.Hábitos de vida
«Pilares de la Salud» camino hacia una salud pública real
‘Pilares de la Salud’ define el camino hacia una salud pública real
Impulsado por el Área de Salud de UE y respaldado por ‘El Mundo’, ‘Expansión’ y ‘Marca’, ‘Pilares de la Salud’ aborda los grandes temas de salud pública que afectan a la sociedad.
Rosalía Sierra, Diario Médico Actualizado Vie, 22/11/2024 – 13:29
La información sobre salud se asienta sobre la veracidad, y la salud pública se asienta sobre la prevención y la promoción. Esa es la base de Pilares de la Salud, una «hoja de ruta que nos permita limpiar la conversación sobre prevención y promoción de la salud», según ha definido Daniel Aparicio, director editorial del Área de Salud de Unidad Editorial, una iniciativa que ha dado su pistoletazo de salida este noviembre en una primera jornada que ha organizado esta área en colaboración con HM Hospitales, Lilly, MSD y la Consejería de Salud de la Región de Murcia.
Con el recuerdo constante y palabras de ánimo para los afectados por la DANA, durante esta jornada se han dado cita en el espacio Meeting Castellana, en Madrid, primeros espadas de la salud pública. Ha abierto fuego Carlos Enrique Rodríguez Jiménez, especialista en Endocrinología, Metabolismo y Nutrición, con una reflexión sobre los tres grandes pilares de la salud que abordará el grupo Unidad Editorial desde sus grandes cabeceras (Diario Médico y Correo Farmacéutico, CuídatePlus, El Mundo, Expansión y Marca) durante los próximos meses: sobrepeso y obesidad, bienestar emocional y salud mental, y envejecimiento saludable, porque no se trata solo de cumplir años, sino de «cumplirlos con calidad de vida».
Para ello, según Rodríguez Jiménez es preciso llevar «un bioestilo de vida, porque la alimentación y ejercicio físico son la base del andamiaje celular», y estos buenos hábitos resultan «antiobesidad y antienvejecimiento«.
Según ha explicado, «la obesidad se genera por hiperalimentación e hipersedentarismo más estrés», factores que dan lugar al síndrome metabólico, cada vez más presente en nuestra sociedad.
En la mejora de la salud cobra cada vez más importancia un ámbito en el que Rodríguez Jiménez es experto: la microbiota intestinal, tanto porque «su alteración es el origen de múltiples problemas de salud», como por «la conexión intestino-cerebro», siendo el intestino «un segundo cerebro».
Salud para todos
Y si de salud pública se trata, tres representantes de sendas consejerías de Sanidad en este ámbito han expuesto qué se puede hacer desde la administración para mejorar la salud global. «La mayor parte de las enfermedades crónicas derivan de factores de riesgo, como el consumo de tabaco y alcohol, una dieta desequilibrada y sedentarismo», ha afirmado Elena Andradas, directora general de Salud Pública de la Consejería de Sanidad de la Comunidad de Madrid, que ha tachado la obesidad como uno de los grandes problemas del siglo XXI, origen «de síndrome metabólico, hipertensión, diabetes…».
Por su parte, José Jesús Guillén, director general de Salud Pública y Adicciones de la Consejería de Sanidad de la Región de Murcia, considera que «muchas enfermedades crónicas derivan de lo que hemos hecho y aprendido antes de los 20 años«, por lo que, a su juicio, resulta fundamental «la información, la formación y la educación para la salud durante toda la vida; esa es la parte más complicada pero también la más importante».
Y es que salud pública no es solo «prevenir la enfermedad, sino la promoción de la salud», según Jorge del Diego, director general de Salud Pública y Ordenación Farmacéutica de la Consejería de Salud y Consumo de la Junta de Andalucía. Del mismo modo, invita a reinventar el concepto de centro de salud, que «no solo es donde voy cuando estoy enfermo, sino que también puede serlo un gimnasio, para luchar contra el sedentarismo, o un centro de día, que alivia la soledad no deseada».
A un paciente con obesidad se le saca una dieta del cajón y se le manda hacerla. ‘Adelgace’. Como si solo fuera cosa de fuerza de voluntad, y el paciente fuera culpable«, ha lamentado Arantxa Sáez, presidenta de la Asociación Española de Cáncer de Tiroides (Aecat). A su juicio, las personas obesas tienen sobre sí un estigma que afecta incluso al escaso asociacionismo, y «la única solución que ofrece el sistema sanitario es la cirugía. Yo me operé hace 20 años y en ese tiempo nada ha cambiado».
Y tiene razón, según Cristóbal Morales, vocal de la Sociedad Española para el Estudio de la Obesidad (Seedo): «Lo hemos hecho tan mal que solo podemos mejorar«. Considera que los profesionales sanitarios deberían mostrar más empatía, abordar la obesidad como una enfermedad y acompañar al paciente en el proceso «no de bajar números en la báscula, sino de mejorar su salud».
La promoción de la salud es la clave
Pero no es, en realidad, un fallo del sistema, como bien acreditan líderes sanitarios que han participado en Pilares de la Salud: «Para mejorar la salud no son necesarios los servicios sanitarios, sino los colegios, los servicios comunitarios, las administraciones locales… Hay que desanitizar la salud. Pero el ámbito comunitario no tiene ningún incentivo ni financiación», ha dicho José Augusto García Navarro, presidente de la Sociedad Española de Geriatría, y coincide con él Clotilde Vázquez, jefa de Endocrinología de la Fundación Jiménez Díaz (Madrid), ya que «prevenir las enfermedades crónicas no es un asunto sanitario, sino transversal. Han de implicarse los ámbitos social, político, económico, de la industria alimentaria, etc.».
Con esta implicación global, según Vázquez, sería posible hacer que prevalezcan los hábitos de vida saludable y que no nos bombardeen con lo contrario».
A su vez, Leticia Fernández Friera, directora del Centro Integral de Enfermedades Cardiovasculares HM CIEC, ha reconocido que «en Cardiología llegamos casi siempre tarde. Debemos dejar de hablar de prevención para hablar de promoción, porque la mayor parte de los eventos cardiovasculares se pueden evitar con estilos de vida saludable».
El problema, según Laura de Anta, jefa de sección de la Unidad de Psiquiatría del Hospital de Día de Niños y Adolescentes del Hospital Universitario Infanta Leonor, de Madrid, es que «los sanitarios damos por hecho que la población general sabe lo que es saludable, pero no es así».
«Una enfermedad mental con patas»
Hay bastante acuerdo en la comunidad sanitaria en que «la pandemia ha traído algo positivo al ámbito de la salud mental, y es la visibilización de los trastornos mentales«, ha afirmado Guillermo Lahera, profesor titular de Psiquiatría en la Universidad de Alcalá y jefe de sección en el Hospital Universitario Príncipe de Asturias, en la misma ciudad madrileña.
Sin embargo, también ha dejado algo negativo, en su opinión: «Los trastornos mentales leves son omnipresentes, hemos abierto la caja de Pandora. Pero no se ha puesto el foco en el trastorno mental grave, que sigue siendo tabú y sobre el que existe muy poca alfabetización».
Este tabú y desconocimiento se refleja, según Maribel Rodríguez, presidenta ES+Salud Mental, en el empleo: «Se incentiva e incluso se promociona la contratación de personas con discapacidad, pero la tasa de desempleo entre personas con trastorno mental grave es del 87,3%. No van a hacer peor el trabajo, pero se les trata como si fueran una enfermedad mental con patas», ha lamentado, citando el caso de una persona con esquizofrenia que no quiere acudir a Urgencias por un problema con su EPOC, porque avisarán a Psiquiatría. «Se moría porque no podía respirar, no por ser esquizofrénico».
Responsabilizar al ciudadano
Salud mental, obesidad y envejecimiento saludable: de los tres pilares se ha hablado largo y tendido durante la mañana, y queda claro que «hay aún mucho por hacer», según ha constatado Juan José Pedreño, consejero de Salud de la Región de Murcia, que ha clausurado la jornada.
Y buena parte de lo que hay que hacer recae sobre el ciudadano: «Debemos trasladar el mensaje de que el responsable de la salud de una persona es la propia persona. Los sistemas sanitarios tenemos la responsabilidad de apoyarle y acompañarle, pero él será el principal agente de su salud».
De gran ayuda le será, eso sí, la información veraz y rigurosa, por lo que nos ha agradecido «a los medios de comunicación el importantísimo papel que cumplís para dar a la población información en la que puede confiar».
La promoción de la salud debe reemplazar a la prevención de la enfermedad
Este nuevo paradigma es un desafío que implica a la sociedad en su conjunto y no solo al sistema sanitario, según los participantes clínicos en la iniciativa ‘Pilares de la Salud’.
- Serrano Diario Médico ActualizadoVie, 22/11/2024 – 13:29
La promoción de la salud debe ir de la mano de la sociedad; de todos y cada uno de nosotros. Este ha sido uno de los mensajes de los profesionales que han participado en la segunda mesa, de debate clínico, de ‘Pilares de la Salud’, la primera edición de un encuentro organizado por el área de Salud de Unidad Editorial, en colaboración con HM Hospitales, Lilly, MSD y la consejería de Salud de la Región de Murcia. Se trata de un evento respaldado por El Mundo, Expansión y Marca que abordará durante los próximos meses los grandes temas de salud pública que afectan a la sociedad: sobrepeso y obesidad, bienestar emocional y salud mental, y envejecimiento saludable.
En la sesión dedicada al debate clínico, centrado en los desafíos terapéuticos de las enfermedades no transmisibles, Laura de Anta, jefa de Sección de la Unidad de Psiquiatría del Hospital de Día de Niños y Adolescentes del Hospital Infanta Leonor; Clotilde Vázquez, jefe de Endocrinología de la Fundación Jimenéz Díaz; Leticia Fernández Friera, directora del Centro de Enfermedades Cardiovasculares HM CIEC, todos de Madrid, y José Augusto García Navarro, presidente de la Sociedad Española de Geriatría, han analizado los retos, actuales y futuros, relacionados con la salud mental, las enfermedades cardiovasculares, la obesidad o el envejecimiento.
Vázquez ha arrancado el debate afirmando que la promoción y la prevención de la salud es un concepto «enormemente transversal. Aunque tenemos un pequeño papel, no es totalmente sanitario. Es un fenómeno social, político, económico, de la industria alimentaria, de las influencias complejas que recibe la sociedad actual y que hace que, muchas veces, nos lleven a adoptar hábitos negativos que positivos”.
Considera así que todos los actores sociales deben interactuar para conseguir el objetivo: que sea factible tener hábitos de vida saludable, «que no estemos ‘bombardeados’ por lo contrario. Desde la sanidad hacemos lo que podemos, pero no es suficiente. Es un problema de todos».
El concepto de transversalidad ha sido compartido por Fernández Friera, quien ha subrayado que en Cardiología concretamente, «siempre llegamos especialmente tarde». Así, considera que es crucial que se deje de hablar de prevención de la enfermedad para empezar a hablar de promoción de salud. Y siempre en positivo porque en cardiología, por ejemplo, «hasta el 80% de los eventos cardiovasculares se podrían evitar si se hace una buena promoción de la salud». Por tanto, es necesario cambiar el paradigma hacia «promocionar la salud, no prevenir la enfermedad porque podemos cambiar y tener un impacto muy beneficioso sobre la enfermedad en la que llegamos tarde».
Análisis político
La información sobre salud se asienta sobre la veracidad, y la salud pública se asienta sobre la prevención y la promoción. Esa es la base de ‘Pilares de la Salud‘, una «hoja de ruta que nos permita limpiar la conversación sobre prevención y promoción de la salud», según definía Daniel Aparicio, director editorial del Área de Salud de Unidad Editorial, en la presentación de ‘Pilares de la Salud’, una iniciativa que acaba de dar su pistoletazo de salida en una primera jornada inaugurada Carlos Enrique Rodríguez Jiménez, especialista en Endocrinología, Metabolismo y Nutrición, con una reflexión sobre los tres grandes pilares de la salud: sobrepeso y obesidad, bienestar emocional y salud mental, y envejecimiento saludable.
La inauguración que dio paso a la mesa institucional de esta iniciativa centrada en el análisis de los retos en salud pública de las enfermedades no transmisibles y en la que «primeros espadas» del tema, Elena Andradas, directora general de Salud Pública de la consejería de Sanidad de la Comunidad de Madrid; José Jesús Guillén, director general de Salud Pública y Adicciones de la consejería de Salud de la Región de Murcia, y Jorge del Diego, director general de Salud Pública y Ordenación Farmacéutica de la consejería de Salud y Consumo de la Junta de Andalucía, debatieron sobre «el rigor que necesitan los temas de salud pública«.
Esta mesa dio paso a la conversación protagonizada por Arantxa Sáez, presidenta de la Asociación Española de Cáncer de Tiroides (AECAT) y Cristóbal Morales, vocal de la Sociedad Española para el Estudio de la Obesidad (SEEDO), quienes expusieron los principales problemas que aquejan a los pacientes obesos y las mejoras que pueden llevarse a cabo desde los sistemas sanitario y social.
La cardióloga ha destacado otro segundo aspecto: buscar al médico, como asesor, «aunque nos encontremos bien de salud, como una forma de garantizar la continuidad de vida con mucha calidad».
Para García Navarro, es necesario concretar más medidas de prevención porque, cuando «la prevención es todo, acaba por no ser nada». «El problema es cómo abordamos la prevención primaria. Y aquí hay una serie de incentivos que van en contra de estimularla». Primer incentivo; el político. «El problema es que se quieren objetivos a corto plazo y, lógicamente, la inversión en prevención primaria no es cortoplacista sino que sus resultados se observan después de muchos años».
Otro aspecto de especial relevancia, según el geriatra, es que para hacer prevención primaria no son necesarios, básicamente, los servicios sanitarios. Lo son los educativos, los que proceden de los ayuntamientos, de asociaciones vecinales, familias. «Y aquí, la Administración local no tiene ningún incentivo; en ciertos casos ni financiación para realizar esa prevención de forma adecuada».
Además considera, por último, que hay que introducir la variante social. «Una parte importante de la prevención se basa en pobreza -las personas pobres tienen peor salud-, en la soledad no deseada -las personas solas tienen problemas muy importantes de salud-, así como afectaciones por desigualdad de género. Todo esto no se puede abordar desde el sistema sanitario».
Sin embargo, ha esbozado algunas soluciones. A su juicio, se pueden aprovechar las oportunidades de prevención secundaria que están empezando a funcionar bien: la deprescripción, en personas polimedicadas, por ejemplo. También incluir la participación del paciente en la toma de decisiones. Y, desde luego, «sería conveniente que la Administración empiece a marcar, al menos en políticas preventivas, presupuestos plurianuales con objetivos y que abandone la idea del sistema sanitario como un productor de actividad -consultas, listas de espera médicas y quirúrgicas- y empiece a hablar en resultados en salud; es decir, cómo es la calidad de vida de las personas. Estos son variables en salud».
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De Anta se ha preguntado en qué aspectos de la prevención se falla, sobre todo, en los relacionados con la salud mental de niños y adolescentes. «Tradicionalmente hemos pensado que la medicina preventiva y de la promoción se realizaba en lugares sanitarios, pero desde luego, la prevención y la promoción de la salud mental también deben realizarse desde la educación y la crianza. Desde el colegio, desde las familias, desde el poder atender al niño sano, impacta en la salud emocional».
Ahondando en las aportaciones de García Navarro y De Anta, Vázquez se ratifica en que, efectivamente, la promoción de la salud tiene que venir de medidas que no son sanitarias. Comer sano, por ejemplo, debería estar apoyado por medidas políticas y sociales. Y en este sentido, ha subrayado que la dieta mediterránea se asocia con la mayor longevidad posible, «pero en España no se sigue; tomamos aceite de oliva, y el que puede».
Estos aspectos deben promoverse desde la consulta, desde luego, pero también desde todos los ámbitos de la sociedad y desde la esfera política de todos los ámbitos». Sabe que los sanitarios han aportado mucho en prevención secundaria, pero «la promoción de la salud, que es el pilar de la misma, es un deber de todos».
Adaptar los mensajes
Además, un punto importante es el relacionado con el que los profesionales médicos han salvado muchas vidas con la prescripción de fármacos porque algunos de ellos «son capaces de variar el curso natural de la enfermedad. Pero, desde luego, funcionan mucho peor si no existe una base sólida de hábitos de vida saludables».
Fernández Friera insiste en que sería necesario buscar estrategias para actuar antes de que una persona llegue al sistema sanitario, introduciendo medidas que normalicen el cuidado de la salud. En este punto, también considera de suma importancia adaptar los mensajes en función de cada grupo de edad. «No es lo mismo educar o concienciar a un niño que a un adolescente; a un adulto que a un anciano. Debemos modernizar las estrategias en función de los grupos poblaciones».
De Anta señala que, a veces, los profesionales sanitarios sienten que no llegan a todo, así como que en muchas ocasiones la población no conoce a fondo ciertas informaciones relacionadas con la salud, como sería el caso de la dieta mediterránea, ni su impacto real en ella. «Hace falta que esta información esté más globalizada y que la promoción de la salud empiece desde el colegio, de las familias. En la población infantil debe ir por este camino”.
De hecho, en esta misma línea, García Navarro recalca que la salud no depende exclusivamente del sistema sanitario y que todas las políticas que impactan negativamente en el envejecimiento comienzan en la infancia. «¿Cuándo empezamos a generar estructuras mentales en contra del envejecimiento? ¿Cuándo empezamos a comer mal? ¿Cuándo empezamos a generar una actividad física que no hace que lleguemos a una capacidad funcional alta? Cuando somos pequeños».
Ha destacado que el Libro Verde del Envejecimiento de Europa introduce dentro de las políticas de antienvejecimiento, la de educación para población de 0 a 3 años. «La equidad en la salud tiene precio político y/o económico. En este sentido, estamos fallando estrepitosamente, como sociedad, en ciertos aspectos que atañen a niños y adolescentes, como es el tema de la salud mental, por ejemplo», aunque De Anta, también ha señalado que, afortunadamente, «en los últimos años, la salud mental empieza a ser más visible en ciertas edades».
Cambiar las métricas
García Navarro ha indicado además que sería necesario cambiar las métricas que se utilizan para variar el sistema sanitario, así como los estímulos que los clínicos tienen para variarlo. Para ello, ha puesto un ejemplo de la práctica geriátrica: el de una persona mayor con una fractura de cadera. Lo que se mide es la intervención quirúrgica, la consulta y la sesión de rehabilitación. «Es necesario cambiar el objetivo. La métrica tiene que ser volver a caminar. Si hacemos ese cambio de métrica, seremos capaces de introducir prevención, introducir atención precoz frente a la enfermedad y hacer seguimiento de la enfermedad».
En este punto, y aludiendo al reciente premio Nobel, García Navarro, ha puesto de manifiesto la necesidad de introducir la tecnología de Inteligencia Artificial (IA) porque «los datos nos permitirán, finalmente, establecer estrategias y seguimientos individualizados en todas las especialidades».
De hecho, y como según señala Fernández Friera, «las palabras se las lleva el viento», disponer de unos datos en basal y luego en seguimiento permite conseguir una mejor adherencia a las recomendaciones médicas. ¿Cómo recogemos toda esa información?, se pregunta. En estos momentos, su equipo trabaja en lo que se conoce como flujos de trabajo de los pacientes y que consiste en recoger cómo son los flujos dinámicos de cambio en el estilo de vida de un paciente -que podrían exportarse a la sociedad-, desde que entra en el sistema sanitario hasta que sale, introduciendo modelos de IA. Se basaría en humanizar la tecnología y no solo para implementarlo en medicina sino también en estilo de vida.
Para De Anta, estos sistemas de IA o de otro tipo de tecnología podrían aprovecharse para mejorar la atención a los adolescentes, por ejemplo, y «permitirnos acercarnos más a ellos y acompañarlos más en ciertas indicaciones de salud, ya que se trata de una herramienta muy presente en sus vidas».
Dejar de convertir todo en consulta
Por último, los profesionales la salud, los profesionales que participaron en este debate quisieron recalcar que es hora de ‘desanitarizar’ la salud, «de dejar de convertir todo en consulta», según García Navarro y ser «originales y motivadores en en nuestros mensajes sobre cómo transmitimos la información y a quién», indica De Anta. Porque como subraya Vázquez, y «para ser justos, las administraciones centrales, autónomas y locales han hecho muchos esfuerzos en la promoción de la salud, con iniciativas tan importantes como la estrategia NAOS (Nutrición, Actividad Física y Prevención de la Obesidad), por ejemplo, pero la política tiene un ciclo y debe ser la sociedad la que se mueva y de ejemplo. La sociedad es la garante de las medidas de salud».
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