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Luz ultravioleta contra la Covid-19
Luz ultravioleta C (UVC) en la lucha contra las pandemias
Por José Luis Fernández Luna. Coordinador de Genética del Hospital Marqués de Valdecilla. Asesor científico de la División Biomédica de FOTOGLASS, Publicado en Diario Médico el Sáb, 13/03/2021 –
Las pandemias han ido masacrando a la humanidad a lo largo de su historia. Baste recordar la pandemia de peste negra, causada por la bacteria Yersinia pestis, a mediados del siglo XIV, una de las más devastadoras, o la primera pandemia de cólera en 1817, producida por la bacteria Vibrio cholerae, que se originó en la India y se extendió a otras partes del mundo ocasionando cientos de miles de muertes. En nuestra historia reciente, la más mortífera fue la pandemia de gripe de 1918, causada por el virus H1N1, con 50 millones de muertes en todo el mundo.
Afortunadamente, hoy día tenemos un amplio repertorio de antibióticos para atacar a las bacterias, aunque estas siempre van un paso por delante y se pueden hacer resistentes. En la actualidad existe el concepto de bacterias súper-resistentes, que son difíciles de combatir con antibióticos. En el otro extremo están los virus y aquí el mayor problema es que no tenemos el mismo repertorio terapéutico, en este caso, antivirales. Sin embargo, existen las vacunas. A falta de antivirales, las vacunas consiguen activar nuestras defensas naturales para combatir una infección vírica. Este proceso de autodefensa es muy eficiente porque nuestro sistema inmune es tremendamente sofisticado y está diseñado para atacar a los patógenos, sean virus o bacterias, con diferentes armas (anticuerpos, linfocitos T) lo que hace difícil que el patógeno escape vivo.
Además de las estrategias que existen para atacar a los patógenos e impedir que se desarrollen cuando infectan a un organismo, se puede disminuir la probabilidad de infección actuando sobre nuestro entorno. Aquí las posibilidades son múltiples, con agentes germicidas tanto químicos, la mayoría, como físicos.
De todo este arsenal germicida, destaca uno con especial relevancia por su eficacia, accesibilidad y sencillez de uso, la luz ultravioleta de tipo C (UVC). Sus aplicaciones empezaron a intuirse a finales del siglo XIX, cuando se descubrió que la luz solar podía afectar al crecimiento microbiano. La luz UVC es el tipo de radiación más dañina que nos llega del sol. Hoy día se utiliza en diferentes sectores, como el de la alimentación y el sanitario, para desinfección de agua, aire y superficies.
Este sistema comparte un elemento común en todos los patógenos, ataca a su centro de control, el material genético, ya sea ADN o ARN. Decía el premio Nobel Peter Medawar que los virus son malas noticias envueltas en proteínas. Las malas noticias son su material genético y es precisamente ahí donde el UVC se muestra excepcionalmente eficaz. La razón, si no entramos en detalles científicos, es sencilla de explicar, el material genético absorbe la energía que emite el UVC y la consecuencia es que esta energía produce daños moleculares que impiden la replicación del virus y por lo tanto anulan su capacidad infectiva.
Una importante ventaja de la luz UVC es su universalidad, afecta a todos los seres vivos con material genético, por lo tanto también afecta a las células humanas, lo que obliga a una protección adecuada cuando se usa una fuente de luz UVC. Otra ventaja es que los microorganismos no generan resistencia al UVC, algo habitual en el caso de los antibióticos e incluso de los germicidas químicos, como el cloro y el alcohol.
La luz UVC tiene un altísimo nivel de eficacia germicida contra cualquier tipo de patógeno, pero no todos tienen la misma sensibilidad a esta radiación, lo que hace necesario optimizar su uso para asegurar un rendimiento óptimo en la eliminación de microorganismos patógenos. Esto pasa por realizar un diseño radiométrico que optimice el nivel de radiación y el tiempo de exposición y estudios biodosimétricos que confirmen el efecto germicida del diseño propuesto.
La luz UVC es y seguirá siendo una potente herramienta en la lucha contra las infecciones, que irá ganando terreno a otros sistemas germicidas e implantándose en muchos sectores del ámbito sanitario, empresarial y social, pero su uso y correcta aplicación requiere de un detallado estudio de optimización que garantice su eficacia y seguridad.
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