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Reciclaje de los desperdicios alimentarios
Upcycling o suprarreciclaje para dar una segunda vida a los desperdicios alimentarios
Los restos generados en la elaboración de los alimentos pueden aprovecharse para generar otros productos: algunos tienen un valor superior al que tenía el original
Por Sonia Recio publicado en Consumer Eroski 13 de septiembre de 2022
En Europa se desperdician 87,6 millones de toneladas de alimentos cada año, lo que equivale a 173 kilos por persona. La Unión Europea quiere reducir a la mitad los desechos alimentarios antes del año 2030. Para lograrlo, no solo hay que controlar los procesos de producción con el fin de evitar que se produzcan pérdidas. También es fundamental reutilizar los restos alimentarios. La industria del sector lleva décadas aprovechando los sobrantes para crear nuevos productos. Estos son algunos ejemplos.
Suprarreciclaje: reciclar los desechos alimentarios
Si no se pueden reducir los residuos alimentarios generados durante la producción, la siguiente solución es reutilizarlos. El upcycling o suprarreciclaje es una de las tendencias del momento. Consiste en aprovechar los residuos para crear productos que tienen un mayor valor que el que tenía el material original. Es una práctica que se engloba dentro de la filosofía de la economía circular. Se aplica en diferentes campos, como la alimentación.
El suprarreciclaje comienza siempre con una separación, lo más limpia y pura posible, de los productos secundarios vegetales y animales que se generan durante la fabricación. Jaime Zufía, coordinador de Procesos Eficientes y Sostenibles del centro tecnológico AZTI da dos ejemplos:
- la pulpa sobrante de la elaboración de bebidas vegetales (almendra, soja y avena) se puede emplear para crear productos enriquecidos con fibra.
- de las cáscaras de huevo se obtiene carbonato de calcio para elaborar suplementos alimenticios.
💰 Desperdicios y procesos para revalorizar estos residuos
Todos los desperdicios alimentarios son susceptibles de ser aprovechados, ya sean productos enteros (pescados, verduras, carnes…) o parte de ellos (cáscaras, peladuras, espinas...).“Contienen nutrientes y sustancias de valor en los mercados. El que sea parte de un alimento que ha superado todos los controles sanitarios y de seguridad alimentaria facilita la obtención de un nuevo ingrediente seguro”, cuenta el tecnólogo.
Los procesos que se emplean para la transformación de estos residuos son los mismos que se utilizan para la fabricación de alimentos. “Son procesos de clasificación y control de calidad, transformación, conservación y estabilización y envasado, entre otros. En realidad, estamos procesando los subproductos como materias primas alimentarias, que ahora denominamos materias primas secundarias”, explica Zufía.
Ejemplos de aprovechamiento de residuos alimentarios
Para Gemma del Caño, experta en I+D e Industria y Máster en Innovación, biotecnología, seguridad y calidad, este reciclaje de excedentes de las fábricas ya es habitual en la industria alimentaria. “La utilización de subproductos está perfectamente asumida. Se tira muy poco: se intenta siempre recuperar lo máximo posible tanto por el cuidado del medio ambiente como por economía interna: sale muy rentable”, explica.
David Esteller, de la Asociación de Fabricantes y Distribuidores (AECOC), nos ofrece algunos ejemplos de reaprovechamiento de residuos. “El termino upcycling queda muy moderno, pero el requesón de toda la vida es un ejemplo de ello. Fermentando y cociendo el suero lácteo obtenido de la elaboración del queso obtenemos este alimento. Esto se hace en España desde tiempos inmemoriales. Con los hollejos de la uva, hacemos orujo. Y con los restos de las olivas, el aceite de orujo”, analiza.
También existen ejemplos en las grandes empresas. Kellogg’s cede sus excedentes de arroz tostado con cacao, que quedan tras la fabricación de sus cereales, a la cervecera La Gardenia. Con ellos ha creado una cerveza artesanal macerada con miel. A su vez, la cervecera destina parte de sus beneficios a la repoblación de los arrozales del delta del Ebro de los que se nutre Kellogg’s. “Existen más casos, como cervezas fabricadas con restos de pan, barritas de cereales creadas con excedentes del bagazo de la cerveza o chips vegetales elaborados a partir de las mondas de tomates o patata”, puntualiza Esteller.
El centro tecnológico AZTI ha desarrollado un proceso para la obtención de fibra de naranja a partir de desechos que se producen durante el procesado de zumos. Así crean nuevas bebidas enriquecidas con su propia fibra.
También han liderado el proyecto europeo ‘Brewery’, que emplea los restos que se obtienen de la fabricación de cerveza para elaborar piensos destinados a la acuicultura.
Asimismo, el centro tecnológico participa en el proyecto ‘Cleanfeed’, una solución integral para aprovechar los residuos vegetales procedentes de la distribución que no han sido vendidos. “Son transformados en harinas para ser incluidas en piensos de alimentación animal de una forma segura y estable”, explica Jaime Zufía.
Cleanfeed se encuentra actualmente en un proceso de concreción para llevarlo a cabo a escala real. Lo novedoso del proyecto es que desarrolla una solución integral. “Plantea un almacenamiento adecuado en origen, un sistema de recogida, transporte y entrega a una planta de procesado, así como un proceso de deshidratación y estabilización que permita obtener una harina segura y adecuada para ser incluida en los piensos animales. Todo el proceso está diseñado de una forma ambientalmente sostenible”, añade Zufía.
Reducir y revalorizar desperdicios, compromiso de todos
El fin de todos estos proyectos es reducir los desperdicios alimentarios y dar valor a aquellos que no se puedan eliminar. Unas iniciativas que ayudarán a minimizar la pérdida de alimentos y cumplir con los objetivos europeos: reducir a la mitad los desechos alimentarios antes del año 2030. Este objetivo requiere de la adopción de conductas proactivas por parte de todos los implicados en el proceso.
“Es importante que cada uno sea consciente de aquello que está en su mano y que asumamos nuestra parcela de responsabilidad. Desde los ciudadanos con nuestros patrones de consumo hasta las administraciones con las regulaciones, las empresas con los importantes esfuerzos que hacen en optimización y los investigadores e iniciativas innovadoras que aportan soluciones nuevas aprovechando los avances tecnológicos”, concluye Beatriz Romanos, reconocida por el informe ‘Fooduristic’22’ como una de las 50 personas que están liderando el futuro de la alimentación.
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