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¿Qué aportan las sardinas?
Qué aportan las sardinas y cómo prepararlas
En verano, las sardinas están en su mejor momento. Ricas en calcio, ácido fólico, vitaminas y proteínas, se pueden preparar de diferentes maneras. Te damos varias ideas para disfrutar del sabor y las bondades de este pescado azul
Por EROSKI Consumer 9 de agosto de 2022
El verano es temporada de sardinas. Buena parte de las festividades o reuniones estivales de numerosas zonas del país se coronan con una buena sardinada. De carne sabrosa y rica en grasa saludable, es una opción perfecta para las preparaciones a la parrilla o a la plancha. Por lo general, se consume fresca, ya sea entera o, en el caso de los ejemplares de mayor tamaño, en filetes. Sea cual sea la técnica de asado utilizada, todas buscan lo mismo: que este pequeño pescado quede jugoso. A continuación te damos algunas ideas para conseguirlo.
La sardina se comercializa de diferentes maneras, aunque las más comunes son frescas o en conserva.
- Las sardinas en conserva, además de ser muy prácticas, son un alimento saludable. Según BEDCA, la Base Española de Datos de Composición de Alimentos, una lata de sardinas en aceite es buena fuente de proteínas y calcio, ácidos grasos saludables y buenas cantidades de fósforo y potasio.
- Si la compramos fresca, la consistencia de su carne debe ser firme al tacto, mientras que los ejemplares han de tener los ojos brillantes y que no estén hundidos. El olor marino debe estar poco pronunciado y las escamas bien pegadas al pescado. Puesto que se deterioran con facilidad, no conviene guardar las sardinas más de dos días. Lo más recomendable es adquirirlas en el último momento antes de volver a casa.
Preparar sardinas según su tamaño
El tamaño de la sardina es muy importante para elegir qué forma de preparación se aplicará.
🐟 Sardinas pequeñas
Las pequeñas son idóneas para hacer revueltos o tortillas (como la tortilla de sardinas en tomate) una vez quitadas las espinas. Estos ejemplares contienen una carne más fina y delicada y es habitual cocinarlas fritas, rebozadas, enharinadas, con un toque al ajillo o con una salsa bilbaína (un refrito de ajo, perejil, un toque de guindilla o de vinagre que salsea el pescado una vez cocinado y recién sacado de la sartén o del horno).
🐟 Sardinas grandes
- Los ejemplares de mayor tamaño se adaptan muy bien a los rebozados, fritos o a preparaciones al ajillo.
- Las más grandes, en cambio, quedan deliciosas a la brasa o a la plancha. Asadas a la parrilla se cocinan enteras, con cabeza e, incluso, junto con las vísceras.
Opciones culinarias para las sardinas
El recetario de EROSKI CONSUMER contiene varias propuestas para cocinar con sardinas (desde hacerlas asadas, en escalibada, con pisto, rebozadas y fritas, hasta prepararlas a la plancha, en ensaladas o en tortillas). Algunas ideas para tener en mente son las siguientes:
- Limpias y sin cabezas, las sardinas se pueden degustar marinadas, es decir, maceradas en zumo de limón, de naranja, de lima, de pomelo o de mandarina, así como de vinagre de manzana o vinagre de vino.
- También se pueden utilizar como base de guisos marineros parecidos al marmitako pero con sardina o en arroces marineros. Hay que tener en cuenta que, por ser una carne tan delicada, apenas necesita cocción y es mejor agregar al guiso en el último momento y dejar que se cocine con el calor del reposo del guisado.
- Las sardinas en conserva se pueden comer en bocadillo, como ingrediente de ensaladas o tortillas. En cuanto a las sardinas saladas, y debido a su fuerte sabor, se suelen consumir con aceite de oliva para suavizarlas.
- Fritas en una sartén con aceite de oliva, enharinadas, rebozadas en harina y huevo o empanadas en harina, huevo batido y pan rallado (este pan puede guarnecerse con perejil y ajo picado). Si las sardinas son pequeñas se fríen enteras, mientras que si son grandes es preferible abrirlas en filetes.
- En escabeche. Si, una vez cocinadas, sobran de un día para otro, las sardinas se pueden aprovechar y hacer un escabeche de una manera sencilla para alegrar cualquier ensalada o preparar unos entrantes. Se fríen unos ajos en aceite y, cuando están dorados, se añade un pequeño chorro de vinagre, una hoja de laurel y un poco de agua. Se agrega, ya fuera del fuego, un poco de pimentón. Las sardinas se cubren y se deja reposar todo durante al menos una hora. Transcurrido este tiempo, las sardinas escabechadas ya están listas.
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