado un estudio sobre los lactantes vacunados frente a esta enfermedad -señala la pediatra-. Observamos que a partir de una protección del 40% de niños vacunados la disminución de ingresos hospitalarios era cercana al 90%, confirmando la protección directa y la efectividad indirecta de protección”. Estos datos, junto con la evidencia de protección de esta vacuna, según los datos publicados de muchos países, ha llevado a la Asociación Española de Pediatría a incluirla en su calendario vacunal de recomendaciones y “se espera que pronto sea incluida en el calendario vacunal sistemático financiado para todos los niños”.
Según la portavoz de la AEP, la razón por la que no existen tratamientos específicos efectivos para los virus respiratorios es porque mutan con mucha frecuencia, es decir, “cambian muy fácilmente de estructura”, por lo que es complicado desarrollar una vacuna. No obstante, se trata de virus que, en general, generan infecciones leves con buena evolución.
El gran avance de las vacunas
Las infecciones bacterianas son el otro frente de batalla de los pediatras. Según María Garcés-Sánchez, el panorama ha cambiado de forma notable en las últimas tres décadas, a partir de la disposición de las vacunas conjugadas, que han permitido combatir de forma eficaz los patógenos más graves que afectaban con mayor incidencia a los menores de 2 años, como el neumococo, el meningococo y la Haemophilus influenzae tipo B.
Estas bacterias tienen en común que están encapsuladas y esa cubierta de polisacárido les permite evadir al sistema inmune, “al que le resulta complejo identificar gracias a su cápsula de protección”. Las vacunas iniciales frente a estas enfermedades graves se basaron en esta cápsula o polisacárido de membrana. No obstante, la respuesta de protección que producían era parcial y casi inexistente en los menores de 2 años.
El abordaje cambió cuando fructificó una estrategia de investigación basada en el añadido de una proteína al polisacárido o cápsula de la bacteria, que actúa como un transportador que estimula de forma diferente al sistema inmune humano y consigue que pueda reconocer al polisacárido y generar una respuesta de memoria inmune protectora. Esta es la base de las vacunas conjugadas, que han permitido combatir a Haemophilus influenzae tipo B, que daba lugar a casos de meningitis, una enfermedad que, prácticamente, ha desaparecido gracias a la vacunación “y de la que en nuestro país solo vemos al año algunos casos muy esporádicos”, explica Garcés-Sáncez.
Lo mismo ha sucedido con la vacuna frente al neumococo, causante de neumonías bacterianas que pueden cursar en forma de otitis media aguda, pero también como meningitis e incluso sepsis. “El impacto de la vacuna ha sido tan grande que se puede decir que han desaparecido los cuadros de meningitis por esta causa”, señala esta especialista.
La vacuna conjugada frente al neumococo actualmente disponible protege frente a 13 serotipos del patógeno. Hoy en día está en desarrollo una nueva vacuna que protege frente a 15 serotipos “y que esperamos que sea próximamente aprobada”, y también está otra en investigación que protege frente a 20 serotipos.
El meningococo es otra bacteria que puede dar lugar a cuadros graves de meningitis e incluso sepsis. “Actualmente disponemos de vacunas incluidas en el calendario que protegen frente a la mayor parte de los meningococos y de otras no incluidas aún en el calendario, pero que es probable que lo hagan pronto para mejorar la protección frente a cuadros que no son frecuentes, pero sí pueden ser muy graves”, indica Garcés-Sánchez.
Respecto a otro tipo de infecciones frecuentes en la infancia, apunta que hace décadas el panorama cambió sustancialmente por la acción de las vacunas, como es el caso del sarampión, que por sí mismo puede causar una encefalitis grave y numerosas complicaciones “y que prácticamente ha desaparecido en nuestro país”. Lo mismo ha sucedido con la tosferina, “una enfermedad muy frecuente durante décadas en la etapa escolar y que hoy ya casi no vemos”.
Asimismo, en el año 2000 se observó un aumento en la incidencia de esta enfermedad en lactantes, debido a que la pauta de vacunación no se completaba hasta los seis meses de vida y, por tanto, los lactantes más pequeños tenían riesgo de presentar una enfermedad muy grave si se contagiaban. Dado que la protección no podía adelantarse antes de los 2 meses, se ensayó una estrategia vacunando a las madres gestantes. “Y gracias a la inmunización de las embarazadas a partir del segundo trimestre de gestación se ha conseguido protección frente a la enfermedad a través de anticuerpos de la madre que pasan al bebé y lo protegen los primeros meses mientras se completa su vacunación”.
“Es importante recordar a la población -añade- la necesidad de mantener coberturas vacunales elevadas para evitar que estas enfermedades antiguas vuelvan a reaparecer. Por el momento, solo una enfermedad se ha erradicado en el planeta, la viruela. Aunque los procesos en los niños sean más leves, los pediatras seguimos pendientes de cualquier cuadro que pudiera aparecer y pudiera tratarse de una enfermedad grave, para actuar lo antes posible”.
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