.PORTADA.
¿Qué es la obesidad? Puntos de vista
La nueva definición de obesidad deja de lado el IMC para centrarse en la salud
Un nuevo enfoque para diagnosticar la afección analiza cómo el exceso de grasa corporal afecta al cuerpo.
Por Giorgia Guglielmi, publicado en Nature el 14-01-2425
Los métodos actuales para diagnosticar la obesidad no capturan la complejidad de la afección, dicen los investigadores.
En medio del creciente revuelo en torno a Ozempic y medicamentos similares para bajar de peso, un grupo de 58 investigadores está desafiando la forma en que se define y diagnostica la obesidad, argumentando que los métodos actuales no logran capturar la complejidad de la afección. Ofrecen un enfoque más matizado.
La definición revisada del grupo, publicada en The Lancet Diabetes & Endocrinology1 el 14 de enero, se centra en cómo el exceso de grasa corporal, una medida llamada adiposidad, afecta al cuerpo, en lugar de depender solo del índice de masa corporal (IMC), que relaciona el peso de una persona con su altura. Proponen dos categorías: la obesidad preclínica, cuando una persona tiene grasa corporal extra pero sus órganos funcionan normalmente, y la obesidad clínica, cuando el exceso de grasa daña los órganos y tejidos del cuerpo.
Este cambio podría mejorar la atención clínica, las políticas de salud pública y las actitudes sociales hacia la obesidad, dice Elisabeth van Rossum, endocrinóloga del Centro Médico de la Universidad Erasmus de Rotterdam en los Países Bajos.
«Ahora la idea es comer menos, moverse más y perder peso», dice van Rossum, quien no participó en el trabajo. Aunque un estilo de vida saludable es importante, añade, «si fuera tan sencillo, no tendríamos una epidemia, y este trabajo es una excelente contribución a la discusión sobre la complejidad de la obesidad».
Problema global
Más de 1.000 millones de personas en todo el mundo viven con obesidad, y la enfermedad está relacionada con unos 5 millones de muertes cada año de trastornos como la diabetes y las enfermedades cardiovasculares.
Debido a que es fácil de medir y comparar, el IMC se ha utilizado durante mucho tiempo como una herramienta para diagnosticar la obesidad. Pero no ofrece una imagen completa de la salud de una persona, porque no tiene en cuenta las diferencias en la composición corporal, como el músculo frente a la grasa.
Para las personas de ascendencia europea, la obesidad generalmente se define por un IMC de 30 o más, que se correlaciona con un alto nivel de grasa corporal. Sin embargo, un atleta musculoso podría ser etiquetado como obeso sobre la base del IMC, mientras que alguien con un IMC «normal» podría tener un exceso de grasa que aumenta su riesgo de problemas cardíacos u otros problemas de salud graves, dice Francesco Rubino, cirujano bariátrico del King’s College de Londres, quien dirigió el grupo que propuso el nuevo enfoque.
Los métodos convencionales conducen a un tratamiento innecesario para algunas personas, mientras que pasan por alto a otras que necesitan ayuda, dice. Para abordar esto, Rubino y sus colegas proponen un sistema para diagnosticar la obesidad que va más allá del IMC, combinándolo con otros métodos como la medición de la circunferencia de la cintura, que es un indicador de la adiposidad, o los escáneres corporales que utilizan rayos X de bajo nivel, que pueden medir directamente la masa grasa.
Aunque no existe un umbral fijo para la obesidad, generalmente se considera que la grasa corporal está en exceso cuando está por encima del 25% en los hombres y del 30-38% en las mujeres. Debido a que medir la adiposidad directamente podría ser poco práctico o costoso, los marcadores de salud alternativos, como el tamaño de la cintura, la relación cintura-cadera o la relación cintura-estatura, señalan los investigadores. Sin embargo, añaden, es seguro asumir que una persona con un IMC superior a 40 tiene una grasa corporal alta.
El diagnóstico de la obesidad también debe tener en cuenta los resultados de las pruebas de laboratorio estándar, el historial médico y la información sobre las actividades diarias para evaluar cómo el exceso de grasa corporal podría afectar a la salud de una persona, dice el coautor del estudio, Robert Eckel, endocrinólogo del Campus Médico Anschutz de la Universidad de Colorado, en Aurora. «Estos son criterios de diagnóstico objetivos, están estandarizados en todos los sistemas de salud globales», dice.
Las evaluaciones personalizadas que tienen en cuenta la edad, el sexo y la etnia son igualmente importantes, porque ciertos grupos podrían enfrentarse a riesgos de salud con umbrales de IMC más bajos que otros, dice la coautora del estudio, Louise Baur, pediatra de la Universidad de Sídney, Australia.
doi: https://doi.org/10.1038/d41586-025-00123-1
Referencias
- Rubino, F. et al. Lancet Diabetes Endocrinol. https://doi.org/10.1016/S2213-8587(24)00316-4 (2025).
- GBD 2019 Factores de riesgo colaboradores Lancet 396, 1223–1249 (2020).
Artículo PubMed (en inglés) Google Académico
- Busetto, L. et al. Nature Med. 30, 2395–2399 (2024).
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- Crompvoets, P. I., Nieboer, A. P., van Rossum, E. F. C. & Cramm, J. M. Health Expect. 27, E13954 (2024).
Artículo PubMed (en inglés) Google Académico
Un consenso internacional replantea el diagnóstico de la obesidad, más allá del IMC
La propuesta incluye, entre otros elementos, la medición directa de la grasa corporal o del perímetro de la cintura, y clasificar la obesidad como preclínica y clínica.
Pilar Pérez Diario Médico Mié, 15/01/2025 – 13:26
El Atlas mundial de obesidad estima que más de 4.000 millones de personas en el mundo, el 51% de la población global, sufre esta enfermedad. De los 41 millones de muertes anuales de adultos por enfermedades no transmisibles, cinco se deben a un IMC elevado por encima de 25. Casi cuatro millones de ellas se deben únicamente a la diabetes, los accidentes cerebrovasculares, las cardiopatías coronarias y el cáncer. Un IMC elevado es responsable de más de 120 millones de años-persona perdidos cada año por estas cuatro patologías derivadas de la obesidad principales.
Un problema en el que «se ha minimizado el papel de la obesidad», reclama Andreea Ciudin, endocrinóloga y miembro de la junta directiva de la Sociedad Española para el Estudio de la Obesidad (Seedo). E insiste en que «se ha considerado una condición relacionada con el estilo de vida y la falta de voluntad de las personas». Sin que se ligue directamente a la presencia de «una enfermedad que está de otras» y que la «obesidad puede existir incluso en personas que hasta ahora se consideraban delgadas o bien de peso», subraya la coordinadora de la Unidad de Tratamiento Integral de la Obesidad del Hospital Vall d’Hebron.
Sobre estos apuntes y las nuevas consideraciones de la obesidad han reflexionado más de 50 expertos en la materia que han plasmado en un artículo en The Lancet Diabetes & Endocrinology. «Este consenso realizado por personas de altísimo prestigio del mundo de la obesidad, la diabetes, el síndrome metabólico, cirugía de la obesidad, como es el caso del doctor Rubino [Francesco Rubino el presidente de la comisión], establecen una sistemática de revisión, de reflexión, para proponer una nueva perspectiva, un nuevo abordaje», explica Clotilde Vázquez, jefa del departamento de Endocrinología y Nutrición de la Fundación Jiménez Díaz (FJD).
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Rubino, del King’s College London (Reino Unido), afirma que el paradigma sobre la obesidad hay que modificarlo. «La pregunta de si la obesidad es una enfermedad es errónea, porque presupone un escenario simplista de todo o nada, donde la obesidad es siempre una enfermedad o nunca lo es. Sin embargo, la evidencia muestra una realidad más compleja. Algunas personas con obesidad pueden mantener el funcionamiento normal de sus órganos y una salud general adecuada incluso a largo plazo, mientras que otras presentan signos y síntomas de una enfermedad grave de manera inmediata».
Entre los cambios más importantes se apuntan a nuevas formas de diagnosticar la obesidad y sus fases. Ni el IMC lo es todo, ni la cifra de la báscula es definitiva, «erróneamente se ha definido así», sostiene Ciudin. ¿Qué lo es importante? «El exceso de adiposidad y la repercusión clínica que tenga», subraya Vázquez.
IMC solo: una medida problemática
Robert Eckel, de Anschutz Medical Campus de la Universidad de Colorado (EEUU) y miembro de la comisión argumenta que basarse únicamente en el IMC para diagnosticar la obesidad es problemático, «ya que algunas personas tienden a almacenar el exceso de grasa en la cintura o en los órganos y alrededor de ellos, como el hígado, el corazón o los músculos, lo cual se asocia con un mayor riesgo para la salud que cuando el exceso de grasa se acumula debajo de la piel de los brazos, las piernas u otras áreas del cuerpo». Sin embargo, comenta que «las personas con exceso de grasa corporal no siempre tienen un IMC que indique que viven con obesidad, lo que significa que sus problemas de salud pueden pasar desapercibidos. Además, algunas personas tienen un IMC alto y una alta cantidad de grasa corporal, pero mantienen funciones orgánicas y corporales normales, sin signos o síntomas de enfermedad activa».
Ante la complejidad de la situación y en un momento en el que el abordaje terapéutico se torna más sencillo gracias a las nuevas propuestas farmacológicas que ha diseñado la industria (y las que están por llegar), como los Wegovy y Mounjaro, «nuestro replanteamiento reconoce la realidad matizada de la obesidad y permite una atención personalizada«, añade Rubino. «Esto incluye el acceso oportuno a tratamientos basados en evidencia para individuos con obesidad clínica, como corresponde para las personas que padecen de obesidad preclínica y clínica».
Nueva clasificación
Existe un debate continuo entre clínicos y responsables de políticas sobre el enfoque diagnóstico actual de la obesidad, el cual es propenso a la clasificación errónea del exceso de grasa corporal y a un diagnóstico equivocado de la enfermedad. Esas ideas se trasladan a la sociedad que se queda con los límites de la báscula y el IMC sin considerar si su cuerpo aloja o no grasa perjudicial.
De hecho, este concepto no es nuevo, asegura la portavoz de la Seedo. «El presente artículo confirma la dirección que se ha tomado hace ya tiempo por parte de las sociedades científicas de cambiar la narrativa de la obesidad, erróneamente definida durante mucho tiempo por número de kilos y el IMC«. Al tiempo, Ciudin subraya que «cambio de narrativa sin duda alguna pone la obesidad donde se merece, dentro de las enfermedades metabólicas crónicas, y hace que se entienda su fisiopatología».
A nivel práctico, explica la endocrina del Vall d’Hebron, «aumenta su prevalencia si se tienen en cuenta los criterios correctos de diagnóstico, sin duda alguna, pero esta es la realidad y la hora de ver el elefante en la habitación porque existe, desde hace tiempo. Lo ideal sería poder realizar estudio de composición corporal a todos los pacientes para un correcto diagnóstico de la obesidad».
Por ello se distingue entre obesidad preclínica y clínica. La primera hace referencia a una condición de obesidad con función orgánica normal. Las personas que viven con obesidad preclínica, por lo tanto, no tienen una enfermedad en curso, aunque tienen un riesgo variable pero generalmente elevado de desarrollar obesidad clínica y otras enfermedades no transmisibles en el futuro, como la diabetes tipo 2, enfermedades cardiovasculares, ciertos tipos de cáncer y enfermedades mentales, entre otras. Por lo tanto, deben recibir apoyo para reducir el riesgo de desarrollar posibles enfermedades.
Y la segunda es una condición de obesidad asociada con signos objetivos y/o síntomas de reducción de la función de los órganos, o una capacidad significativamente reducida para realizar actividades cotidianas estándar, como bañarse, vestirse, comer y mantener la continencia, debido directamente al exceso de grasa corporal. Las personas con obesidad clínica deben ser consideradas como pacientes con una enfermedad crónica activa y deben recibir un manejo y tratamiento adecuados.
Daño en órganos
Vázquez comenta que esta revisión, «reflexión de un nuevo abordaje», necesita de un diagnóstico del exceso de tejido adiposo. «Proponen que la que la obesidad en realidad, aún con el exceso de obesidad, debe considerarse como una enfermedad si ya ese exceso de grasa produce daño en órganos. Por ejemplo, un hígado graso, una insuficiencia cardíaca, una artrosis generalizada o una diabetes».
Pero no dejan de lado ese estadio previo. «Son muy críticos e inducen a la reflexión a toda la comunidad profesional que se dedica a la obesidad, para que, en aquellos otros casos en los que existe exceso de grasa, por tanto, existe un diagnóstico de obesidad, hablemos de obesidad preclínica cuando no hay todavía daño en órganos o tejidos», destaca Vázquez.
Este punto es «crucial cara a las estrategias de salud, de atención profesional, de tratamiento. En el primer caso de obesidad preclínica, promueven el ser más cauto a la hora de considerarlo como una auténtica enfermedad, sino que es una situación que puede llevar a enfermedad, y que, para evitarlo, pues pueden se tienen que tomar ciertas medidas. En cambio, en el caso de obesidad con daño ya a órganos, tejidos, funciones, sistemas, estaríamos hablando de una verdadera enfermedad causada por el exceso de tejido graso», remacha la jefa de la jefa del departamento de Endocrinología y Nutrición de la Fundación Jiménez Díaz.
Impacto en la población infantil
Tres cuartas partes de las muertes y enfermedades evitables en adultos se producen en países de renta media. En pocas palabras, la mayoría de las personas que padecen y mueren a causa de enfermedades no transmisibles asociadas a la obesidad, tienen un IMC elevado subyacente, y la mayoría de estos fallecimientos se producen entre personas de entornos con menos recursos y países en desarrollo, como recoge el Atlas de la Obesidad.
Debido a su elevado IMC, estos 750 millones de niños corren un mayor riesgo de experimentar los primeros signos de enfermedades no transmisibles cuando aún están en la infancia. En 2035, se calcula que 68 millones de niños padecerán hipertensión arterial debido a su elevado IMC, que 27 millones vivirán con hiperglucemia debido a su elevado IMC y que 76 millones tendrán el colesterol HDL bajo debido a su elevado IMC. Los síntomas de estos precursores de enfermedades graves son en gran medida invisibles, pero los niños entrarán en la edad adulta ya encaminados a sufrir accidentes cerebrovasculares, diabetes y cardiopatías.
A pesar de los esfuerzos por abordar esta cuestión, sin una acción importante y coordinada, las tasas de obesidad seguirán aumentando, y cada vez más personas morirán prematuramente de obesidad o de alguna de las enfermedades atribuibles a la obesidad. Además, las enfermedades no transmisibles asociadas a la obesidad, que antes sólo afectaban a los adultos, son cada vez más frecuentes entre los niños.
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