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Prebióticos y probióticos: la familia crece
Prebióticos, probióticos, simbióticos, posbióticos… Este galimatías tiene detrás una evidencia científica que confirma su eficacia en ciertas patologías.
En 2001, una comisión de expertos internacionales convocados por la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) y la Organización Mundial de la Salud (OMS) definió a los probióticos como “microorganismos vivos que cuando se administran en cantidades adecuadas confieren un beneficio a la salud del hospedador”.
Guillermo Álvarez Calatayud, presidente de la Sociedad Española de Probióticos y Prebióticos (Sepyp), comenta a Correo Farmacéutico que esta definición ha sido recientemente confirmada por la sociedad internacional de pre y probióticos y por la Sepyp”.
Conviene recordar las diferencias entre pre y probióticos. Los probióticos remediarían los efectos positivos que ejerce la microbiota autóctona, por lo que, en principio, cualquier bacteria de la misma podría ser candidata a convertirse en probiótico.
Los prebióticos son ingredientes alimentarios que producen una estimulación selectiva del crecimiento y la actividad de un limitado número de microbios de la flora intestinal que actúan también de manera beneficiosa para la salud. Entre los más comunes, Yesica Ruiz Berjaga, dietista-nutricionista de la Unidad de Endocrinología y Nutrición del Hospital de Valencia, y Paula Crespo, presidenta del Colegio de Dietistas-Nutricionistas de la misma comunidad, destacan la oligofructosa, la inulina, los galactooligosacáridos, la lactulosa, los fructooligosacáridos y los oligosacáridos de la leche materna.
También hay otra variante: los simbióticos. “Son los productos que combinan, al menos, un probiótico y un prebiótico y cuya combinación debe tener un efecto sinérgico”, define Calatayud. El experto añade que recientemente se han introducido otros términos como el de posbiótico o psicobiótico. “Estos preparados pueden administrarse como parte de un alimento, como medicamentos y como suplementos dietéticos”, aclara
Cómo usarlos
El presidente de Sepyp señala que se emplean en un abanico muy amplio de situaciones, que incluye individuos sanos; personas sanas pero en una situación especial (bebés, mujeres embarazadas o lactantes, ancianos, etc.), y pacientes.
Ruiz Berjaga añade que, según la Organización Mundial de Gastroenterología (WGO), se podrían emplear en las siguientes patologías gastroenterológicas: diarrea, erradicación de Helicobapter Pylori, encefalopatía hepática, colitis ulcerosa, reservoritis, síndrome de intestino irritable, mala absorción de la lactosa, enterocolitis necrosante, estreñimiento, enfermedad hepática grasa no alcohólica y cólicos pediátricos. Ahora bien, Crespo quiere dejar claro que “en ningún caso sustituirían al tratamiento farmacológico”.
Algunos estudios han demostrado que los probióticos pueden ser beneficiosos en otras afecciones como la vaginosis bacteriana y la dermatitis atópica del lactante, entre otras.
Según Álvarez Calatayud, también “se ha valorado su efecto en las alergias y en la prevención de infecciones (desde el recién nacido prematuro hasta el anciano)”. Asimismo, se está probando el uso de probióticos y prebióticos para la prevención de algunas manifestaciones del síndrome metabólico, “incluyendo exceso de peso, diabetes, resistencia a la insulina y dislipidemia”, añade Crespo.
Con respecto a la dosis, los expertos coinciden en que todavía hay controversia, ya que ésta varía mucho dependiendo de la cepa y el producto. Crespo afirma que la WGO concluye que “la evidencia actual no permite establecer una dosis general necesaria y óptima de probióticos, puesto que, aunque la mayoría de productos de venta libre aportan entre 1-10 millones de UFC/dosis, hay otros que han demostrado beneficios con dosis menores o mayores”.
En el caso de los prebióticos, Ruiz Berjaga sostiene que conviene “considerar una serie de factores, como el tipo de oligosacárido y la microbiota de cada individuo, “ya que una ingesta diaria está directamente relacionada con el número de bifidobacterias presentes en el hospedador antes de empezar la suplementación en la dieta con el prebiótico”.
A pesar de que existe evidencia científica, las fuentes lamentan que no haya protocolos de aplicación como tal. Y, aunque Crespo constata que “sí hay guías de gran utilidad”, Álvarez Calatayud considera necesario que se hagan más de práctica clínica. Enrique Mezquita. Cuidate Plus. 03 de Octubre de 2018
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