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Varios mitos sobre los alimentos
Mitos sobre los alimentos
Hace un par de semanas me invitaron a dar una conferencia sobre ciencia y publicidad en la Facultad de ciencias de la Universidade de A Coruña. En ella vimos varios anuncios que se emiten en televisión tanto de alimentos como de cosméticos. De entre todos los que vimos he escogido cinco que sin duda se merecen el suspenso en ciencia.
El tono de la charla fue bastante distendido y de hecho durante el visionado de alguno de esos anuncios se producían espontáneas carcajadas entre el público. Hay veces en las que una carcajada desmonta más fácilmente un mito que una retahíla de datos y conceptos científicos. Así que por un lado me parece estupendo que al público le hiciese gracia, porque eso denota que esa clase de publicidad no funciona ante las personas que han desarrollado el espíritu crítico y que tienen cierta formación científica. Pero, por otra parte, no quería que aquello se quedase sólo en eso, sino que reflexionásemos un poco más allá.
A veces no nos damos cuenta de que tras esos productos que se publicitan con tanta pompa hay ciencia y hay científicos. Tras cada producto cosmético hay químicos, biólogos, farmacéuticos que se han empleado a fondo para desarrollar un producto mejor que el de sus competidores, que pase los controles de calidad y que funcione, sobre todo que funcione. Y lo mismo con los alimentos. Por ese motivo hubo una idea que repetí una y otra vez a lo largo de la conferencia, de una manera u otra, que podría resumirse así: «si tienes un buen producto cuéntame la verdad».
De entre todos los anuncios que vimos, hubo cinco que maltrataron especialmente la ciencia que los hizo posibles, que tergiversaron conceptos científicos y los convirtieron en espectáculo y disparate, disfrazando la función del producto para que pareciese algo diferente a lo que realmente es, a veces ni tan siquiera mejor.
- Lácteos sin lactosa.
Como ya he explicado detalladamente en este artículo, los lácteos sin lactosa son productos destinados exclusivamente para personas que no pueden digerir la lactosa, como los intolerantes a la lactosa. Los intolerantes a la lactosa tienen una deficiencia en la producción de una enzima llamada lactasa que es capaz de romper la lactosa para que ésta pueda ser correctamente digerida. Los lácteos sin lactosa realmente son productos a los que se les ha añadido esa enzima lactasa, no es que se les haya extraído la lactosa.
Estos productos están destinados a un consumidor concreto y con necesidades específicas, cosa que debería indicarse en el anuncio, pero este anuncio no hace mención alguna, se limita a decir lo ligera y libre que te sentirás si lo consumes. Otra lectura ciertamente molesta es que sólo salen mujeres cantando y bailando, festejando su liberación. Ésta ya es otra historia.
Los productos que se publicitan no tienen nada de malo, todo lo contrario. Son productos de calidad y que ofrecen una solución para los intolerantes a la lactosa. Si tienen un buen producto ¿por qué lo tienen que publicitar a través de una delirante «liberación de la mujer» en lugar de explicar cómo funciona y para qué sirve? Así sí que me sentiría mejor.
- Leche con calcio natural.
Como ya expliqué en este artículo, la leche contiene calcio de serie, exactamente el mismo calcio que podemos encontrar en una piedra, ya que se trata del mismo elemento químico, así que un calcio es indistinguible del otro.
En este anuncio se menosprecia el «calcio de sales», cosa que es ridícula, ya que en la leche el calcio también está como sal, es decir, va combinado con un anión y está disuelto en la leche. Cuando añadimos calcio a la leche lo tenemos que hacer en forma de sales, pero no es igual de efectiva una sal que otra, ya que algunas sales se asimilan mejor. Éste es realmente el punto del anuncio y creo que debería hacer hincapié en que las sales que añaden a esta leche para enriquecerlas son las que han demostrado ser más efectivas. Creo que es un error decir que ese calcio se ha extraído de la leche, que es natural y que el de otras marcas no lo es, porque eso daña la imagen del producto, convirtiéndolo en un disparate científico e induciendo fobia química al consumidor.
De nuevo, esta leche es un buen producto, y efectivamente las sales que utilizan para enriquecerlo son las más apropiadas y las que más se asemejan a la disponibilidad que ofrecen las sales que de serie contiene la leche. ¿Por qué no explican esto? Si su producto es bueno ¿por qué no lo explican así?
- Pan de molde natural.
Estamos ante un ejemplo similar al anterior. De nuevo aparece la estrategia de lo natural, que todavía no sé muy bien qué significa, ya que el pan de molde no crece en los árboles, pongan como se pongan los que charlan en este anuncio.
Lo molesto de este anuncio es la quimiofobia, el momento en el que el anunciante señala unos matraces de laboratorio llenos de líquidos de colores que simulan ser aditivos y conservantes. Lo primero que hay que saber es que los aditivos alimentarios, entre ellos los conservantes, son sustancias seguras, que han pasado controles de calidad suficientes para garantizar su seguridad. Muchos de ellos los encontramos naturalmente presentes en los alimentos, y no sólo garantizan la seguridad del alimento, sino que ayudan a protegerlo de la degradación, manteniendo sus propiedades nutricionales durante más tiempo, además de mejorar sus características organolépticas.
En el caso de este pan de molde, como de cualquier otro, el principal ingrediente que hace la labor de conservante es el aceite. El aceite mantiene durante más tiempo el grado de humedad del pan, preservando su textura. Con el aceite evitamos que el pan que se ponga duro en unas horas, por así decirlo, evitamos que el almidón adopte una estructura más rígida causada por la pérdida de agua.
Ese doble horneado del que nos hablan parece el mismo que se hacía con los bizcochos, a los cuales debe su etimología: bizcocho viene del latín bis-coctus, es decir, doble cocción, así que no es nada novedoso y si lo fuese, no queda nada claro en este anuncio.
De nuevo estamos ante un buen producto cuyo anuncio no sólo no le hace justicia, sino que además menosprecia la química, esa ciencia sin la cual no podríamos hacer, entre otras cosas, el pan de molde.
- Gel de ducha 0% químicos.
https://dimetilsulfuro.christiangarciabello.es/wp-content/uploads/2015/12/SANEX-ZERO.mp4
Ya hablé de este gel en este artículo. Esta estrategia publicitaria también ha sido empleada en otros productos de la misma gama. Lo realmente preocupante de este tipo de publicidad es que para ensalzar un producto lo hace a costa de poner en duda la salubridad de los productos de la competencia. La ley no permite este tipo de prácticas: puedes publicitar las bondades de tu producto siempre y cuando no menosprecies ingredientes de curso legal que puedan emplear tus competidores. Esta estrategia induce a error al consumidor.
«A veces ponemos más sustancias químicas de las necesarias sobre nuestra piel», así empieza el anuncio, con un mensaje quimiofóbico. Los químicos que han desarrollado este gel de ducha para que sea tan bueno para la piel como efectivamente es, no creo que estén muy contentos con esta campaña de márquetin.
El anuncio termina con la siguiente sentencia: «0% colorantes, 0% parabenos. Saludable para tu piel, mejor para el medioambiente». Ni los colorantes ni los parabenos hacen que un producto sea más o menos seguro para la piel o para el medioambiente, que es lo que da a entender.
Si este producto tiene un envase más ecológico, como de hecho comercializa esta marca, o la formulación del gel aporta un beneficio extra para mantener sana nuestra piel, por qué no me cuentan cómo lo han hecho, por qué no me cuentan la verdad.
- Crema antiedad al infrarrojo.
De esta crema ya hablé en este artículo. El anuncio no se corresponde con lo que realmente ofrece el producto, sino que mezcla tres conceptos científicos que el consumidor puede asociar a innovación, o por el contrario, puede que no entienda nada de nada y crea que le están tomando el pelo.
Después de investigar sobre este producto me encontré que esta crema es un buen cosmético: tiene protección solar además de ser hidratante -cosa que es más complicada de formular de lo que pueda parecer- y apacigua la proliferación de radicales libres, así que efectivamente es una crema que funciona precisamente contra los tres signos del envejecimiento que dice el anuncio: manchas, arrugas y firmeza.
El principal foco de manchas, arrugas y pérdida de firmeza lo encontramos en la radiación ultravioleta, así que una crema antiedad de día debe contener protección solar. Ésta la tiene, solo que a esta propiedad del producto la llaman «tecnología ADN» porque la radiación ultravioleta es capaz de alterar el ADN y causar fotoenvejecimiento. Rebuscado.
La «tecnología infrarroja» se refiere a dos cosas: formación de radicales libres y pérdida de agua, ambas consecuencia del aumento de la temperatura de la piel. Este aumento de la temperatura puede deberse a un foco de calor (infrarrojos), pero como no existen filtros para el infrarrojo, ni los necesitamos, lo que se hace es añadir un antioxidante (anti-radicales libres) y garantizar que la crema sea hidratante.
La «tecnología retinol» significa que esta crema contiene un complejo liberador de retinol (vitamina A) patentado por la marca, que es un efectivo antioxidante que bloquea la proliferación de radicales libres, principales responsables de la aparición de manchas y arrugas. Algo de lo que deberían enorgullecerse los científicos que lo han desarrollado, se muestra en este anuncio así y provoca la mayor carcajada de la charla. Love Rooms
Este producto no merece esas risas porque de hecho es un muy buen producto, fruto de un buen laboratorio. De nuevo el anuncio es el que pone en cuestión la calidad del producto, el que lo desmerece.
Conclusiones:
Estos cinco productos son cinco buenos productos, desarrollados por científicos, algunos de ellos haciendo uso de procesos e ingredientes innovadores que se merecen nuestro respeto, que han garantizado su seguridad y que han probado su eficacia a través de rigurosos estudios científicos. Pero esto no es lo que los consumidores aprecian cuando ven estos anuncios, sino que en el contexto adecuado les causa risa, o sencillamente no entienden cómo funcionan o realmente para qué sirven.
Mi conclusión -o petición, según se mire- es que si vas a hablar de conceptos científicos en un anuncio lo hagas con rigor, que me hables de qué hace ese producto, cómo funciona, cómo habéis logrado que funcione, porque eso sí me interesa y sí me convence. No quiero que me disfraces la ciencia de jerga sin sentido, de efectos especiales, de miedos. No quiero que menosprecies a tus competidores, ni que me hagas pensar que los otros productos son malos para mi salud. No quiero que se minusvalore el trabajo de los científicos que han logrado que el producto que me vendes sea un buen producto. No quiero parafernalia, quiero honestidad. Si tu producto es bueno cuéntame la verdad.
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