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Popeye nos engañó
Popeye nos engañó: las espinacas no tienen más hierro que la lechuga. Dos alimentos que sí
Un error de cálculo nos hizo a todos atiborrarnos de esta verdura. Lo cuenta el científico J.M. Mulet en su último libro, ‘¿Qué es comer sano?’
Falso. Este mito supone romper un icono de nuestra infancia. Como saber quiénes eran los Reyes Magos, ver a Leticia Sabater en el circo Alaska, o saber que Xuxa fue actriz de películas eróticas antes de ser la reina de los programas infantiles. Realmente las espinacas que se tomaba Popeye antes de atizar a Brutus no tienen tanto hierro como se pensaba y, además, al tener mucha fibra y moléculas como el ácido oxálico (sí, la de las piedras en el riñón) que secuestran el hierro, su absorción es bastante pobre. Todos estos factores incitan a pensar que las espinacas de Popeye debían llevar algún producto añadido que daría positivo en un control antidopaje.
¿Cuál es el origen del mito de Popeye, las espinacas y el hierro? Elsie Segar creó a su personaje de Popeye en 1929. En aquella época se acababa de descubrir el importante papel que tenía el hierro en la nutrición y la relación entre la falta de hierro y la anemia, por lo que un suplemento de hierro podría ser la clave para recuperar la fuerza perdida. El error era pensar que cuanto más hierro, más fuerza, error justificado si pensamos que en el año 1929, con el crac de la bolsa, en Estados Unidos había grandes bolsas de pobreza y se pasaba hambre, con lo que las anemias eran frecuentes.
En aquella época, en las tablas del contenido en hierro de los diferentes alimentos, las espinacas se situaban en la cima, pero por un error. Las medidas de la cantidad de hierro en los alimentos empezaron a realizarse a finales del siglo xix empleando una reacción química con un compuesto llamado «tiocianato». El primero que midió el contenido de hierro de las espinacas fue el químico alemán Erich von Wolf en 1870 y se equivocó poniendo la coma: lo que eran 0,35 miligramos por cada 100 gramos acabaron siendo 3,5 miligramos por cada 100 gramos, es decir, diez veces. Además, para asimilar el hierro necesitas vitamina C, así que no solo tenemos que tener en cuenta el contenido de hierro, sino con qué lo comemos.
La realidad es que las espinacas son una muy mala fuente de hierro [incluso la lechuga tiene más: 0,4 miligramos por cada 100 gramos]. Los alimentos más ricos en hierro son la carne de hígado, las almejas o la levadura de cerveza. Hay legumbres ricas en hierro como las judías o los garbanzos, aunque su absorción no es tan buena por la fibra que contienen. Por tanto, necesitas hierro, pero para tener los músculos de Popeye, mejor el gimnasio (aunque sospecho que sus espinacas llevaban anabolizantes, seguro que Popeye se ciclaba). J. M. MULET El País 13 JUN 2018 –
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