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La grasa parda
Nuevo estudio sobre la grasa parda. Estudio en ‘Plos Biology’. P38 alfa, interruptor frente a la obesidad y la diabetes
Investigadoras del CNIC desvelan el mecanismo por el que la grasa parda se activa para producir calor eliminando el exceso de grasa
Investigadores del CNIC responsables del estudio. En primera fila: Marta Pulgarín Alfaro, Magdalena Leiva, Nuria Matesanz, Ivana Nikolic y Guadalupe Sabio. En segunda fila: Leticia Herrera Melle, Elena Rodríguez, Elena Martín García, Ayelén Santamans, Mª Valle Montalvo, Alfonso Mora y José Antonio Enríquez.
Una de las líneas de investigación para tratar la obesidad es la manipulación de la grasa parda, un tipo de grasa buena que quema energía para mantener la temperatura corporal adecuada. Investigadoras del Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares (CNIC) acaban de desvelar el mecanismo por el que la grasa parda se activa para producir calor eliminando el exceso de grasa. Los resultados, que se publican en PLoS Biology, tienen potenciales implicaciones clínicas para el tratamiento de la obesidad y algunas enfermedades relacionadas con ella, como la diabetes.
La grasa corporal es esencial para mantener el equilibrio energético y ayudar a regular la temperatura del cuerpo. Pero no toda la grasa es igual. El metabolismo cuenta con dos tipos de tejido graso: un tejido adiposo blanco que almacena calorías extra y el marrón o pardo, una grasa ‘buena’ que quema energía para generar calor.
El equipo de investigadoras dirigido por Guadalupe Sabio desarrolla desde hace tiempo una línea de investigación dirigida a comprender los mecanismos necesarios para activar esta grasa parda con el objetivo de eliminar el exceso de grasa que acumulan las personas obesas. En colaboración con el Instituto de Investigación Biomédica de Salamanca (Ibsal) y el Hospital Universitario de Salamanca, este grupo ha identificado un nuevo mecanismo con implicaciones clínicas futuras.
Los resultados obtenidos “sugieren que la inhibición farmacológica de p38 alfa podría ser utilizada como terapia contra la obesidad”
Las investigadoras han demostrado, en más de 150 muestras de tejido adiposo humano, que la proteína p38 alfa se encuentra en menor cantidad en las personas más obesas y sugieren, según explica Nuria Matesanz, que “la p38 alfa podría regular una proteína clave para activar la grasa parda, denominada UCP1, que es la responsable de eliminar el exceso de grasa en forma de calor”.
Investigación en ratones carentes de la proteína
En sus investigaciones con ratones modificados genéticamente y carentes de p38 alfa, las científicas han demostrado que su ausencia en el tejido adiposo protege a los ratones frente a la obesidad a pesar de ser alimentados con una dieta grasa. Esta protección, explica Ivana Nikolic, “se debe a que la falta de la proteína p38 alfa activa la grasa parda, eliminando así el exceso de grasa blanca en forma de calor”. Además, y no menos relevante, el estudio muestra que estos ratones, carentes de p38 alfa, están protegidos también frente a la diabetes y al hígado graso.
CNIC
Imagen termográfica en la que se puede ver que los ratones sin p38 alfa en el tejido adiposo no engordan cuando son alimentados con una dieta grasa. Se comprueba además que su grasa parda está más activa y, por tanto, produce más calor (zonas de color blanco).
Para la coordinadora del estudio, estos resultados son muy prometedores, ya que “sugieren que la inhibición farmacológica de p38 alfa podría ser utilizada como terapia contra la obesidad”.
La investigación también ha arrojado otro dato importante: la proteína p38 alfa controla la activación de otra proteína de la misma familia, p38 delta, que sería la encargada de regular la temperatura. Así, explican las investigadoras, “cuando los ratones son sometidos a bajas temperaturas, p38 delta se activa, aumentando la actividad de la grasa parda”. Los ratones carentes de p38 alfa, añaden las investigadoras, tienen sobreactivada la p38 delta, lo que les confieren protección frente a la obesidad.
Estos estudios han sido posibles gracias a la colaboración con investigadores del Centro de Investigación en Medicina Molecular y Enfermedades Crónicas (CiMUS), de la Universidad de Extremadura y del Instituto de Investigación en Biomedicina (IRB) de Barcelona, y podrían ser la base para intentar encontrar una diana terapéutica para la obesidad. Diario Médico 18-07-2018
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